── ¿Es tu primera vez yendo a la playa? ── pregunté mientras el vagón se iba llenando poco a poco y él observaba con curiosidad nuestro alrededor.
── Lo es, ¿tú has ido alguna vez?
⠀⠀ Sus luceros, que volvieron a ser tan bonitos como de costumbre, me miraron con emoción, así como la noche en la que me explicó sobre la vida de las estrellas.
── Nunca he tenido oportunidad de ir, así que también es mi primera vez ── respondí justo antes de que el tren indicara que las puertas se cerrarían.
⠀⠀ Xingchen peinó mis mechones con cuidado, al mismo tiempo que sus rosados labios formaban una medialuna.
── Me encanta que siempre hagamos cosas nuevas juntos ── suspiró con ternura, y yo tomé la mano que acariciaba mi cabello para posar mis labios en sus nudillos.
── Vayamos a elegir anillos de pareja cuando volvamos de la playa.
⠀⠀ La misma mano que besé tiró con primor del cuello de mi camisa para poder acortar nuestra cercanía, y si no hubiese sido por profusión de miradas sobre nosotros, nuestra muestra de amor hubiera sido más que un cosquilleo en nuestras mejillas.
⠀⠀ El viaje se pudo resumir en tímidas risas y cariñosas miradas, aunque la excesiva vehemencia de la bienvenida con la que nos recibió los ánemi al bajar de la estación se llevó parte de esa pequeña burbuja nuestra.
── Debimos haber venido en verano... ── suspiró en un tono risueño mientras se abrazaba a sí mismo ── ¡pero no pasa nada! Así el océano no se sentirá solo con nuestra presencia.
⠀⠀ Reí ante aquel tierno comentario y tomé su mano antes de comenzar a correr hacia el lugar donde el océano y el cielo se unían, sin importarme el frío viento golpeando mi rostro y mucho menos las personas ajenas a nosotros.
── Cuanto antes vayamos menos soledad sentirá ── fue lo único que comenté hasta llegar a la playa, lo que provocó que mis oídos fueran bendecidos por su dulce y sinfónica risa.
⠀⠀ Xingchen no tardó en quitarse los zapatos para adentrarse a la playa, y yo no pude evitar imitarlo, y quizás fue por la apacible arena bajo nuestros mojados pies descalzos, o por lo acogedor que se sentía las aguas de Oceanus, o quizás porque los soplidos de la eolionimia se habían llevado con ellos todas nuestras preocupaciones, que hizo que en el olvido quedara todo nuestro sufrimiento acumulado.
⠀⠀ Hasta que las olas chocaron fuertemente entre ellas y trajeron de vuelta toda la angustia que había desaparecido justo al amanecer.
⠀⠀ Xingchen dejó de caminar cuando notó que dejé de seguir el camino que sus pasos habían creado en la arena, el cual poco a poco se iba borrando por el vaivén del océano, mas su mirada no estaba sobre mí.
── ¿Es porque la sinceridad de mi corazón no es suficiente para ti que no eres capaz de confesarme eso que tanto te hace sufrir?
⠀⠀ Al mismo tiempo que las olas volvían a romperse, Xingchen se giró a verme tras escuchar mis palabras, con sus ojos llenos de desconcierto y miedo.
── Mizuki, no digas eso ── me respondió con un leve temblor en la voz, y ese viento que tanto parecía querer echarnos del lugar parecía estar empujándome para darme valor a acercarme a él.
── ¿Entonces es debido a que mi amor no llena lo suficiente tu corazón?
⠀⠀ Y fue ahí cuando rechacé, por primera vez, un beso suyo, puesto que era consciente de que con esa unión mis palabras volverían a estar selladas y guardadas en mi pecho.
⠀⠀ Sus manos, que agarraban mi camisa después de haber sido apartadas por mí, comenzaron a temblar junto su cuerpo, y antes de poder preguntar y pedirle que levantara la mirada, escuché el primer sollozo de tristeza de Xingchen.
── Mizuki, me voy a morir, Mizuki ── susurró mientras se acercaba más a mí, en busca de un abrazo que no le pude otorgar inmediatamente debido a su confesión.
⠀⠀ Cada disculpa y palabra que escuchaba entre su llanto era un nuevo trozo cristal roto clavado en mi pecho, un nuevo sentimiento de asfixia, y una nueva quemadura en mi piel, a tal punto que en mi mente no podía pensar más en otra cosa que en sus lágrimas sobre mi hombro.
⠀⠀Y en que me encontraba abrazando una estrella.
» jessica, ©herbonhomie
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abrazando una estrella
Romanceestamos formados por polvo de estrellas y, sus ojos brillosos, me lo confirman.