Anako se trata de una joven que no tiene una explicación aparente. Ser tan popular y querida por todos es simplemente imposible, pero para Anako es tan habitual y natural como respirar.
La fecha de San Valentín es un día especial para todos los enamorados, pero para Nakamura es solo una tormenta más que deberá lidiar todos los años.
Justo como el día de hoy.
➷➹ 14 / 2 / 1994 ➷➹
- F-feliz San V-Valentín... - tartamudeó un chico de tercer año hacia la castaña, entregándole una carta envuelta en un sobre rojo y con un corazón enorme en el medio. Sus manos temblaban tanto que casi se le cae la carta al suelo.
- Gracias Henry, que tengas un hermoso día. - agradeció ella, recibiendo la carta y sonriendo le amablemente al chico, que le devolvió la sonrisa como estúpido.
Anako se fijó atrás del chico y notó que había por lo menos 120 chicos haciendo fila detrás de Henry, que también tenían cartas, ramos de flores y varios presentes para la Hufflepuff.
- Henry, perdona, pero tengo que ayudar a algunos Slytherins a hacer la tarea de Herbología, ¡Nos vemos! ¡Recuerda portarte bien y hacerle caso a tus Perfectos! - mintió ella, y se dirigió a los pasillos.
Todos los años pasaba lo mismo, decenas de chicos le mandaban cartas, flores y regalos por el día de San Valentín. Ella siempre trataba de recibir y leer todas las cartas, pero en algunas situaciones las cosas se descontrolaban, como hoy.
Anako no tiene ninguna amiga, solo una, su mejor amiga, en quien confía más que en nadie, su nombre es Hannah Abbott, de Hufflepuff y de su mismo año. Rubia, ojos color miel yéndose a marrón claro. Era igual de hermosa que ella, pero no era nada amable con los demás, cosa que a Anako no le gustaba y siempre intentaba mejorar su comportamiento.
- ¡Hannie! - Anako llamaba a su amiga corriendo desesperadamente por los pasillos, hasta que la encontró.
- ¿Qué paso Anakkie? - preguntó confundida su amiga, que estaba sentada en una banca, leyendo un libro.
- ¡Paso de nuevo, son como 200! - se quejó en un susurro, estaba preocupada, casi nunca tal cantidad de chicos se concentraba para mandarle encomiendas.
- Es que eres encantadora, Anakkie. - admitió su amiga, halagándola.
- Gracias Hanakie, tú también, pero tienes que ayudarme, en cualquier momento me van a aplastar, y con todo lo que hago día a día ya casi no tengo tiempo para leer tantas cartas, recibir tantas flores y desenvolver tantos regalos. - explicó ella y Hannah rio bajito.
- Bueno, te ayudaré, igualmente no tengo opción, y estoy totalmente libre. - aceptó y le sonrío a su amiga, e inmediatamente agregó;
- ¿A dónde quieres ir este año a esconderte? - propuso ella, era habitual que las dos Hufflepuff's se escondieran en un lugar recóndito del castillo para que nadie las encontrara o molestara con "cosas cursis", como siempre le decía Hannah a las cartas, flores, etc.
- Pensándolo bien, nunca nos hemos escondido en la torre de Astronomía. - soltó Anako, pensativa.
- ¡Es verdad! - reconoció Hannah y siguió - Bueno, vamos, tenemos que apurarnos si queremos llegar antes que nos alcancen los chicos. - recomendó finalmente Hannah y las dos se encaminaron hacia aquella torre.
.෴.
Las chicas subían las escaleras riendo y jugando, se pisaban los talones, se empujaban y Anako llegó a caerse unos escalones abajo por uno de los empujones que le dio Hannah.
Siguieron así hasta que llegaron arriba y vislumbraron a un chico rubio, de ojos grises y túnica de Slytherin, era Draco Malfoy. Miraba la luna apoyado en el barandal, no las había escuchado llegar.
Anako abrió la boca para hablar, pero Hannah la detuvo y se dirigió al chico.
- ¡Ey! - llamó y el chico volteó. - ¡Tú, Malfoy! - apuntó y Malfoy no se ahorró responder.
- ¿Qué quieres, Abbott? - voceó el rubio fastidiado, miró de reojo a Anako.
- ¡Lárgate!, nosotras estaremos aquí todo el día, ya que no hay clases. - mintió Hannah.
- Ni pienses que me moveré, además, cuida tus modales, Abbott. - amenazó el chico y Hannah estaba a punto de lanzarse a golpearlo, pero una voz la paró.
- ¡HANNAH! - Gritó Anako, con voz aguda, pero imponente.
- Hannah, por favor, deja al chico quieto. - respondió, ahora dulcemente, y le dio una sonrisa de oreja a oreja al rubio frente suyo.
- Okey Anakkie, pero no quiero pasar tiempo con un Slytherin idiota. - Dijo Hannah y se acercó a su amiga mientras le echaba una mala mirada al chico.
- Dios Hannah, tus modales. - rezongó Anako y se acercó al chico.
- Perdona a mi amiga, a veces puede ser... grosera. - se disculpó la japonesa y le dedicó una sonrisa de oreja a oreja a Malfoy.
- Sí, ya me di cuenta. - contestó el rubio, seco, y volvió a voltear para mirar a la luna.
- Amm... Hannah, tú puedes irte, yo me quedaré. - encomendó Anako y Hannah frunció el ceño.
- ¿Estás segura Anakkie? - cuestionó confundida la Hufflepuff.
- Si Hannah, estaré bien. - afirmó Anako y Hannah se despidió de ella y se fue.
.෴.
- Cuéntame algo de ti, Malfoy. - sugirió la Hufflepuff mirando al rubio con una sonrisa y las manos apoyadas en el barandal de la torre.
- ¿Para que querrías? - empezó a hablar, pero Anako lo interrumpió.
- Nunca dudes en que querré saber algo de ti. - contestó y su sonría radió más aún. Draco se preguntaba como podía hacerlo.
Se prolongó un silencio torturador unos segundos en los que ambos voltearon a admirar el cielo.
- Los Malfoy no se caracterizan por ser empáticos, supongo que eso definió mi infancia. No obtuve una muestra de amor por parte de mis padres hasta que me admitieron en Hogwarts. Mi padre me abrazó fuertemente y mi madre me besó el rostro más que nunca – rio -. Desde ese momento han disminuido. - concluyó con la mirada en el suelo.
- La verdad – comenzó Anako, sin perder la vista en el cielo. -, yo no recuerdo un momento bonito en la casa de mi familia. - replicó disgustada. - Son unas personas horribles, mucho peor de lo que podrías llegar a pensar.
Los dos miraron el cielo una vez más sintiendo que estaban en compañía.
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Hola, espero les halla gustado y gracias por leer.
- soo ♡
Corregido : 17/4/2024
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SMILE ✔
FanfictionAnako Nakamura no puede evitar lucir una sonrisa falsa todo el tiempo. Pero Draco Malfoy está ahí para hacer que esa sonrisa que ella siempre finge, sea de verdad. . Anako Nakamura siempre intentó llegar a la perfección, aunque nunca lo logró fing...