17: El Gavilán Verde

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Un mes suena a un tiempo corto. Son solo 30 o 31 días. Pueden ser perfectamente el tiempo de espera para un viaje deseado, o para la llegada de un ser querido, incluso para empezar un nuevo trabajo o para que termine el año. Durante un mes Chantal ha ido conociendo más y más el mundo de los rastreadores de almas sin saber exactamente cuál era su rol ahí. Solo sabía que si a su madre quería rescatar debía de aprender más y más.

Lo había estado haciendo. No había una clase que se saltara. Tenía varios cuadernos llenos de anotaciones, compartía horas con Timothee en la biblioteca intentando ponerse al día con tod al ainfromación que le había sido ocutlado en 18 años de vida, pero cada mañana al despertar y asomarse por la diminuta ventana junto a su cama miraba el mar. Sacaba su brazo intentado sentir el exterior y encontrar la forma de hayar a su madre. Philippe le había prometido que la encontraría, pero comenzaba a pensar que esa promesa podría tomar mucho más tiempo que solo un mes, incluso podían ser años. Cada noche que junto a Kira y Timothee iban al bosque de Bárbul a entrenar Chantal le preguntaba con ansias a Philippe si sus contactos habían vuelto a ver a Alec o a su madre, teniendo respuestas vagas e inciertas que no saciaban su ansiedad. Aquello aumentaba un sentido de desconfianza y perdida que se asentaba en su ser en la medida que el mundo de Khelia se le hacía cotidiano, al menos dentro de las paredes de El Nido, en donde se había vuelto una rutina el despertar a la misma hora, vestirse y acudir a interminables clases donde sí o si tenía que demostrar sus capacidades, porque sobre ella reposa la leyenda de la garza blanca.

Sin embargo, sus poderes solo salían a flote cuando sus emociones se exacerbaban y eso también la indignaba. Se sentía quizás igual de impotente que Timothee quien era quizás su único consuelo. En vista que a diferencia de ella, este no podía ni siquiera liberar una sola gota de aurisal, pero los profesores eran pacientes, Philippe también quien trataba de aislar de su memoria el momento en el que murieron sus amigos. Las tensiones habían bajado y la chica se sentía agradecida de sobremanera al contarle que su madre estaba viva, pero... No era suficiente. Mientras buena parte de sus compañeros disfrutaban la estadía en aquella gran cueva llamada El Nido ella se sentía cada vez más vacía, como si fuera un androide programado para actuar de forma mecánica. No había noche en donde no se durmiera pensando en Mary Claire y ni hablar de Henriette. La culpa la asestaba como una visitante ya bien conocida por ella. "¿Debí quedarme?" Se decía para sus adentros cuando miraba el mar desde su ventana, pero luego se respondía que eso no hubiese cambiado nada, incluso no estaría en El Nido sino muerta.

Y de la muerte solo podía sacar dos cosas, por un lado que ella estaría en paz y por otro que su familia sufriría su pérdida, pero ella prefería eso a saber que por su culpa una estaba muerta y la otra cautiva. Desde la primera noche en la que entrenó con Philippe Chantal ha buscado sin descanso una manera de escapar del palacio, pero es imposible. Los tuneles nunca parecen tener final y las aves ignoran sus peticiones aún cuando les ofrece comida y les llora tratando de darles lástima. Un mes después entiende que la función del cambio de pasillos de El Nido no solo obedece a una estrategia de protección, sino a una manera de evitar que estudiantes escapen. Quizás no es el escenario más común. Hasta los momentos no hay nadie que haya conocido que quiera irse, más bien todos parecen querer quedarse y seguir aprendiendo.

Desde el bosque de Barbul solo se encuentra con un entramado de acantilados y kilómetros y kilómetros de bosque que no la llevan a ningún lado. Si busca salidas al mar, este es tan violento que tan solo al meterse al agua es como si esta la vomitara de nuevo en la arena o contra las piedras y ya se ha dado algunos golpes que no quiere repetir. En la biblioteca ha buscado de manera desesperada algún libro que muestre un mapa de la escuela pero no existe o al menos no lo ha encontrado y desde hace unas dos semanas los profesores parecen estar más pendientes de Chantal que en los primeros días, principalemnte Marine Krakauer que ha aprovechado cada clase para ridiculizarla en público y resaltar su parecido con Sabrina.

Rastreadores de Almas y el Faro de OrienteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora