*|6|*

163 12 7
                                    

Agradecía que Mitsuki se mantuvo callada todo el camino. Le daba tiempo para pensar. No sabía que pasaría con su madre Masaru, no esperaba una bienvenida acogedora casi era de rutina que lo recibieran molesto. Así que esperaba lo mismo de Masaru. Aunque tenía la esperanza que lo acogiera en sus brazos. No quería admitirlo, pero lo necesitaba.

Medio se arrepentía de acercarse de esa manera a su casa... ¿la de Izuku?, tal vez debió ser un poco más sensato, pero no olió nada de disgusto en Izuku. ¿Tal vez tenía parches puestos? A este punto ya no importa. Sin embargo, esta feliz, logró ver a su hijo. Un niño fuerte y muy alegre. Parecía regordete, no pudo verlo mucho ya que Izuku se lo oculto, pero de lo que pudo ver y oír antes de todo el alboroto era un niño saludable. Izuku estaba haciendo un excelente trabajo como madre. Y solo lo hacía sentir más idiota por dejarlo.

Sus pensamientos se detuvieron una vez su padre apagó el auto.

Llevaba años sin ir a casa de sus padres, mucho antes de haberse ido. Así que estar allí le traía recuerdos. Demasiados. Y mucho de ellos con Izuku. Su Izuku. Pero ahora solo podía pensar en ese maldito alfa mitad mitad y como se lo quería robar. Tenía que desacérese de él.

Su padre le dio el paso libre para entrar y no hablaron en todo el rato esperando a su madre Masaru. No esperaron mucho.

Se escuchó la puerta cerrar y Katsuki se levanta del sofá con la cabeza gacha esperando a su madre. Masaru suspira cansado y se hace camino a la sala familiar. Ahí encuentra su cenizo, hermoso y adorado hijo. Tenía tantas ganas de correr y abrazarlo, arrullarlo en sus manos y decirle lo mucho que lo extraño, lo mucho que lo amaba. Su lado omega quería consentir a su hijo, ver su rostro triste y cansado le dolía en el corazón. Más, no era el momento para eso. Llega hasta él y lo primero que hace es abofetearlo.

Nunca, en los años de vida de Katsuki, había sido pegado por su madre. Nunca. Y los dos... los tres lo sabían. Mitsuki estaba parada un poco alejada para darles espacio pero cuando escuchó la cachetada se acercó un poco más para asegurarse que nada se saliera de control.

Por tanto, ver los ojos abiertos como plato de Katsuki no fue sorpresa. La respiración entrecortada de Masaru tampoco. Ambos estaban en shock.

Masaru es el primero en moverse para abrazar a su hijo. Y llora. Llora desconsoladamente recordando todas esas noches que no pudo. No pudo dormir con Mitsuki pensando que era un mal omega, pensado que había criado mal a su hijo, pensando que todo era su culpa por no haber podido hacer algo por su hijo o por Izuku. Preocupado hasta el cansancio por su pequeño alfa. Porque Katsuki era su pequeño. Su pequeño amor que necesitaba ayuda y le dolía saber que no estaba seguro si se la podría dar.

Lloraba por su incapacidad e insuficiencia para poder hacer algo en ese entonces. No ver la señales, cosa que estaba acostumbrado a ver en Katsuki. Acariciaba su cabello cenizo extrañando cómo se sentía, ya no tenía ese brillo ni se sentía sedoso como antes. Ahora era una maranta rasposa mal cuidada. ¿Cuánto había que no se lo lavaba bien? ¿Habría saltado otras cosas? ¿Pasó hambre en algún punto?

No lo sabía, tampoco quería saberlo, su hijo estaba en casa. Eso era lo que le importaba.

Katsuki le devuelve el abrazo. Masaru era más bajito que él, así que se inclinó un poco para poder abrazar bien a su madre.

-Lo siento, lo siento tanto mamá. Nada de esto fue tu culpa. Fui yo si, todo fui yo- dice conociendo al omega. Conociendo a su madre. Sabía que le dolería hasta el alma cuando se enteró que se fue sin tiempo de regreso. Mierda cuando se mudó lloró un mar de lágrimas. No se podría imaginar ese día, y ahora lo veía. -No lo volveré hacer si, voy a estar cerca siempre- se le escaparon un par de lagrimas. Solo para su madre, era solo para él. Porque no había persona que lo haría sentir tan seguro como su madre... tal vez Izuku, pero nuevamente, lo reconoció muy tarde.

Yo soy TU alfa Donde viven las historias. Descúbrelo ahora