Capitulo doce.

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Cuando Elizabeth recibió la noticia de lo que había sucedido con su hija, no dudó ni un instante y regresó a casa. Esta mujer, de apariencia sofisticada y una calma que solía ser contagiosa, perdió la compostura al encontrarse frente a frente con su hija Lutessa. Antes de que la joven pudiera pronunciar una sola palabra, fue recibida con dos fuertes bofetadas y empujada al suelo, donde permaneció mientras sus lágrimas caían. Elizabeth, furiosa como nunca antes, descargó todos sus sentimientos en ella, gritándole para que todos en la mansión escucharan que ella era la única responsable de sus acciones, que todo lo que le había ocurrido se lo merecía. Expresó su profunda decepción de que ella fuera su hija, ya que lo único que esperaba de ella no era que fuera un ángel, sino que fuera completamente leal a su hermana y no a Alexander.

Elizabeth abandonó la mansión con Mike, a quien había liberado de prisión después de que testificara a su favor para limpiar el nombre de su hija. Juntos, se dirigieron en busca de Lena. Cuando la encontró, utilizando todos sus contactos, corrió a abrazarla, besó su rostro y le preguntó con una voz serena si estaba bien. Su hija solo pudo asentir, pero eso no fue suficiente para Elizabeth. Estaba dispuesta a sacrificar todo para que su hija se recuperara lo más pronto posible.

Le indicó a Mike que se encargara de enviar un mensaje a Alexander de su parte, y él asintió, consciente de que su deber era obedecer las órdenes de quien le pagaba una suma considerable de dinero cada mes. Después de hablar con su hija, Elizabeth se retiró al ver entrar a Kara con un niño en brazos. Lo reconoció, sabía que él era su nieto, pero no deseaba acercarse, así que se retiró rumbo a Catco.

Cat y Elizabeth tenían una excelente relación, ya que compartían mucho en común, por lo que no fue una sorpresa para la rubia verla allí. Sabía a qué venía. La reina de los medios se puso a su servicio. Elizabeth no solo quería limpiar el nombre de su hija, sino también castigar a cualquiera que la hubiera hecho sentir inferior.

Elizabeth no estaba allí solo para proteger a su hija, sino también para restablecer el orden y corregir sus errores. Después de que Cat la ayudó y le proporcionó una lista de los medios que habían difamado el nombre de su preciada hija, Elizabeth se marchó satisfecha y regresó a la mansión donde la esperaba Lutessa. Con un semblante completamente serio, le indicó que devolvería a su hermana la fortuna de su padre. Le advirtió que le daría toda su parte y que no dejaría ni un centavo para sí misma. Además, le exigió que resolviera lo más pronto posible su separación de Lucy Lane.

Como era de esperar, la pelirroja intentó resistirse, pero al ver a su madre y todo lo que representaba, no pudo hacer más que bajar la cabeza y asentir. Si intentaba luchar, estaba segura de que las cosas se saldrían de control y que su madre no solo le quitaría todo, sino que también la encerraría en un lugar donde nunca más podría ver la luz del día.

En los días siguientes, todo se llevó a cabo según los deseos de Elizabeth. Utilizó todos los medios legales para castigar a aquellos que habían difamado a su hija y manchado su imagen. Les sacó enormes sumas de dinero, ya que no estaban dispuestos a enfrentarse a los tribunales. A aquellos que habían desconfiado de Lena en la prensa, los hizo despedir de inmediato. Con la ayuda de Cat, publicó varios artículos en los que se contaba la verdad. Lena no era la amante del enemigo, Lena era la esposa de Kara Zor-el, y eso debía ser respetado, les gustara o no.

En el transcurso de una semana, Elizabeth había restablecido el orden. Su hija ahora poseía un patrimonio mucho mayor que su hermano Alexander, a quien Elizabeth, con la ayuda de políticos cercanos y fuerzas de seguridad, había enviado a una prisión de máxima seguridad en Rusia, diseñada especialmente para que nunca pudiera escapar. Además, le entregó una suma considerable de dinero que había recaudado de todos los medios a los que había amenazado directamente.

Después de ver a Lillian tras las rejas y negociar con ella, obtuvo toda la kriptonita verde que su hijo había robado. Esta la entregó directamente a la DEO con la estricta condición de que su nieto y nuera estarían completamente protegidos. Como medio de defensa, se llevó el traje, los planos y algunas armas de su ex esposo. También habló con Superman, a quien le indicó un mejor camino para proteger la ciudad. Este agradeció sus palabras.

Lutessa, su hija, había seguido al pie de la letra todas las indicaciones de su madre y se había marchado a una clínica donde Elizabeth la había ingresado para mejorar su estado mental. Según sus propias palabras, no quería que siguiera cometiendo estupideces que desprestigiaban su apellido.

Cuando todo estaba en orden, los medios y la población ya no acosaban a su hija, decidió volver a verla. Pero antes de entrar a la habitación, oyó un llanto. Su nieto Lucas estaba llorando y una mujer de la agencia estaba muy alterada, intentando calmarlo. Cuando Elizabeth entró a la habitación, la mujer, desesperada por los gritos del niño, su falta de sueño y su poca paciencia, intentó golpearlo. Pero Elizabeth, llena de ira y sin comprender lo que estaba sucediendo, golpeó a la chica y la amenazó con arrancarle todos los dientes con unas pinzas si volvía a intentar respirar cerca de su nieto. Le recordó que lo suyo no se tocaba, porque si se intentaba, el único lugar en el que acabaría cualquiera era en un ataúd.

La mujer asintió, aterrada. Sin embargo, después de que se marchó, Elizabeth decidió dejar las cosas aún más claras. Llamó a Mike, le informó lo sucedido y le indicó con precisión qué debería hacer. Luego, cargó al niño en sus brazos y lo miró unos instantes. El pequeño se calmó en sus brazos y fácilmente se quedó dormido. Con él en brazos, entró a la habitación de su hija, sorprendiendo a la ojiverde.

Elizabeth: Tu hijo es encantador, lástima que se parezca más a ella que a ti.

Lena: Quizás el próximo se parezca más a mí, madre.

Elizabeth: Si es así, ya tendré un digno heredero. - Baja la mirada y lo observa. - Tal vez el próximo heredero tenga un destino más... intrigante que este.

Lena: Podrías dármelo.

Elizabeth: ¿Crees que le haría algo a este niño?

Lena: Para nada, conozco tus límites.

Elizabeth: Hmm. - Le entrega al niño. - Todo está listo para que retomes tu vida con esa muchacha, ¿cómo se llamaba?

Lena: Kara, madre.

Elizabeth: Ah, sí, ella.

Lena: Madre. - Toma su mano. - Gracias.

Lena: Madre, lo que hiciste...

Elizabeth: Lo que hice demuestra que siempre estoy al tanto de ti, Lena. Eres mi hija y eso nunca cambiará.

Lena: Sí... lo sé.

Elizabeth: - Besa su frente. - Mike se quedará contigo para protegerte hasta que considere apropiado.

Lena: De acuerdo.

~ Amante del enemigo. ~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora