Especial: Cinta roja

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Chimon pasó su tarjeta por la cerradura y abrió rápidamente la puerta de la habitación que compartía con una estrella de rock.

-Perth, siento mucho- dijo mientras se apresuraba a entrar- pero con Nanon que se ha ido a casa y...- se detuvo, dándose cuenta de que estaba hablando a una habitación vacía-. ¿Perth?

Se acercó por detrás del sofá y miró por encima de él pero su amante no estaba allí tirado. La PlayStation 5 y sus controladores estaban escondidos en el centro de entretenimiento debajo de la televisión en la pared. Todas las lámparas de la habitación menos una estaban apagadas.

Había dejado a Perth jugando hacía una hora, atendiendo una llamada de emergencia que había recibido del hotel. Excepto que no había sido realmente una emergencia, era un cliente enfadado, rico, que insistió en decirle al gerente que el servicio de habitaciones era lento.

<<Bueno, por supuesto que era lento>>

Era Navidad y el personal probablemente estaba sólo un poco distraído por la no oficial fiesta de la que Chimon tuvo la gentileza de no darse cuenta, siempre y cuando todavía se cumpliera con el servicio a los clientes. Pero había tenido que escucharla perorata del hombre y asegurarle que el personal iba a ser reprendido.

Chimon se quedó mirando la televisión en silencio. Música de Navidad se colaba desde el dormitorio ¿Perth se había ido a la cama? No eran ni las nueve, absurdamente temprano para él, aunque ambos habían estado la mayor parte de la noche anterior despiertos. Habían pasado la Nochebuena y esta mañana en casa de View, disfrutando del ánimo navideño de las jóvenes sobrinas de Chimon. Pero esta noche se suponía que era para él y Perth. Su primera Navidad como una pareja casada.

Chimon suspiró, cerrando los ojos ante la derrota. Su culpa. No debería haber salido. O él debería haber aceptado que se fueran por la noche como Perth había sugerido. Giró hacia la puerta del dormitorio cerrada y se dirigió hacia ella, dispuesto a afrontar las consecuencias.

Chimon vio el trozo de ancha cinta roja, de imitación terciopelo que salía de debajo de la puerta, iluminad por una luz suave que se asomaba por la rendija. Deteniéndose, se inclinó para recogerlo pero resultó ser más de lo que pensaba. Tiró hasta que encontró resistencia.

Frunció el ceño y se apartó para poder abrir la puerta sin soltar la cinta. Se detuvo luego de cruzar el umbral.

Y se congeló.

Perth estaba despierto. Y mucho. Estaba estirado en medio de la monstruosa cama que había insistido en comprar, con la espalda apoyada contra la cabecera, una pierna estirada delante de él, la otra doblada. En sus manos sostenía un par de tijeras y un rollo de cinta azul brillante. El rojo, según parecía, procedía de un carrete entero que se envolvía alrededor de las extremidades desnudas de Perth. Pero no sólo cinta de color rojo. Verde, amarillo,, oro y plata, también en filamentos gruesos y delgados, sin problemas enrollados en los musculosos brazos y las hermosas piernas de Perth, y el torso esculpido.

Una ramita de muérdago estaba atada con un lazo rojo alegremente justo por encima de la oreja izquierda de Perth. Dos velas con aroma de canela colocadas en las mesas junto a la cama, proporcionando la única iluminación a la magnífica escena.

Perth sonreía, esa sonrisa amplia que Chimon amaba, una de lobo que hacía que el cuerpo de Chimon doliera por estar cerca.

-Ya has regresado.

-Has estado muy ocupado.- Chimon se echó a reír, levantando el final de la cinta roja.

La cinta se enrollaba alrededor del tobillo de Perth hasta terminar atada en un moño suelto alrededor de la base de su pene.

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