Capítulo 11

284 18 3
                                    

Corro escaleras arriba deseando verla. Percibo que estoy muy entusiasmada así que me freno. No quiero que los aprendices me vean así. "Calma Julia, esto va a salir bien" -Me digo a mi misma. Hay un grupo de aprendices bordeando la mesa esperando para poder ponerse su café. Valeria está apoyada en unos de los huecos libres que hay mientras le da un sorbo a su café y remoja el croissant en el café. No puedo evitar observarla. Cuando está mordiendo el croissant empapado alza la vista y con el croissant aún en la boca me sonríe, lo que provoca que se derrame un poco café. Una gota le recorre la barbilla. Está apunto de caer sobre su blusa blanca. Ella parece nerviosa y se mueve rápido, pero solo consigue derramar un poco más de café. Me hace gracia verla así, ella se percata y me lanza una mirada de enfado. Me acerco para ayudarla.

-No te preocupes. -Dice cuando ve que he cogido una servilleta.

-No es nada.

Ella aún tiene el croissant en una mano y el café en la otra, por lo que cuando le acerco la servilleta no puede cogerla. La veo un poco inquieta y no puedo evitar acordarme del primer día en el que sentada y cruzada de piernas se atrevió a decir lo que pensaba sobre mi comportamiento con Alicia. No puedo evitar sonreír al recordarlo y cuando vuelvo para mirarla me percato de que está sonriendo absorta aún con las manos ocupadas. Acerco la servilleta a su boca y ella da un paso atrás, así que antes de hacer nada pregunto:

-¿Puedo? -Digo poniendo la servilleta cerca de su boca y con la otra mano sujetándole la barbilla hacia arriba para que no siga manchándose. Ella no contesta, solo asiente con la cabeza. -Bien, veamos.

Deslizo suavemente mi dedo envuelto en servilleta por la comisura derecha de sus labios. Sin darme cuenta recorro sus labios con mi dedo hacia la comisura izquierda hasta que su labio empieza a temblar, lo que me hace advertir que todos nos están mirando. La miro a los ojos y ella aún está pendiente de mi dedo que sigue en sus labios, un poco introducido, porque al posarlo los labios de Valeria se han abierto un poco dejando paso a mi dedo índice. Al fijarme en ello una corriente caliente me recorre el cuerpo y me pongo roja. Aparto mi dedo de su boca y sin querer rozo con mi mano su rostro. Está ardiendo. Me invade la vergüenza y me dirijo a toda prisa a mi despacho. Cierro la puerta de inmediato y me apoyo en ella.

-Dios, qué calor hace aquí -Digo mientras me aireo el cuello de mi blusa. Alguien intenta abrir la puerta y esta rebota en mi espalda. -Ay, qué daño. -Me quejo mientras me aparto.

-Lo siento, ¿estás bien? -Pregunta Valeria.

-Sí sí, pasa.

Valeria atraviesa la puerta y la cierra. Se queda de pie frente a mí sin decir nada. Nos observamos unos segundos y cuando nuestros ojos se encuentran ambas desviamos la mirada. Ella camina hacia su mesa y empieza a ojear los papeles que dejé el último día para que hoy se ocupara de ellos. Mis ojos recorren su cuerpo una y otra vez hasta que toma asiento.

-¿Empezamos? -Dice Valeria sacándome de mi enajenación.

Comenzamos a trabajar cada una concentrada en lo suyo, aunque en alguna ocasión giro mi rostro para verla y la atrapo observándome. Otras, la encuentro concentrada en la lectura de los documentos con uno de sus dedos acariciando sus labios imitando el recorrido que hizo el mío anteriormente. ¿Cómo puedo decírselo? ¿Y si me rechaza de nuevo?

-Valeria.

-Julia.

Decimos al mismo tiempo. Nos observamos riéndonos y le hago un gesto para que empiece a hablar.

-No, no. ¿Qué quieres decirme tú?

-Por favor, adelante. -Digo porque no me atrevo a decírselo y así puedo ganar más tiempo.

The eyes never lieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora