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Un chico se encontraba corriendo pidiendo ayuda por toda la calle mientras las personas que le veían pasar solo observaban de forma rara y unos se alejaban de él.

—Mira hijo, ese niño es mongolito.— Un beta le dijo a su hijo señalando a Win que seguía gritando.

Un alfa enojado tomó de los cabellos al beta viéndolo fijamente.

—A mi omega no lo insultas de esa forma.— Gruño mostrando sus afilados colmillos. —Tu hijo no tiene ni chiste y nadie te dice nada.

Dejando al beta y al pequeño niño desconcertados, Bright recordó que iba tras el omega y corrió hasta encontrarlo y cargarlo sobre su hombro dándole una nalgada.

—Te llevaré a casa con mamá.— El alfa iba feliz como si Win no estuviera gritando y golpeando su espalda para tratar de librarse de él hasta que una mordida sobre su trasero le hizo reaccionar.

—¡Bajame, alfa tonto!— El omega soltaba gruñiditos que solo lograban causar ternura en vez de miedo.

—Si te bajo vas a huir y no dejaré que huyas. Me costó mucho trabajo robarte, ¿tu no aprecias el esfuerzo de las personas?— Bright le hablo quejándose como si robar a una persona fuera de lo más normal.

—¿Te caíste de pequeño o porque eres tan pendejo?— Esa simple pregunta hirió el orgullo del alfa haciendo que lo bajara de sus hombros para observarlo fijamente haciendo que se le erizaran los vellos. —Tranquilo, lobito. No lo dije para ofenderte pero... olvidalo, si lo dije para que te ofendieras.

—Asi me gustan, que tengan carácter fuerte.— Hablo orgulloso acercándo su rostro al cuello del menor olisqueando su dulce aroma a marihuana. Win solo quiso alejarse y salir corriendo de ahí por los nervios que comenzaba a sentir en ese momento pero no le quedo más que que dejarse llevar por el alfa.

Después de caminar unas cuantas cuadras con un Bright muy flojo quejándose que su casa estaba muy lejos, llegaron a una casa pequeña muy linda de colores pastel; el patio estaba muy bien cuidado y se podía observar una ventana que tenía vista hacia la calle. Win por un momento deseo vivir ahí porque la casa se veía muy cálida. De ella salió un omega de rasgos finos, ropa muy elegante con un conjunto de joyas caras y un rostro totalmente serio.

—Veo que conseguiste un buen omega, valdrá mucho dinero, metelo.— Señaló dentro de la casa viendo a Win de arriba a abajo que casi se desmaya ahí mismo del miedo.

—¡Mamá! Espantas a mi omega.— Bright hizo un tierno puchero hacia su madre que empezó a reír al ver a su hijo de esa forma. —Si me quedo soltero toda la vida va a ser por tu culpa.

—No, mi amor, no me culpes a mi, es tu culpa por ser tan intenso.— La madre de Bright se acercó hasta Win sonriendole con ternura. —Disculpa, no quise asustarte. No se queden aquí entren a la casa.

Bright tomó la mano de Win que al parecer seguía en estado de shock por lo que acababa de pasar y prácticamente lo obligó a entrar a la casa; el omega se dijo mentalmente que la próxima vez correría más lejos del alfa para que no lo volviera a obligar a ir a esa casa. Sin darse cuenta ya tenía 3 pares de ojos viendole con curiosidad mientras el trataba de desaparecer de esa incomodidad, ¿Donde estaba el alfa tonto cuándo lo necesitaba? Ah, claro, estaba comiendo galletas como si su vida dependiera de ello, dejándolo morir solo, maldito alfa.

—Dice Bright que eres su omega ¿Es cierto?— Mile Phakphum el padre de Bright le observaba con cautela sin confiar en aquello que su hijo marihuano le decia.

—El cara de extreñido me había dicho que encontró al amor de su vida pero no le crei, ya saben, es marihuano y esas cosas.— Fort, el hermano menor de Bright hablo sin quitarle la vista al omega. —Tiene un bonito pelo rojo y... huele a marihuana.

Toda la familia giró y su vista fue a parar hasta un Bright que se había quedado con la última galleta a punto de meter a su boca, río con nerviosismo escondiendo la mano donde tenía la galleta detras de su espalda.

—¿Qué pasó?— Pregunto con temor puesto que no había escuchado nada de lo que su familia hablaba.

—¿Porqué este omega huele a marihuana? Hijo, esta mal involucrar a más personas a tu mundo. Te aceptamos tal y como eres porque te amamos mucho pero no aceptare esa actitud tuya, jovencito.— Apo Nattawin le había regañado colocando una mano sobre su cintura, señalando a su hijo con la otra como toda una madre enojada.

—No, amor. Este chico no huele a que se haya drogado, es su olor natural.— El señor Phakphum mantenía la mirada fija en Win haciendo que este siguiera sin moverse o hablar.

—¡Por eso a Bright le gusta este omega!— Fort dijo con entusiasmo como si hubiese descubierto el mayor misterio del mundo.

—Tarados, lo asustan.— Bright se acercó hasta Win para abrazarlo y con su mano empujar el rostro de su madre que estaba intentando oler al omega. —Bueno, ¿Les gusta mi omega? Es bellísimo.— El rostro de ese alfa marihuano de ojos rojos solo expresaba orgullo apreciando a lo que para el era: el mayor tesoro del mundo.

Toda la familia soltó un ronroneo de satisfacción al sentirse relajados por aquel aroma fuerte que soltaba asustado Win que en ningún momento se habia movido.

Con razón este alfa tonto es así, no lo culpó que sea tan intenso y extraño. Pensó el omega suspirando ante aquella extraña família resignandose a pasar un rato con ellos. Solo esperaba no volver porque todos le daban miedo.

Olor a Marihuana [BrightWin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora