Costal valiente

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La semana se desvanecía lentamente, y con ella, el castigo que Jungkook y Taehyung soportaban. Era un día de diciembre, el sol estaba alto en el cielo, y el pelotón de Taehyung se encontraba realizando una labor humanitaria, cargando costales en camiones militares para llevar recursos a comunidades necesitadas durante las festividades. Aunque ambos amigos estaban fatigados, encontraban gozo en contribuir a una noble causa, sintiéndose parte de un propósito más grande.

El Capitán Jeon, padre de Jungkook, se presentó en la explanada para supervisar la carga de los camiones. Con ojos penetrantes, observaba cada detalle, dispuesto a señalar cualquier error o a reprender a aquellos que tomaban, aunque sea un breve respiro. Jungkook avistó a su padre acercándose, decidió no cruzar miradas, temiendo una reacción o un castigo adicional injustificado. Se dirigió a Taehyung con urgencia: - “¡Mi padre viene hacia aquí, hay que mantener la postura y hagamos esto bien!”. Taehyung, consciente de la tensión, instó a su pelotón a redoblar esfuerzos y mantener una compostura impecable.

El Capitán Jeon se aproximó al pelotón de su hijo, centrando su atención en él. Buscaba cualquier pretexto para castigar a Jungkook y al comandante Taehyung, miembro de la tediosa banda. Los nervios se apoderaron de los amigos, el sudor frío recorría sus frentes, compartiendo una tensión distinta a la que habían experimentado hasta ahora.

Jungkook, ansioso por complacer a su padre, cargó un costal adicional para el camión. Pese al dolor que comenzó a sentir en la espalda, quería demostrar que era un hombre, el hijo que su padre anhelaba. Pero a medio camino, sus piernas cedieron, tropezó y un costal le cayó en la mano, torciéndosela. Un grito de dolor resonó, no por la herida, sino por la desesperación al sentir que decepcionaba a su padre frente a todos.

El Capitán Jeon, decepcionado, se aproximó a Jungkook, expresando su desprecio en voz alta: - “¿¡De qué sirve a la nación un soldado que ni siquiera puede cargar un costal!? ¿¡Cómo servirás a tu gente si no puedes ni cargar un costal!? ¡Eres la mayor escoria que he visto en este batallón en treinta años! ¡LEVÁNTATE!”. Jungkook, sintiéndose inútil, no quería levantar la mirada, pero entonces, una voz suave resonó detrás de él y alguien le quitó el costal de la mano, aliviando su dolor.

Al girarse, Jungkook se encontró con Taehyung tan cerca de su rostro que no podía ignorar sus ojos. Fue un momento eterno, donde el tiempo pareció detenerse, dejando solo a Jungkook y Taehyung en un instante compartido. Taehyung le quitó el peso del costal y le preguntó si estaba bien. Sin decir palabra, Jungkook lo miró a los ojos, un brillo distinto, no causado por nubes o estrellas, sino por el hecho de estar mirándolo a él. Taehyung, percatándose de la conexión, también quedó en silencio, ambos observándose hasta que los gritos del Capitán los devolvieron al presente.

El Capitán, furioso, arremetió contra Taehyung: “¡Comandante Kim! No se meta en este asunto, nada justifica la idiotez de este soldado inservible”.

Taehyung finalmente se había dado cuenta de qué había estado haciendo sentir mal a su amigo los últimos días, o más bien, el quién. La respuesta de Taehyung fue valiente, desafiante, recordando su promesa de proteger a Jungkook. Aunque temeroso, enfrentó la ira de su superior: “¡Capitán! Le recuerdo que el soldado Jungkook y yo hemos estado haciendo guardia toda la semana sin descanso. ¡Cualquiera con razonamiento lógico vería que este error se debe al cansancio! Como comandante de este pelotón, sugiero llevarlo a la enfermería y darle descanso si el médico lo indica”.

Un silencio tenso se apoderó del batallón. La furia del Capitán no se desató en ese momento, su imagen pública estaba en juego. Taehyung se percató del riesgo que había tomado, pero en su corazón, la prioridad era proteger a Jungkook. La mirada del Capitán, fría y penetrante, se retiró de Taehyung, llevándose consigo un sentimiento de victoria temporal. Taehyung volteo a ver a Jungkook, el cual aún estaba tirado en el suelo y con una mirada de asombro, no comprendía que había pasado. Taehyung se puso muy feliz y le dio un pequeño abrazo mientras lo ayudaba a levantarse, pero Jungkook aún tenía miedo, conocía a su padre, y sabía que esto realmente no había acabado, solo estaba comenzando.

Comandante KimDonde viven las historias. Descúbrelo ahora