Kara Zor-El y Lena Luthor, dos almas que se cruzaron de manera impredecible, pasaron un verano lleno de amor y deseo, sin revelar sus verdaderas identidades. Fue un tiempo de risas, de caricias bajo el sol y de promesas susurradas bajo la luna. Pero...
En el resplandor dorado del verano, dos corazones se encontraron y se entrelazaron en un baile de amor y pasión. Fue un romance de verano, efímero y brillante como una estrella fugaz, lleno de risas bajo el sol y promesas susurradas bajo la luna. Pero como todas las estrellas fugaces, este amor también tenía que desvanecerse.
A medida que el verano se desvanecía, también lo hacía la máscara de felicidad y amor que habían construido. Una verdad dolorosa se reveló, una que amenazaba con desgarrar el delicado tejido de su amor. La verdad, una vez desenmascarada, era como una espina en el corazón, hiriendo y desgarrando con cada latido.
El amor de verano, que una vez fue dulce y embriagador, se volvió amargo y doloroso. Las risas se convirtieron en lágrimas, las promesas en reproches. El amor que una vez los unió, ahora los separaba, dejando solo el eco de lo que alguna vez fue. Y así, en medio del dolor y la traición, el verano llegó a su fin, dejando solo recuerdos y corazones rotos a su paso.
Tres años después.
Habían pasado tan solo tres años, pero para Lena, cada momento desde el día que conoció a Kara hasta el instante en que esta se marchó de la mansión, parecía grabado en su memoria con una nitidez dolorosa. Recordaba cómo la mansión, que una vez había sido un santuario de amor y felicidad, se había convertido en una trampa llena de Kriptonita verde, diseñada para debilitar temporalmente los poderes de Kara.
Desde aquel día, Lena no había vuelto a tener noticias de Kara, ni había logrado localizarla. Sin embargo, en lo más profundo de su corazón, sabía que Kara la observaba, a ella y al pequeño Liam. Liam, que ahora era la viva imagen de su madre, con sus ojos brillantes y su sonrisa llena de luz.
Los Luthor siempre habían sido enemigos de los superhéroes, una rivalidad que se remontaba a generaciones atrás. Pero Liam era la prueba viviente de que no siempre había sido así. Era el recuerdo tangible de un verano de amor, de un tiempo en que Lena y Kara habían dejado de lado sus diferencias y se habían amado sin reservas.
A pesar de todo, Lena no podía evitar sentir un doloroso anhelo cada vez que miraba a Liam. Veía en él a la mujer que había amado y perdido, y se preguntaba si alguna vez podrían volver a ser una familia. Pero por ahora, todo lo que podía hacer era recordar y esperar.
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La vida de Kara después de lo ocurrido con Lena y el bebé que no pudo ver fue dura, llena de desafíos y pruebas. Tuvo que aprender a vivir con el dolor de la pérdida y la traición, y cada día era una lucha constante para mantenerse en pie.
Para proteger a su familia y evitar cualquier represalia, Kara se vio obligada a tejer una red de mentiras. Inventó historias y excusas, ocultando la verdad de lo que realmente había ocurrido. Fue un acto de equilibrio delicado, y cada día vivía con el miedo de que su fachada se derrumbara.
