CAPITULO 13 II

368 28 1
                                    

GACELA

Cuando siento un tirón en mi falda, sólo pasa un segundo ante de que me dé cuenta de lo que estaba pasando.

Gruñe en voz baja y lo arranca como si fuera un delicado papel de seda. Me deja completamente desnuda de cintura para abajo, su risa me sigue.

—Adelante, Gacela. Corre para mí — Me da una palmada en el trasero y lloro más fuerte, apartando las ramas con la esperanza de que se balanceen hacia atrás y lo golpeen en la cara. — Voy a follarte en este sucio suelo del bosque como si no fueras más que mi juguete personal. Llego la hora de reclamar mi premio. No voy a negar, ha sido divertido cazarte, pero ya estoy cansando y ahora quiero lo que me pertenece — El escozor del cuchillo cortando una de mis nalgas me hace jadear. Mi coño está mojado, una muestra lasciva de lo jodida que estoy.

-Eres un hijo de puta – Grito – Un mal nacido.

Escucho como suelta una carcajada.

-Cariño, puedo ser todo lo que quieras, pero lo que no puedes negar, es que estas mojada por este mal nacido. Tampoco puede negar que este hijo de puta te ha hecho correrte, y que has estado excitada tanto como yo en este juego.

Se estrella contra mi espalda, derribándome. No amortigua mi caída, solo usa su pecho en mi espalda para aplastarme contra el suelo y cubrirme por completo. Se reía mientras coloca la navaja en mi cuello, obligándome a quedarme quieta.

Se aleja de mí, la espalda desaparece tan rápido como apareció. Me levanto para quedar frente a él, pero cuando doy un paso atrás, me encuentro bloqueada por un árbol altísimo. Quiero correr de nuevo, pero estoy demasiado cansada.

Entonces, en lugar de eso, me estira detrás de mí para agarrar el tronco.

Observo en silencio atónita mientras él libera su gigantesca polla desabotonando los jeans y bajando la cremallera. La coronilla de su polla era gruesa e intimidante, y niego con la cabeza.

Pequeños metales brillan, puedo decir que son perforación, varias barras adornan a lo largo de su falo, una atraviesa su cabeza, y un aro está en la punta de esa enorme monstruosidad.

—No. No quiero esto — Sollozo. Sé que estoy mintiendo. Realmente si quiero, solo que me avergüenza admitirlo.

—Mentirosa— Es todo lo que dice, saca su cuchillo y se lo lleva a la palma de su mano desnuda, cortándose.

Un grito ahogado de sorpresa me deja cuando la luz de la luna se refleja en la sangre, haciéndola parecer negra. Y luego está frotando su palma en mi cara y bajando hasta mi pecho. Me unta con su sangre.

Marcándome. Con un fuerte tirón, abre mi blusa, exponiendo mis senos, los montículos temblando por la fuerza violenta. Los frota con su sangre y mis pezones se endurecen.

—Malditas tetas perfectas. Quiero morder esos pequeños pezones duros hasta que sangren por mí como yo estoy sangrando por ti — amenaza, pero lo siento como un elogio, incluso cuando me frota más sangre.

Todo lo que puedo hacer era mirar con horror... y con enfermizo placer.

He terminado por enloquecer.

No puedo estar deseando esto, es algo insano.

Cuando da un paso atrás, me quedo mirando su cuerpo. Tan grande y duro. Construido como un jugador listo para derribar a alguien. Y luego agarra esa enorme polla con la palma cortada y usa su sangre para lubricar su eje.

Las barras de metal y el aro que tiene en la polla quedan untado de su sangre.

—Estás goteando para mí, más que lo suficientemente mojado como para tomarme por completo, mi buena, pequeña bebé. Pero, Gacela, me aseguraré de que cada parte de mí está dentro de ti — Con su polla en mano, avanza demasiado rápido para que yo pueda reaccionar.

OBSESIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora