Campo de tiro

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La mañana siguiente se alzó pesada, ambos cuerpos resentían la falta de descanso. Durante la madrugada, se habían turnado para descansar brevemente, pero el sueño efímero no fue suficiente para encarar con energía los ejercicios matutinos. Taehyung, a pesar de su cansancio evidente, se esforzaba al máximo; liderar a su pelotón demandaba su mejor versión. Por otro lado, Jungkook también estaba cansado, pero estaba feliz porque la pequeña ave se había recuperado y había podido volar de nuevo. La despedida con su pequeño amigo alado fue conmovedora. "Espero volver a verlo algún día", murmuró para sí mismo, buscando aliento para enfrentar la rutina.

Con el pasar de las horas, el sol ardiente del día iluminaba el campo sin piedad, no había ninguna de las nubes que estaban anoche, así que el sol les daba directamente sin nada que se interpusiera, de hecho, eso lo hizo pensar en la relación con su padre, sentía como si estuviera completamente desprotegido ante él, sin nada que lo resguardara. Sentía que su padre lo consumiría, como el sol devora las frágiles ramas de otoño. En el campo de entrenamiento de tiro, el agotamiento comenzó a cobrar factura en Jungkook. Cada intento por acertar en el blanco resultaba en un fracaso frustrante. La presión que llevaba, las expectativas de perfección, lo abrumaban. Era conocido por el mundo exterior por su participación en la banda, pero aquí, era el hijo de un Capitán venerado. Las expectativas elevadas pesaban sobre él, y cada intento fallido parecía hundirlo aún más en una espiral dolorosa.

Un toque repentino lo hizo saltar. —"¡Me asustas!", reprendió Jungkook a Taehyung, quien había observado su lucha con la puntería. —"Perdón, no era mi intención. Solo quería ver si necesitabas ayuda", respondió Taehyung, sin percibir que su contacto lo había alterado. Jungkook agradeció internamente que su amigo se ofreciera a ayudarlo. Quería mejorar su puntería, y si Taehyung podía brindarle orientación, sería un alivio. —"Por favor, realmente necesito ayuda, necesito de ti", expresó Jungkook. Aquellas palabras encendieron una chispa en el corazón de Taehyung, que dejó de pensar y decidió dejar que sus instintos tomaran las riendas.

Jungkook esperaba recibir instrucciones sobre el manejo del arma o sobre la influencia del viento en los disparos. Sin embargo, en lugar de palabras, sintió una sensación cálida en su abdomen cuando unas manos grandes rodearon su cintura, ajustando su postura. Suavemente esas manos recorrieron su cintura y fueron subiendo lentamente, pasando por su abdomen, haciéndolo sentir totalmente expuesto, pero no tanto como cuando las suaves palmas pasaron por su pecho, estimulando sutilmente sus pezones, ahí fue cuando cualquier incomodidad que Jungkook pudiera sentir, se transformó en una sensación de ¿placer?. —"¿Qué... qué me pasa?", se cuestionaba internamente, sintiendo cómo su pulso se aceleraba, su respiración se volvía más rápida y su piel se erizaba. Un ligero estimulo comenzaba dentro de su ropa interior cuando esas manos rodearon sus brazos y finalmente tomaron sus manos, ampliando la confusión de Jungkook.

Taehyung, disfrutando la confusión de Jungkook en sus lindos ojos, se mantenía pegado a su espalda, guiando sus manos para mostrarle cómo tomar el arma. A medida que avanzaban, sus cuerpos se aproximaban aún más. Jungkook, absorto en sus propias sensaciones, no prestaba atención a las instrucciones de Taehyung. Sintió el calor del cuerpo de su amigo, sus músculos fuertes, sus bíceps, sus dedos largos y suaves, sentía en su cuello una caliente respiración y sentía en su trasero algo que no podía distinguir qué era, pero se sentía duro y grande. Jungkook no comprendía qué estaba haciendo Taehyung, no comprendía qué era lo que estaba sintiendo, pero sabía que eso le ¿gustaba? debía de hacerlo, porque cuando Jungkook volvió en si se dio cuenta de que tenía una erección en su pantalón.

Repentinamente, Jungkook se despegó de Taehyung y se dirigió al baño, esperando que nadie lo notara. En ese momento, Taehyung tomó consciencia de sus acciones. —"¡Pero qué mierda!", exclamó, sintiéndose asqueado por su propia conducta. Jungkook era su amigo, ¿en qué estaba pensando? La privación de contacto femenino durante meses lo había afectado más de lo que pensaba. Por el resto del día, un incómodo silencio se apoderó de ambos, la vergüenza yacía entre ellos, pero dentro de cada uno crecía un deseo, una pulsión de quererse mutuamente, de querer que se repitiera.

Comandante KimDonde viven las historias. Descúbrelo ahora