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En la mansión Nishikino

- ¡Maldición! - Maki había estado encerrado en su habitación tocando el piano desde que regresó de la escuela, después de haberse dado cuenta de sus sentimientos y haber hablado con sus dos amigos sobre su descubrimiento se sintió abrumado, creyó que tocar un poco le ayudaría a despejar su mente, pero no paraba de equivocarse en cada nota, apenas y leía las partituras frente a él, con cada segundo que pasaba se sentía más molesto consigo mismo ¿Cómo estaba dejando que sus sentimientos lo abrumaran? A él que siempre había sido tan recto, reservado, tan centrado con sus emociones - quizá lo mejor sería salir a caminar -

Se levantó a buscar algunas de sus pertenencias, así como su abrigo, los días se estaban volviendo más frescos conforme se acercaba más el invierno

- ¿A dónde va, joven Maki? - una de las sirvientas de su casa lo había visto bajar y dirigirse al living para ponerse los zapatos -

- Oh, hola nana Yu, solo saldré a caminar un rato, necesito despejarme - habló amablemente, Nakamura Yu es una de las sirvientas que más tiempo a trabajado con la familia Nishikino, prácticamente fue ella quien crío a Maki en lugar de sus padres que siempre estaban en el hospital - y sabes que mientras mis padres no estén puedes llamarme solo Maki - 

- No hay problema, sus padres avisaron que no llegarían a cenar ¿Quieres que preparemos algo en especial? -

- Vaya sorpresa - dijo con ironía - cualquier cosa estará bien, nana -

- ¿Una sopa de tomate estaría bien? - si su niño la estaba pasando mal sabía que su platillo favorito seguramente lo animaría - 

- Más que bien, gracias nana - sonrió en dirección a la mujer mayor, terminó de ponerse los zapatos y se acercó a la puerta - nos vemos luego -

- Ve con cuidado, y si necesitas que alguien te recoja no olvides que puedes llamar a Sato -

- Lo tendré en cuenta, adiós - 

Al salir de su casa miró alrededor del vecindario, no había mucha gente afuera en ese momento, lo que era raro a esa hora del día, tomó sus audífonos y puso música mientras comenzaba con su caminata mirando lo que sucedía en las calles por donde pasaba 

- ¿Debería hacer algo respecto a Nico-chan? - en algún punto comenzó a pensar de nuevo en su pequeño problema ¿Realmente sus sentimientos por ella serían lo suficientemente fuertes como para hacer algo respecto a ellos? En su joven vida nunca le había interesado estar en un aspecto romántico con alguien, pese a que desde que era pequeño escuchaba a otros niños sentir algún cariño por otros. Siguió caminando sin un rumbo fijo durante quizá veinte minutos más, ni siquiera se sentía cansado y eso que cuando se dio cuenta estaba entrando al centro de Akihabara, había caminado bastante sin darse cuenta, el problema fue, que en ese sitio si que había muchas personas, lo que de cierta manera estaba abrumando sus sentidos, entre sus rápidos pensamientos recordó un parque algo alejado del centro donde no debería haber demasiadas personas - 

Al llegar suspiró con alivio, la poca agitación que había a los alrededores y la brisa ligeramente más fría lo hacían sentir relajado, se permitió cerrar los ojos y disfrutar de esas sensaciones, hasta que un balón impacto de lleno en su cara, cayó al pasto sosteniendo su nariz con fuerza 

- ¡¡Maldición!! - sintió liquido tibio salir de su nariz, genial, estaba sangrando - 

- ¡Kokoa mira lo que hiciste! - 

- Kokoa mala - 

- ¡¡No fue mi culpa!! Kotaro me quería quitar la pelota - escuchó distintas voces de quienes suponía eran niños al menos eso pensó por sus tonos de voz, no lo culpen, seguía con los ojos cerrados por el dolor del balonazo - 

Cartas de amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora