Los días se deslizaron en una rutina constante para Anako, pero dentro de ella, un torbellino de emociones seguía girando como un vendaval sin control. La carta de Draco seguía guardada en su mesita de noche, como un testamento silencioso de una elección pendiente.
Una mañana soleada, mientras Anako se dirigía a clases de Encantamientos, se encontró nuevamente con Draco en los pasillos. Él la miró con esos ojos grises penetrantes que parecían leer más allá de su piel. Anako se sintió atrapada en su mirada, como si estuviera desnudando su alma.
- Anako - llamó Draco en tono suave, deteniéndola antes de que pudiera desviarse hacia su clase.
Ella lo miró, sintiendo el peso de las palabras no dichas entre ellos. - Draco... -
- Quisiera hablar contigo -, continuó él, gesturando hacia un rincón apartado del pasillo donde podrían estar solos.
Anako asintió, permitiendo que él la guiara hacia la privacidad relativa del lugar elegido. El corazón le martilleaba en el pecho, una mezcla de anticipación y ansiedad llenando sus sentidos.
Draco parecía contemplativo cuando finalmente se detuvieron. - ¿No hay otra opción, Anako? ¿De verdad no sientes que lo nuestro es verdadero? Para mi es lo más puro y real que he sentido.
Anako bajó la mirada por un momento, sintiéndose atrapada en sus palabras. - No puedo, sabes que no puedo. Lo siento, pero no puedo hacer nada por lo nuestro.
Él la observó con una expresión que Anako no podía descifrar del todo. - Entiendo, supongo que tenia esperanzas de poder hecerte ver que lo nuestro vale la pena, pero veo que estas resignada a no hecer nada.
Las palabras de Draco resonaron en el aire, creando una pausa cargada de significado entre ellos. Anako sintió el nudo en su garganta mientras luchaba por encontrar las palabras adecuadas.
- Draco, yo... - comenzó, su voz temblando ligeramente.
En ese momento, una campana resonó por los pasillos, anunciando el comienzo de las clases. Draco pareció darse cuenta del tiempo y suspiró, sus ojos grises fijos en Anako.
- Debemos ir a clase - recomendó él con calma, pero su tono dejaba entrever una pizca de frustración apenas perceptible.
Anako asintió, sintiéndose dividida entre el alivio y la incertidumbre. Mientras caminaban juntos hacia las aulas, el silencio entre ellos parecía más elocuente que cualquier palabra que pudieran haber intercambiado.
Durante la clase, Anako luchó por concentrarse en los hechizos que les enseñaban. Su mente seguía vagando hacia la conversación interrumpida con Draco. ¿Qué habría pasado si hubieran tenido más tiempo?
Al terminar las clases, Anako se apresuró a reunirse con Abbot y otras amigas en la sala común de Hufflepuff. La charla animada de las chicas fue como una brisa fresca en su mente agitada, pero el eco de la conversación con Draco seguía resonando en su interior.
Esa noche, mientras se preparaba para dormir, Anako volvió a encontrar la carta de Draco. Sus palabras ahora parecían más pesadas, más significativas después de su encuentro en los pasillos.
"Querido Draco,
Lo siento por la interrupción en nuestra conversación. Las cosas son complicadas para mí en este momento, pero aprecio tu paciencia y comprensión."
Anako leyó las palabras una y otra vez, sintiendo el peso de su propia indecisión. El destino parecía estar tejiendo hilos invisibles a su alrededor, y ella estaba atrapada en el centro de esta tela de incertidumbre y deseo.
Después de un largo momento de contemplación, Anako tomó la pluma y agregó una última línea a la carta.
"Espero que puedas entender."
Con el corazón latiendo en su pecho, Anako selló la carta y la guardó en su escritorio. La vela en su mesita de noche seguía parpadeando, como una estrella solitaria en la vasta oscuridad del cielo nocturno.
Mientras se sumía en el sueño, Anako sintió como si estuviera en la encrucijada entre la decisión y el destino. ¿Qué camino tomaría, y qué consecuencias aguardarían al final del sendero elegido?
Los días se deslizaron uno tras otro, con Anako atrapada en una neblina de dudas y expectativas. Se encontraba más distante de Draco en el día a día, buscando refugio en los estudios y en las conversaciones triviales con sus amigas.
Sin embargo, la presencia de Draco seguía flotando en los rincones de su mente como una melodía persistente. Sus miradas fugaces en los pasillos y las breves conversaciones eran como chispas que avivaban el fuego que ardía en su interior.
Una tarde, mientras paseaba por el lago negro, Anako se detuvo frente al reflejo ondulante de las aguas. El sol se ponía en el horizonte, tiñendo el cielo de tonos dorados y rosados. Respiró profundamente, tratando de encontrar claridad en medio de la confusión emocional que la consumía.
Entonces, una lechuza llegó volando hacia ella, llevando consigo una carta. Anako reconoció el sello distintivo de la familia Malfoy. Sus manos temblaron mientras abría el sobre y leía las palabras cuidadosamente escritas por Draco.
"Querida Anako,
Comprendo tus preocupaciones y respeto tus decisiones. Pero no puedo dejar de pensar en ti, en lo que podríamos ser juntos si tan solo nos atreviéramos a desafiar las expectativas impuestas sobre nosotros. No quiero presionarte, pero quiero que sepas que mi corazón late por ti.
Si alguna vez decides que el riesgo vale la pena, estaré esperando.
Con todo mi afecto,
Draco"
Anako sostuvo la carta contra su pecho, sintiendo cómo las palabras resonaban dentro de ella. Sabía que se enfrentaba a una elección que podría cambiar el curso de su vida en Hogwarts.
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Holaaa, espero les guste y thx por leer <33
- soo ♡
Corregido : 17/4/2024
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SMILE ✔
أدب الهواةAnako Nakamura no puede evitar lucir una sonrisa falsa todo el tiempo. Pero Draco Malfoy está ahí para hacer que esa sonrisa que ella siempre finge, sea de verdad. . Anako Nakamura siempre intentó llegar a la perfección, aunque nunca lo logró fing...