CAPITULO 4

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GACELA

Me encuentro sentada en la silla que hay en la isla de mi piso. Una taza humeante de café reposa en el mesón, la voz de la presentadora de noticias resuena por el lugar.

-Otro cuerpo de mujer se encuentra en el Hyde Park, el cuerpo de la víctima tiene una abertura que va desde la barbilla hasta su estómago y no le han sacado el corazón, con este ya son cuatro cuerpos lo que se han encontrado en diferentes parques de la ciudad. Las autoridades están investigando a un posible asesino serial, así que piden que las mujeres no salgan a altas horas de la noche y si lo hacen que salgan en grupos.

El cuerpo se me hiela al escuchar la noticia, una extraña sensación recorre mi cuerpo y comienzo a morder mi dedo pulgar. El rosa de mi esmalte comienza a requebrarse.

¿Quién puede ser tan retorcido de sacarle el corazón a otra persona y dejar su cuerpo tirado en un parque como si fuera basura?

Sé que me gusta este tipo de noticias, siempre me ha gustado todo el tema de la psicopatía y de los trastornos mentales, pero, aun así, no deja de asustarme el saber que ahora las mujeres están siendo acechadas por algún trastornado.

Tomo una bocanada de aire, con mi mano izquierda agarro el control del televisor y lo apago. Ha sido un día largo, me tocó llamar para que vinieran a arreglar la pared que el imbécil de Sebastián dañó y luego salí hacer mercado.

Quien se iba a imaginar que mi noche del viernes la pasaría viendo noticias aterradoras y mientras tomo café.

Debes salir a divertirte más cachorrita. Estás joven y tienes la capacidad de poner el jodido mundo a tus pies.

Las palabras de mi abuela inundan mi cabeza. Es lo único que extraño de hogar, las largas tardes de charla con ella, el tomar una taza de café y hablar de la vida. Al parecer era la única que me entendía.

Me coloco de pie y siento el frio del piso golpear mi cuerpo, camino hasta mi habitación y comienzo a quitarme la ropa, tomaré un largo baño de agua caliente y me acostaré.

Quiero dormir por largas horas.

Comienzo a removerme en la cama, un golpe desde abajo me hace abrir los ojos y comienzo a moverme inquieta en la cama. La misma sensación de aquella noche invade mi cuerpo.

Miro la puerta cerrada, intentando enfocar mi vista, ya que todo está oscuro y lo único que ilumina la habitación es la tenue luz de la luna. Obligo a mi cerebro que se concentre y se ponga al día con lo que escuché.

Mi corazón comienza a latir como un tambor y un aire frio hace que se erice la piel de mi nuca.

Una nube de incomodidad e inquietud avasalla mi estómago y se acentúa allí. Logro poner mis sentidos en alerta y no es hasta unos segundos después, de que caigo en cuenta de que el sonido que escuché es la puerta de mi piso cerrándose.

¡Jesús! ¿Es este el día en que muero?

No quiero ser asesinada por algún demente que se cuela en los pisos de mujeres que viven solas y las masacra.

Lentamente y con el corazón en la garganta, me incorporo y salgo de las cálidas sabanas. La adrenalina comienza a correr por mis venas, como si fuera alguna clase de droga que enciende mi excitación.

Sé que alguien estaba en mi piso.

Es la misma sensación de aquella noche.

Esto me excita y me aterra al mismo tiempo.

Sé que no soy alguien normal, la oscuridad me atrae, todo aquello a lo que no le encuentro algún sentido lógico me fascina.

Mis sentidos se agudizan y mierda me advierten que alguien se ha colado en mi maldito piso.

OBSESIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora