Jungkook y Taehyung son una pareja de padres jóvenes que harán lo que sea por sus hijos.
"Estamos en esto juntos, ¿no?" Taehyung le preguntó besando su mano.
"Sí" el omega lo miró a los ojos y le acarició el cabello húmedo, hundiendo los dedos en él...
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¿El amor adolescente era realmente amor o la simple manifestación de un montón de hormonas alteradas?
Jungkook no sabría responder esa pregunta y tampoco le importaba a decir verdad, porque le era más los labios que tenía sobre los suyos, las manos que acariciaban su cintura, sus dedos peinando el cabello negro que tocaba y el cúmulo de sensaciones que le generaba toda la situación.
La euforia de estar entre los arbustos besando a un alfa cuando debería estar almorzando en el comedor con su grupo de amigos, la emoción por ser besado y tocado por la persona de la que se estaba enamorando y el deseo de que esta dicha sea eterna.
No le molestaba la ligera brisa gélida que entraba por las costuras de su ropa, ni la rugosidad de los ladrillos a sus espaldas, ni el miedo de ser descubiertos.
Todo era una experiencia nueva y exótica para él.
Por eso se rio entre el beso e hizo que Taehyung se separara para mirarlo.
"¿Qué pasa?" Le preguntó, también sonriendo porque para él la risa de Jungkook era la más hermosa que había escuchado.
El omega afianzó los brazos alrededor del cuello de su alfa y lo acercó, olfateando su aroma y hallándolo tan exquisito como la primera vez que lo olió.
"Nada" susurró atontado.
Taehyung se mordió el labio inferior mientras se balanceaba entre sus pies y arrastraba a Jungkook a ese adorable baile.
"¿Y por qué sonríes?"
"Porque me gusta estar contigo" contestó con las mejillas rojas al igual que sus labios producto de la sangre alborotada que percolaba por su piel. "Porque me siento seguro"
El alfa suspiró.
"A mi también me encanta estar contigo"
La sonrisa cómplice fue de parte de ambos porque los dos sentían esa conexión, ese presentimiento de que la manera en que se miraban era especial y difícil de encontrar dos veces en la vida. Jungkook había escuchado la leyenda de que todo omega tenía su alfa destinado y ahora, con el olor a menta en su olfato y el sabor a frambuesa en sus labios, está comenzando a creer que aquello podría ser algo más que una simple leyenda.
Jungkook suspiró extasiado cuando los labios del alfa volvieron a los suyos y se apropiaron de ellos, tal como el omega lo deseaba. Lo abrazó, queriendo tenerlo consigo el todo el tiempo que pueda.
Pero ese tiempo, efímero como la existencia humana, concluyó cuando la campana del recreo sonó.
Se separaron, Jungkook gruñó.
"No quiero ir a clases" se quejó, lanzándose de nuevo al alfa. Éste lo sostuvo de los hombros.
"Por más que quisiera besarte todo el día, tenemos que ir a clases" dijo, tratando de resistirse al adorable puchero que Jungkook le hizo.
