ᴇɪɢʜᴛᴇᴇɴ ᴄʜᴀᴘᴛᴇʀ: ғʀᴏɢs

2.3K 263 12
                                    

—Daniel, por favor, deja que te explique. —suplicaba Adeline mientras intentaba detener a Applebaum.

—No lo necesito, ¿ok? —siguió caminando.

—Tuve cosas que hacer y, realmente lo siento. —mintió

Entonces Applebaum detuvo su caminata para mirarla, Pichón tenía razón.

—¿En serio? —pregunto con un atisbo de inseguridad.

—Sí, se me olvidó que tenía cosas pendientes, ya sabes, mudanza y todo eso. Aún no termino de instalarme en la casa de mi padre. —se excusó

—Oh, entiendo. Lo lamento, por un momento creí que no querías salir conmigo.

—Claro que no, eres un buen amigo y siempre me haces reír. —lo codeó con diversión.

—Sí, amigo. —repitió con una sonrisa fingida.

—Bueno, ahora que aclaramos las cosas, ¿todo bien?

—Sí, todo bien.

Adeline entró a la clase de biología y, al cruzarse con Descamps en la entrada, compartieron una sonrisa cómplice que recordaba los eventos del día anterior. La complicidad entre ellos no pasó desapercibida para Applebaum, quien observó la interacción con tristeza y decepción. La conexión entre Descamps y Adeline era palpable, y Applebaum sintió que algo no estaba bien.

Durante la clase, la atención de Applebaum se desvió varias veces hacia Adeline y Descamps, quienes parecían tener una conexión especial. Cada sonrisa compartida y mirada cómplice aumentaba la sensación de pérdida en el corazón de Applebaum.

El profesor Hermen distribuyó las calificaciones, y como era de esperarse, Annick obtuvo la calificación más alta, lo que generó aplausos por parte de algunos compañeros. Incluso Adeline, sentada a su lado, compartía la alegría por el logro de su amiga. Adeline había sacado un 9, lo cual no estaba mal.

El profesor interrumpió los aplausos con una mirada seria y declaró: —Silencio, esto no es un circo. Y les recuerdo que no es que yo sea estricto, es que ustedes son tontos.

Después de este comentario, el tono de la clase cambió cuando el profesor anunció el tema para la siguiente sesión:

—Ahora bien, en la clase de mañana vamos a diseccionar algunas ranas.

Este anuncio provocó expresiones de asco entre algunos estudiantes, y Annick no fue la excepción. Aunque su rostro permanecía inexpresivo como siempre. Adeline, por su parte acostumbrada a la crianza de cerdos y toros, no mostró la misma aversión por la idea de diseccionar ranas.

Después de la entrega de calificaciones, los chicos discutían sus resultados.

—Doce con Hermen. —comentó Pichón, observando la nota de Annick.

—Ni que lo digas. —respondió Annick.

—A ti tampoco te fue tan mal, Adeline. —agregó Pichón.

—Lo sé, y todo se lo debo a Annick. —agradeció Adeline. —Tus lecciones me ayudan mucho.

Annick le sonrió, pero alguien más los había escuchado.

—Oye. —llamó Dupin. —Yo también necesito algunas clases particulares, ¿te gustaría darme algunas lecciones? —le preguntó a Annick.

—No. —contestó con simpleza.

—Hermen es muy exigente. —comentó Pichón para tratar de llamar la atención de Annick.

—Deberíamos robarle las ranas y vengarnos de él. —se le ocurrió a Annick.

𝗟𝗢𝗦𝗧 𝗖𝗔𝗨𝗦𝗘 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora