⋅ 𝑪. 𝟏𝟖★

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Me pase todo el día intentando hablar con Bill o Gustav, pero era imposible, ninguno de los dos o incluso Georg me hablaban y Tom ni se diga, andaba demasiado raro, como nervioso, una de las cosas que me había pedido ese día era que me mantuviera alejada de mi celular y toda la tecnología a mi alrededor.



— ¿Alguno de los tres, me puede decir que tienen o que pasa? — pregunte arta de la situación y como sabia que no me dirían nada, solo moví la cabeza y me dirigí a mi habitación, arta de eso. No entiendo la maldita actitud, primero estaban bien
y ¿y ahora no? Que les den.



Mire todo a mi alrededor, cuando mi vista se quedó mirando fijamente una cajetilla de cigarrillos y mi mente repetía "hazlo" "Vamos, hazlo" "No pasa nada, solo es un poco" "Te hará bien".



Termine el cuarto de una cajetilla y honestamente...no se sentía mal, todo lo contrario, sentía calma en mi interior, el viento fuerte y helado pegaba en mi cara, el atardecer se veía bien desde ahí. Cuando termine mis rollos, me metí en la habitación y me puse un abrigo, la piel se me erizo al instante y cuando por fin salí a la sala ya no había nadie, ni una sola alma.



El estruendo de un rayo de lluvia me asustó, corrí hacía la habitación nuevamente y me envolví en las sábanas, era raro, ¿como una tarde soleada se podía convertir en una tormenta llena de truenos y tristeza?



Es como las personas, nunca sabes cuando están bien ni cuando están mal, aveces hay que fingir una maldita sonrisa, cuando por dentro te estás rompiendo y lo único que buscas es un método para no sentir otra vez ese maldito malestar que te consume por dentro.




Justo cuando me iba a dormir escuché las cerraduras abrirse, pensé en ir pero mi mente me decía que no era lo correcto.



Pero al instante supe que no eran los chicos, era otra persona que caminaba a pasos lentos y profundos abriendo las puertas de las habitaciones. Me paré y tomé lo primero que vi con lo que podía defenderme, era una botella de vidrio de cerveza.



Me posicioné en una pared en la que quien sea que estaría ahí, no me vería a la hora de entrar, me limite a dejar de respirar cuando escuché finalmente que la cerradura se movía, lo que me alarmo más era otro rayo, pero esta vez se escuchaba más cerca.



Escuché otro ruido proveniente del baño justo cuando entró esa persona y mi mayor error fue dejar de prestar atención a la puerta.



Solté la botella cuando un brazo me rodeaba el cuello con fuerza y respiraba en mi oreja, comencé a gorgotear por falta de no poder respirar.



— Otra vez nos volvemos a encontrar... — sus labios rozaban mi oreja y al escuchar su voz supe de quien se trataba y entre en pánico, sentí mis ojos abrirse como platos, pegué un golpe en sus testículos y al instante me soltó, aspiré fuerte intentando recuperar el oxígeno perdido — Maldita perra — cayó al suelo pero nunca me dejo de ver, yo corrí a la cocina en busca de un cuchillo cuando salí de la cocina en la sala estaba el.



— Suelta el maldito cuchillo — lo pensé pero en ese momento cargo la pistola nuevamente apuntándome, dejé caer el cuchillo cerca de mis pies — Nos vamos entendiendo...no te haré daño por el momento, bonita, si obedeces, pero si cometes alguna estupidez, no dudaré en accionarla, ¿estamos?



— S-si Na-Nate.



— No tartamudez, ya te dije que no te haré daño.



— ¿Qué quieres?



— Me enteré que ahora tus mejores amigos son Tokio Hotel y Tom es tu novio, ¿no es así?



𝐰𝐨𝐦𝐚𝐧𝐢𝐳𝐞𝐫 ─ 𝐭𝐨𝐦 𝐤𝐚𝐮𝐥𝐢𝐭𝐳 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora