La cura mortal IV

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—Chicos, ¿están listos para lo que viene? —preguntó Brenda. Se encontraban afuera del Berg, al pie de la rampa, a unos treinta metros de un muro de cemento con grandes puertas de hierro.

Jorge lanzó un bufido.

—Había olvidado lo atractivo que era este lugar.

—¿Estás seguro de que sabes lo que haces? —le preguntó Thomas.

—Solo tienes que mantener la boca cerrada, hermano, y dejar que yo me encargue de todo. Usaremos nuestros verdaderos nombres con apellidos falsos. Al fin de cuentas lo único que les importa es que seamos inmunes. Les encantará tenernos registrados. En uno o dos días nos van a rastrear para pedirnos que realicemos alguna tarea para el gobierno. Somos valiosos. Y lo repito una vez más: Thomas, tienes que cerrar tu bocota.

—Tú también, Minho —agregó Brenda—. ¿Está claro? Jorge hizo documentos falsos para todos, y él es un maestro del engaño.

—No me digas —musitó Minho.

[...]

El panel completo rotó dentro de la pared y el dispositivo que había usado Jorge desapareció y fue remplazado por uno nuevo exactamente igual.

—El siguiente —anunció la mujer.

Brenda intercambió una mirada incómoda con Thomas, se aproximó a la máquina y se inclinó sobre ella. El cable le pinchó el cuello, el aparato emitió los chasquidos y concluyó. Ella se apartó con un evidente suspiro de alivio.

—Hacía mucho que no usaba uno de esos —le susurró a Thomas—. Me ponen muy nerviosa, como si de golpe hubiera dejado de ser inmune.

[...]

—¿Qué es ACV? —le susurró Thomas a Minho.

—¿Y cómo quieres que lo sepa?

—Amenaza de Contagio Viral —contestó Brenda antes de que Thomas pudiera preguntarle—, pero no levanten la voz. Aquí resultaría sospechoso que alguien no lo supiera.

[...]

—¿Para qué es el detector? —inquirió Thomas.

—Detecta cosas —respondió Brenda secamente.

[...]

Thomas estaba totalmente maravillado. No podía dejar de estirar el cuello para recorrer con la vista todo el edificio en el que habían ingresado.

—¿Qué es este lugar? —Logró preguntar finalmente—. ¿Quiénes son todas estas personas? —indagó, escudriñando a sus tres compañeros en busca de una respuesta. Jorge y Brenda parecían avergonzados de estar con él. Pero la expresión de ella cambió bruscamente y se fundió en una especie de tristeza.

—Siempre me olvido de que has perdido tus recuerdos —murmuró y luego abrió los brazos para señalar lo que los rodeaba—. Esto es un centro comercial. Ocupa todo el muro que rodea la ciudad y básicamente está compuesto por tiendas y oficinas.

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Thomas no tuvo que explicar nada. Brenda y Jorge habían empezado a trabajar para CRUEL bastante tiempo atrás como para saber quién era Gally, que había sido una especie de marginado en el Área y, cómo él y Thomas se habían convertido en enemigos acérrimos a causa de los recuerdos de Gally que obtuvieron durante la Transformación. Pero la única imagen que Thomas tenía en la mente era ese chico furioso arrojando el cuchillo que mató a Chuck, quien murió en sus brazos.

Después, Thomas había perdido la razón: le había pegado a Gally hasta que pensó que lo había matado. Sintió un gran alivio al descubrir que quizá no lo había hecho… si esa nota era realmente de Gally. Por mucho que lo hubiera odiado, Thomas no quería ser un asesino.

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