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── Si yo soy una estrella, ¿por qué no te llamas tú Luna? ── dije al pequeño minino con un pelaje del color de la noche, y con unos ojos azules como el del día

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── Si yo soy una estrella, ¿por qué no te llamas tú Luna? ── dije al pequeño minino con un pelaje del color de la noche, y con unos ojos azules como el del día.

⠀⠀ Sonreí al ver cómo se escondía en la bufanda que le había regalado para protegerse de la fría lluvia de estrellas blancas.

── Mañana trataré de venir a darte comida, ¿sí? ── y sentí cómo mi leve dolor de cabeza desaparecía durante un instante al recibir un pequeño maullido de la gata que acababa de conocer.

⠀⠀ El frío invierno me parecía eterno, más cuando el céfiro se volvía más violento al mismo tiempo que mi sufrimiento, y el que en mi campo de visión estuvieran tantos rostros desconocidos sólo hacían que mis pensamientos me consumieran cada vez más.

⠀⠀ Incluso las estrellas, tanto las que se encontraban brillando en el cielo como las que bajaban de este para acariciar mi cabello y crear un blanco camino hacia mi hogar, no parecían ser tan bonitas como recordaba.

⠀⠀ Y fue entonces que, después de seguir con la mirada a un tierno copo de nieve, nuestras miradas se conectaron por primera vez.

⠀⠀ Sus ojos almendrados se veían tan bonitos como Mercurio, su cabello tan suave como su bufanda de lana, y sus labios tan rosados como su rostro sonrojado tras verme sonreír.

⠀⠀ Y no fue hasta una fase lunar más tarde que pude apreciar su belleza desde cerca, justo cuando estaba absorto en mis pensamientos y disfrutando el petricor.

── ¿Tampoco tienes paraguas? ── fue lo que me preguntó después de estar unos segundos en silencio a mi lado.

⠀⠀ Su grave voz, al igual que el cantar de la lluvia, transmitía paz y serenidad, y no podía evitar pensar en querer escucharlo más.

── Mi hermana vendrá pronto con una ── respondí tras ver cómo, de nuevo, su rostro se teñía del color de las camelias con nuestro contacto visual.

⠀⠀ ¿Tan bonito le parecía?

⠀⠀ Sus manos apretaron suavemente su negro paraguas, y yo no pude evitar dedicarle una sonrisa, la cual me devolvió tímidamente.

── ¿Te importa si me quedo aquí? Estoy esperando a alguien ── dijo, y su tono tan delicado como la nieve a nuestro alrededor hizo que mi corazón bailase con intensidad.

⠀⠀ ¿Cómo te llamas? ¿Te gusta el invierno? ¿Te importaría si nos volvemos más cercanos?

⠀⠀ Todas esas palabras querían salir de mis labios pero, al igual que el reloj en su mano seguía avanzando, mi cuenta atrás también lo hacía, por lo que, del mismo modo que la nieve a nuestro alrededor iba desapareciendo, el deseo de atar nuestro hilo rojo en nuestras manos se fue desvaneciendo.

⠀⠀ Apreté suavemente la hombrera de mi mochila, como si así pudiera suprimir mejor mis sentimientos, pero todo ello casi fue en vano cuando nuestros luceros se encontraron de nuevo.

abrazando una estrellaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora