El sol irradiaba en el cielo, pintando tonos dorados en la vastedad celestial, acompañado por algunas nubes que bailaban al compás del viento. En el campo de tiro, los soldados del batallón afinaban su puntería, un ejercicio que, sin embargo, resultaba incómodo para Taehyung y Jungkook. Cada mirada intercambiada entre ellos revelaba un deseo oculto, pero el temor a lo desconocido los mantenía a raya.
Taehyung, supervisando a su pelotón, notaba mejoras en la habilidad de todos, incluida la de Jungkook. Aunque se esforzaba por concentrarse en los demás, no podía evitar recordar la sensación de tocar la escultura viviente que era el cuerpo de Jungkook, era como si estuviera pintado por los mejores lienzos de la historia. Sus ojos, sin embargo, reflejaban una lucha interna, como si su mente resistiera la evidente conexión que había surgido.
Jungkook, a pesar de haber mejorado su puntería, llevaba consigo la sombra de la insatisfacción, alimentada por la implacable mirada de su padre que podía estarlo observando en cualquier momento. Anhelaba ser reconocido, ansiaba ser el hijo perfecto que su padre siempre había deseado. El campo de tiro se convertía en su refugio, aunque no lograba escapar del vacío persistente. - “Ojalá mi padre estuviera aquí, ojalá me tratara como a un hijo” se lamentaba Jungkook, sabiendo que su padre siempre lo iba a ver como un fracasado. La única posibilidad que tenía era ser el soldado perfecto, ser el hijo perfecto que tanto deseo.
Aunque estuvo evitando acercarse, Taehyung se halló inevitablemente junto a Jungkook. El perfume de este avivó la excitación en Taehyung, pero trató de disimular su reacción. Sin que pudiera controlarlo, su respiración comenzó a aumentar y su cuerpo se empezó a agitar, incluso sentía como algo de líquido preseminal mojaba su ropa interior. Aunque Taehyung no quisiera, era imposible para él no sentirse estimulado cada vez que veía, olía o pensaba en Jungkook. No podía negarlo más, realmente deseaba estar junto a Jungkook, pero no solo como amigo, si no como algo más.
Horas más tarde, el sol se ocultó y la torre de vigilancia, testigo silencioso de sus desenlaces, los esperaba nuevamente para una guardia nocturna.
Cuando Taehyung ingresó, encontró a Jungkook contemplando el cielo. A Taehyung realmente le encantaba cuando Jungkook se enfocaba en las cosas que le gustaban, como el cielo o las aves, hacían que sus ojos brillaran con una luz como ningún otra, convirtiéndolo en el ser más lindo del universo.
Cuando Jungkook notó que Taehyung había llegado, volteó a verlo y le dio una sonrisa cálida como saludo: - “¡Hola! Oye quería agradecerte por haberme enseñado ayer cómo se tomaba el arma, hoy me sirvió mucho, ¡incluso le atiné a varios blancos!” dijo Jungkook, queriendo restaurar por completo su amistad e ignorando toda señal extraña que Taehyung le hubiera dado. El saludo de Jungkook, cargado de gratitud por la lección en el campo de tiro, parecía un intento de restaurar la normalidad en su amistad. Taehyung se sorprendió de que le agradeciera por hacer eso: - “Uff eso quiere decir que no entendió lo que estaba haciendo, que alivio” se dijo Taehyung para si mismo, para luego responderle a Jungkook: - “Si claro, cuando quieras”. Después de eso Taehyung se sentó en el monitor de las cámaras, intentando evitar su deseo que aumentaba al oler de nuevo el perfume de Jungkook.
Más tarde, en la torre de vigilancia, Taehyung no pudo evitar observar a Jungkook, perdido en su taza de café. Cada detalle, desde la suavidad de su garganta hasta la esponjosidad de sus labios, lo atraía irremediablemente. Después Taehyung desvió su mirada un poco más arriba, hacia los ojos de Jungkook, y empezó a admirar sus pestañas, eran tan largas y tan divinas, era como ver un bosque cuyos árboles no se comparaban ni a los más costosos collares de oro, eran el complemento perfecto para el brillo de sus ojos.
Al estar observando a Jungkook, Taehyung se dio cuenta de que Jungkook tenía una pulsera de Hello Kitty en su muñeca, así que sin pensarlo le dijo: - “¿Y eso de dónde salió? Jungkook volteó a verlo confundido, buscando a qué se refería, para luego ver la pulsera que tenía en su muñeca. – “Ah esto, jaja. Lo traje de mi casa antes de entrar al servicio, me recuerda a mi hogar” contestó Jungkook. Taehyung estaba atónito de lo que acababa de escuchar: - “Espera, en primera ¿cómo es que nunca te lo había visto? Y en segunda… ¿¡Cómo que te recuerda a tu hogar!?”
Jungkook vio que Taehyung estaba confundido, así que le explicó con una gran sonrisa en su rostro: - “Bueno solo lo uso cuando se que nadie me la va a ver, o que voy a estar solo con personas importantes. Y lo otro, pues, tu sabes que me gustaba mucho Hello Kitty cuando estaba en la escuela, pues realmente nunca dejo de gustarme, incluso en el cuarto de mi casa tengo varios peluches”.
Taehyung quedó atónito, sabía que a Jungkook le gustaba Hello Kitty, pero no sabía que tanto. Pero lo que realmente le impactó, es que Jungkook dijo que solo usaba esa pulsera cuando estaba junto a personas importantes. Ósea que Jungkook lo considera una persona importante.
La confesión de Jungkook hizo que Taehyung se ruborizara. Este simple gesto, acompañado de la revelación de su aprecio, dejó a Taehyung reflexionando sobre el futuro. Podía percibir una evolución en su amistad y, quizás, el deseo latente entre ellos podría algún día materializarse en una realidad vibrante.
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Comandante Kim
RomansaKim Taehyung y Jeon Jungkook descubren que su amistad es más profunda de lo que creen durante su estancia en el servicio militar.