Capítulo 10

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10

Will


Coloqué el celular de forma vertical encima de mi escritorio listo para hacer una video llamada.

No batallé en explicarle y que entendiera, Pequitas como hacer una.

Esperé durante varios segundos, pero no entraba ninguna videollamada al celular.

Me paré por una cobijita y volví a sentarme, mientras acomodaba el pedazo de tela sobre mis piernas.

(ღ)

Mantenía la cabeza en el respaldo de mi silla, mirando hacia el techo, frotando mi dedo índice y pulgar de mi mano izquierda.

Ya ni sabia cuanto llevaba esperando.

Sentía que me haría viejo aquí.

Hasta que, en la pantalla del celular, la solicitud de una videollamada entrante la iluminó.

Pequitas <3
Videollamada

Contestar        Rechazar


Una media sonrisa apareció en mi rostro mientras arrastraba el icono de contestar.

En ningún momento quité mi cabeza de la silla.

Una Claris curiosa se mostró en la pantalla.

—¿Hola? —dijo, viéndose medio desorientada.

—Hola —contesté de forma simple.

—¿Huh?

—¿Por qué esa cara de confusión, pequitas?

—¿Puedes verme?

—Claro.

—Ay —exclamó de un momento a otro y ya no era el panorama de su rostro el que percibía sino ahora el techo de su habitación.

Se le había caído el celular a la pobre.

—Uy, que torpe —molesté.

—No soy ninguna torpe, torpe —dijo, mientras volvía a parar y acomodar el celular.

Sopló hacia flequillo para luego acomodarlo.

Puso sus manos encima de su mueble y volvió a fruncir sus cejas.

—Si tú puedes verme ¿Por qué yo no puedo verte? Dijiste que esta forma era para que los dos pudiéramos vernos.

—Eso es porque yo le puse el no compartir mi cámara.

—Entonces ¿qué chiste tiene esto? Si no me vas a dejar verte.

Le piqué al icono de cámara del celular para que se comenzará a compartir mi bello rostro. Sus ojos se toparon con los míos al instante. Le di una sonrisa completa y pregunté:

—¿Ahora me ves?

—Si.

—¿Puedes apreciarme?

—Si.

—¿Segura?

Estaba intentando molestarla.

—Si.

—No te escucho, ¿Qué? —mostré mi oído derecho.

—Si, Will —regresé a ella—. Lo hago, ¿feliz?

Despegué mi espalda de la silla, y puse mi mano buena en el escritorio. Me quede mirando detalladamente la pantalla. Y en un instante ya me encontraba contando las pecas de su hermoso rostro.

Querida ClarisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora