Capítulo 05

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05

Claris

—¿Lista? —mamá preguntó por quinta vez.

Pero Will no había llegado, talvez solo venia un poco atrasado por el tráfico.

—Solo cinco minutos más —dije, acomodándome en la orilla de la camilla.

Mamá caminó hasta mí, tomó el cierre de mi suéter y lo cerró.

—Okey —acarició mi mejilla—. Firmare el último papel y después nos iremos.

Asentí.

La vi salir de la habitación, pasé la mirada al reloj y luego al teléfono, esperando, aunque fuera un mensaje de Will diciendo que estaba por llegar, pero nada.

Así pasaron los minutos, y él nunca apareció.

—¿Cariño? —mamá me llamó desde la puerta.

Solo me levanté y caminé hasta ella.

—No ha llegado —dije.

—Seguro nos lo encontramos en la salida —contestó, acomodando un mechón detrás de mi oreja.

Caminamos hasta la salida.

Ya afuera mamá le hizo la parada a un taxi. Moví mi cabeza hacia los lados intentado encontrarlo.

Pero nada, el taxista nos ayudó a subir una mochila donde traía mis libros y otra donde tenía mi cambio de ropa.

Miré la hora en el celular:

12:23 p.m.

Subimos al taxi y me dedique a mirar por la ventana hasta que el taxista arrancó. Miré a mamá y ella toma mi mano regalándome una sonrisa, la cual devolví sin muchos ánimos.

Will

Corría lo más rápido para llegar al hospital. Procuraba que las flores que compre para Claris no se maltrataran.

Cruce la calle sin mucho cuidado y el pitido de un auto se escuchó.

—¡Ey! —gritó el conductor.

—Lo siento —apenas logré decir y continué corriendo.

Vi el hospital a una cuadra. Observo para cruzar y no volver a correr el riesgo de que me atropellaran.

Llegue al hospital y antes de entrar cheque la hora:

12:25 p.m.

Diablos, iba demasiado tarde.

Entré rápido al hospital y me dirigí a la recepción.

—Buenos días, señorita, busco a la paciente de la habitación 301—dije apenas.

—Permítame un momento, por favor—la mujer tecleo algo y después de unos segundos la vi fruncir el ceño y mirarme—. Disculpe, pero la señorita de la habitación 301, ha sido dada de alta hoy.

—Si eso lo sé, podría pasar a su habitación.

—Perdón, pero me refiero a que ya no se encuentra en la habitación.

—¿Qué?

No.

No podía ser.

—Gracias—solo eso respondí.

Caminé cabizbaja hacia la salida.

Había llegado tarde, debí correr más rápido. Me dirigí hasta un pequeño parque cercas del hospital. Me senté en una de las bancas mirando las flores.

Querida ClarisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora