27

575 80 5
                                    

Cuando fue despojado de sus ropas, bañado y vestido nuevamente por los tres omegas que estaban también en mismo cuarto que él, se preguntó qué es lo que sería de su vida si no escapaba en ese instante.

Por más que buscó alguna escapatoria, no había ventanas y a apenas tenían una silla. La única solución era correr lo más rápido que pudiera cuando lo sacaran.

Su mente maquinaba un y mil planes, quería llorar de solo pensar que tal vez nunca volvería a su casa y no volvería a ver a su familia. Todo era horrible y totalmente asqueroso.

—¡Win!— Alguien gritó su nombre. Espantado giró a todos lados y vio a Chayakorn cruzado de brazos frente a él.

—¿Qué pasó?— Levantó la mirada, puesto que estaba sentado en la silla. Ni siquiera se había dado cuenta que Chayapol le había hecho un corte de cabello.

—Necesito que cooperes, no me dejas maquillarte y si no te tenemos listo en quince minutos, nos van a matar.— Murmuró con temor Chayakorn logrando asustarlo a él también.

No quería que les hicieran nada a ellos así que solo suspiró derrotado. Se dejaría maquillar pero luego huiría por su vida, de paso también se los llevaría a ellos.

—¿Cómo es que saben hacer todo esto? Digo, son muy chicos y yo que tengo 20 años, no sé ni agarrar una brocha para pintarme.— Trataba de hacerles plática para matar los nervios y el temor que aumentaban con el pasar de los segundos.

—Nos han enseñado a base de golpes, es doloroso pero dicen que es por nuestro bien saber hacer algo y no ser unos omegas inútiles.— Habló Jeff, quien hasta ese momento estaba sentado frente a ellos jugando con un carrito.

Sintió su corazón hacerse trizas. Jeff solo era un niño que necesitaba una infancia llena de amor, no de golpes. Ni tampoco Chayapol o Chayakorn merecían vivir su adolescencia así.

Les iba a seguir preguntando algunas cosas hasta que entró una mujer y lo vio con asco.

—Bien dicen que aunque la mona se vista de seda, mona se queda.— La mujer llevaba un chicle haciendo demasiado ruido al mascar, logrando incomodar a los otros omegas. —Ya llegó el señor Laedeke.

Los menores se apartaron de Win, este se levantó apretando las manos y caminó hasta la puerta, fue ahí cuando vio la oportunidad de huir cuando esta fue abierta.

Intentó correr pero fue tomado de las brazos por dos alfas musculosos y muy altos.

Un alfa de traje negro y lentes oscuros bajó de un carro elegante acompañado de otros 5 hombres más. Se veía tan imponente que hasta daba miedo, terminó por acercarse al chico bajándose los lentes.

Win sintió que podría desmayarse ahí mismo. El alfa era el papá de Drake, eso no podía ser posible.

Lo había visto unas cuatro veces en toda su vida pero no se le podría olvidar nunca ese rostro porque era alguien muy atractivo. Incluso él había bromeado con Drake sobre ser su padrastro.

De pronto se sintió traicionado, no quería pensar que su amigo también fuese así y que fue amigo de una persona como él.

Quiso vomitar de solo imaginarlo, pero se controló lo suficiente para no llorar. Las ganas no faltaban, pero había oído que algunos alfas les exitaba ver a los omegas llorar.

—Es un placer poder haber hecho negocios contigo, Kamon. Disfrutaré mucho de esta preciosa mercancía. —Estrechó la mano con aquel alfa que llevaba muchas cadenas en su cuello y anillos en los dedos. Se giró para ver a los hombres que tenían tomado a Win y los miró con seriedad. —Llevenlo al auto y que no escape.

Olor a Marihuana [BrightWin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora