09. Secuestro.

541 44 11
                                    

Al inicio del apocalipsis había tres tipos de personas, las que lo afrontan, las que piden ayuda a los demás y las que se esconden.

Lo que hizo Keleff fue observado por las personas que se escondían como ratas de alcantarilla. Uno de ellos gritó: — ¡Keleff, por aquí!

Quien llamó fue el viejo gordito, antiguo jefe de Keleff, cuando vio lo poderoso que era Keleff inconscientemente quiso pedirle ayuda, pero cuando reconoció al omega que luchaba en los brazos de Keleff su expresión palideció, se preguntó si ya era demasiado tarde para fingir locura.

Keleff abrazó felizmente al omega, sin tomar en serio su enojada pelea de gatito, él lo tomó con buen humor, besando su rostro con cariño.

¡¡¡¡Te mataré!!!!— Joya luchó aún más fuerte, pero por alguna razón su cuerpo no respondió.

Ja, ja, ja maldita sea, me gustas tanto que incluso la forma en que me amenazas es tan emocionante.

Se dirigió en dirección a su antiguo jefe y sus secuaces, quienes lo miraron con ojos llenos de horror. Realmente no los culpa, tal vez sea el único que esté lo suficientemente loco como para secuestrar al tesoro de una de las familias más poderosas.

Keleff.. Tú… eres muy valiente — Elogió sarcásticamente el jefe, en realidad creía que Keleff era muy estúpido, pero no se atrevía a decir eso.

Keleff puso los ojos en blanco. —Viejo, deja tus halagos baratos para los demás, como habrás notado, tengo superpoderes, si quieres sobrevivir al fin del mundo necesitarás personas como yo. Propongo cooperación, aunque tampoco me importaría silenciarlos a todos.

¡Que dijiste arrogante!— Uno de los secuaces reaccionó mal.

El jefe le hizo un gesto para que se callara, había visto el extraño poder que salía de las manos de Keleff. Con ese poder había podido derrotar a ese guardaespaldas de élite, no tenía muchas esperanzas de poder vencerlo. Además, con los eventos anormales, quién sabe si una nueva Hera está a punto de comenzar.

Cooperemos.

Sabía decisión— Keleff relajó su vigilancia. —Cuida al guardaespaldas, mantenlo vigilado, no quiero que me moleste.

El guardaespaldas no pudo resistir cuando fue arrastrado y atado por unos alfas, lleno de odio, advirtió a Keleff. —Si pones una mano sobre el joven maestro, te aseguro que sufrirás un castigo peor que la muerte, ¡No podrás escapar de la ira de la familia Murong y la familia Ji! El joven maestro tiene un hermano poderoso y un prometido que controla el país entero, no podrás escapar. ¡Aún estás a tiempo de arrepentirte!

Keleff sonrió con picardía. —Este es el fin del mundo, ¿realmente crees que me importa si vivo o muero en un mundo como este?

Ignoró al guardaespaldas y abrió una habitación de una patada.

¡Bruto!—Joya chilló. En un arrebato de ira lo mordió sacándole sangre, pero aun así Keleff no lo soltó, abrazó su cuerpo con más fuerza.

El olor a sangre estímulo a los rígidos zombies que se pegaban a las ventanas del club, golpeándose la cabeza como locos. 

¡Waaa! Keleff, haz algo, estas cosas van a entrar... Están entrando. ¡Waaa! Están a punto de romper el cristal. ¡Nos comerán!—gritó desconsolado el jefe.

Si sigues gritando, te aventaré a los zombies, solo refuercen las ventanas y esperen a que salga cuando termine—Respondió Keleff y miró al omega con reproche. —Muy mal bebe, mordiste en el lugar equivocado, mi glándula estaba un poco más arriba.

¡Deja de tocarme!— Si fuera un erizo se habría esponjado con sus espinas.

Pero quiero tocarte—Keleff metió su mano dentro de la ropa del omega, acariciando su espalda y cintura. —Tu piel es tan suave que se siente bien al tacto.

Los ojos de Joya se llenaron de lágrimas, levantó la mano y abofeteó a Keleff. —¡Bestia!

Para ser un omega la bofetada fue muy dura, a Keleff se le rompieron los labios. Su expresión se oscureció y miró al omega como un depredador.

Es irónico cómo te enferma, que te toque yo, pero cuando Lyon lo hizo parecías disfrutarlo. ¿No estás siendo hipócrita?

Joya hizo una linda cara de incomodidad, sin acostumbrarse ser tocado.

Keleff se rio enojado. —O piensas que mis humildes manos de campesino no merecen tocar tu noble piel. 

No entendía por qué solo él se enamoró a primera vista, todo este tiempo siempre fue solo él quien soportó la ansiedad, la obsesión y el hambre de amor, que ni cuenta se dio cuando comenzaron los síntomas, cuando quiso detenerlos fue tarde.

Qué frustrante no poder librarse de ese sentimiento, que lo asfixia hasta el punto de sofocarlo. Le faltaba el aire cada vez que pensaba en ello. Se está volviendo loco y paranoico, su salud mental no es saludable y sabe que necesita ayuda profesional.

Pero en esta situación a quien le contaría sus problemas, ¿a los zombies?

Un beso. Es todo lo que te pido y te dejaré ir.

No... No puedes..— Joya que guardo celosamente todas sus primeras veces para su marido entro en pánico, sus ojos involuntariamente se llenaron de lágrimas.

Keleff maldijo mirando esos ojitos seductores. No sabía si Joya le estaba pidiendo clemencia o que lo follara hasta dejarlo sin sentido. —.

Sus labios capturaron los labios rojizos del omega, tratando de succionar toda su dulzura. Estaba delicioso, tan suave y fresco... Solo el color rojizo fue suficiente para perderse en la satisfacción visual.

El dulce beso se volvió un poco salado por las lágrimas del omega que fue abusado. Durante el beso, Keleff no se había controlado haciendo cosas un poco más excesivas. Sus manos que sostenían la esbelta cintura dejaron moretones.

Keleff respiró pesadamente sintiendo una felicidad inmensa, por un momento tuvo la ilusión de que Joya era suyo. —Perdón, ¿fui demasiado brusco? No quise lastimarte, es solo que tus labios son tan dulces... No puedo tener suficiente... Quiero más...

¡Lunático!— Joya giró la cabeza evitando el beso, se secó la boca sintiéndose sucio por haberle sido infiel a su prometido.

Al ver la acción de rechazo, una furia lo invadió. Keleff presionó al omega contra el suelo sin molestarse en llegar a la cama. —Pensaba ser amable

Continuó: —Joya, tú fuiste quien me convirtió en 'esto'. Debes asumir la responsabilidad– Levantó el chaleco sin mangas sacándolo, a pesar de la negativa abrió la camisa blanca rompiendo los botones dejando ver su abdomen lechoso, Joya gritó de terror ante el despliegue. Beso desde el abdomen hasta el cuello que aún estaba protegido con un collar.

El omega emitió un débil llanto, intentando alejar al alfa que llenaba su cuerpo de caricias: Duele.

A pesar de su locura, Keleff seguía siendo gentil, sus ojos reflejaban adoración y sus manos ásperas lo acariciaron amorosamente como si estuvieran tocando un precioso tesoro. —Joya, me gustas tanto… te deseo tanto. No puedo resistirlo más, voy a hacerte mío, seré yo quien te quite la virginidad. Ja, ja, me muero por ver qué cara pondrá Lyon cuando se entere.

🥀El apocalipsis lo hizo posible🥀Donde viven las historias. Descúbrelo ahora