capítulo dos

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capítulo dos ; ojos cándidos

Una varita apuntándole a la cara no podía ser nada bueno

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Una varita apuntándole a la cara no podía ser nada bueno.

Theodore pasaba la mirada entre la punta de la varita de aliso de su amiga y el rostro de ella con pánico, intentando mantenerse quieto como le había indicado, pero los ojos serios y concentrados de Aridae no le daban ni un poco de tranquilidad.

  —¡Episkey!—Exclamó ella luego de unos momentos de silencio al prepararse. Viendo como su amigo soltaba una mueca de dolor o sorpresa.

Un par de quejas más tarde, el labio antes roto de Theo se encontraba en perfecto estado junto con otras heridas del cuerpo, ahora tan solo le quedaban ciertas marcas y un par de moretones.

—Mi è sembrato strano [Eso se sintió extraño]—Se quejó Nott antes de palpar levemente su labio inferior con los dedos, notando que ya no se encontraba roto o inflamado.
—¡Ahg, ustedes dos ya dejen de hablar en fascio¹ o bolognesa!—Exclamó Pansy, sentada en la cama de Enzo mientras les arrojaba un cojín.—Nadie los entiende.
—¿Oh? Parece que alguien está asistiendo a clase de Estudios Muggle, no sabía que te interesaba tanto—Dijo Theo con tono sarcástico luego de agarrar el cojín y lanzarlo de nuevo hacia Pansy.
—¿Qué mierda es fascio?—Le susurró Enzo a Blaise, quien estaba recargado en uno de los pilares de madera que sostenían las cortinas de la cama.
—Ni idea, basura muggle—Pero este solamente se encogió de hombros y contestó en el mismo tono de voz.

Pansy y Theo siguieron lanzándose cojines, discutiendo en porque siempre este ultimo tenía que hablar con Aridae en italiano para presumir que era extranjero y como tenía hartos a todos por no poder entenderles.

—¡Si no sabes, aprende, Parkinson. Es lógica básica!
—¡Y una mierda voy a aprender, mejor ustedes hablen como todos los demás!

A este paso los cojines empezarán a volar; Pensó la morena, haciéndose a un lado para que la pelea de almohadas no llegara a ella, arrastrando consigo su botiquín y las botellas, ahora vacías, que había dejado en la mesa de Theo.

Una leve sonrisa transitó por su rostro, viendo como su amigo, a pesar de estar peleándose a almohadazos con su compañera de habitación, ahora podía moverse mejor y ya no parecía tan adolorido como antes. Le hacía sentir orgullo que sus dotes curativos tuviesen buenos progresos.

Y mientras pensaba más en eso, menos oía el mundo a su alrededor. Por un instante, todo fue un eco lejano, casi vacío... permitiéndole darse cuenta de otras cosas a su alrededor, la verdad es que desde que llegó no había tenido el tiempo de escudriñar la habitación, como usualmente hacía con los lugares nuevos.

No encontró mucho, a decir verdad; las mismas cortinas, el mismo tapiz e iluminación que las de sus habitación. Pero siguió buscando, al menos algo que pudiese llamar un mínimo de su atención. Fue suerte o quizás desgracia, pero pensó haberlo hallado...

VIOLENT DOGS ; mattheo riddleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora