capítulo diez

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capítulo diez ; algo peor

Intentar hablar con Theo se había vuelto inutil

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Intentar hablar con Theo se había vuelto inutil.

Luego de tres días, había empezado a perder la cuenta del número de veces que le suplicó hablar del tema, ahora esos números habían sido reemplazados por la cantidad tan exorbitante de excusas que este le había dicho para no hablar de ello. No recuerdo lo que pasó, creo que me golpearon fuerte la cabeza; era la más repetitiva. Y por un tiempo, pensó en creerle, pero simplemente su interior no se lo permitía.

    —Estoy bien, te prometo que lo estoy—Le dijo con una sonrisa temblorosa y su único ojo visible lloroso, el último día en el que se iba a quedar postrado en cama.

El ceño de la joven se frunció y sus ojos demostraban únicamente incredulidad, antes de ser tomada de la mano por Daphne, otra persona igual de preocupada por Theodore y ser arrastrada lejos de él. Era tarde, el sol se había ocultado para darle paso a la penumbra de la noche, a pocos minutos de que el horario permitido para deambular por los pasillos se terminase.

Ambas chicas fueron escoltadas a la salida por Madame Pomfrey, a quien ya se le notaba la poca paciencia que le quedaba en su tono y sus dientes apretados después de haberles repetido en más de una ocasión que se fuesen a sus dormitorios para dejar a los pacientes descansar.

    —Mañana podrán regresar a sus actividades, así que mejor no se desesperen—Mencionó rápidamente, notando un brillo de esperanza y alivio destellando en los ojos de las más jóvenes.
    —Muchas gracias, Madame Pomfrey—Respondió Daphne con una sonrisa.—Vámonos...

Sin nada más que decir, la rubia enredó su brazo con el de su compañera y empezó a caminar, arrastrando a Aridae consigo en el proceso, quien no había hecho más que quedarse en total silencio mientras miraba al fondo de la habitación, justo a la última camilla, donde solo pudo observar la parte posterior de la cabeza del chico, quien dejaba reposar sus rizos oscuros sobre la almohada en la que descansaba, antes de perderlo de vista.

    —Oye, de casualidad, ¿no tienes Polvos Flu?—Cuestionó la chica a su lado.—No creo que logremos llegar hasta las mazmorras sin que nos regañen.
    —Olvidé el saco donde los guardo en la habitación...
    —Entonces lo mejor será correr, no quiero toparme con alguien y que nos baje puntos.
    —Si corremos será más fácil que nos atrapen, Daph. Mejor seamos sigilosas—La castaña apretó con fuerza el brazo de su compañera para que no saliera corriendo.
    —¿Ah sí, y cómo vamos a lograr eso, genia?

Luego de lanzarle una mirada de obviedad, Aridae sacó su varita del bolsillo en su túnica y la alzó a lo alto de su cabeza, antes de empezar a descender en un movimiento circular que contornea la parte superior de su cuerpo. En ese momento, un pequeño rayo de luz emanó de la varita y la apariencia de la joven se tornó traslúcida, como si su piel imitara a un camaleón que se mimetizaba con el ambiente. Las cejas de Daphne se alzaron enseguida, con leve sorpresa luego de que su amiga le recordase la existencia del hechizo desilusionador.

VIOLENT DOGS ; mattheo riddleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora