ᴛᴡᴇɴᴛʏ ᴛᴡᴏ ᴄʜᴀᴘᴛᴇʀ: ¿ɢᴏᴏᴅʙʏᴇ?

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Adeline Leroy

—¿Irás a la fiesta? —preguntó Annick.

Dejé de prestarle atención a mis apuntes para mirarla con curiosidad.

—¿Qué fiesta? —interrogué

—Al parecer Pichón organizó una fiesta en su casa, ¿vamos?

—No tengo ganas, además, ¿tú? ¿Annick Sabiani quiere ir a una fiesta? —la apunté con mi bolígrafo viéndola con incredulidad.

Annick se encogió de hombros.

—Mañana es el último día de clases, deja de fingir que te importan los últimos apuntes y vamos, estarán todo ahí.

—¿Todos? —cuestioné con interés.

—Sí, todos.

¿También, Descamps?

Annick tenía razón, mañana era el último día en Voltaire, el último en Francia para mí.

—Necesitas distraerte, mañana te vas y tal vez podríamos pasar un rato agradable. —dijo Annick.

Mis ojos comenzaron a dar vueltas por la biblioteca, totalmente pensativa. Era mi oportunidad de si quiera ver a Descamps por última vez.

—Esta bien, pero solo un rato. —accedí mientras me levantaba para recoger mis cosas.

Annick sonrió e incluso me ayudó.

Rápidamente abandonamos Voltaire y nos encaminamos hacia la casa de Pichón. Annick conocía la dirección, y para mi sorpresa, en la puerta principal, chicos de último año golpeaban la puerta frenéticamente.

Jean-Pierre también se encontraba allí.

—Hola —saludó Annick a los chicos.

—¿Aquí vive Pichón? —inquirió uno de ellos.

—Sí, pero se entra por la puerta del jardín —respondió Annick.

Mientras nos dirigíamos hacia la puerta del jardín, uno de los chicos se acercó a ella con una actitud patéticamente coqueta.

Mientras que yo, no pude evitar acercarme a Jean-Pierre y le sonreí.

—Hola —saludé.

—Hola, Adeline —respondió a mi saludo.

La tensión entre él y su familia era palpable, y su mirada denotaba preocupación y ansiedad. Fueron los primeros en entrar a la casa mientras yo esperaba a Annick, quien dejaba su bicicleta afuera, asegurándola para evitar robos.

Respiré profundamente cuando llegó el momento de entrar. Permití que Annick pasara primero, sin anticipar que lo primero que captarían mis ojos sería a Descamps, y no estaba solo; coqueteaba con una chica. Mi corazón se encogió, una mezcla de decepción y dolor se apoderó de mí, sintiendo como si el mundo se hubiera reducido a ellos.

Y para colmo, él se volteó en un momento efímero en el que nuestros ojos conectaron. Dejé de respirar mientras él solo sonreía maliciosamente y se acercaba más a la chica.

Maldito.

—Adeline. —llamó Applebaum, obligándome a apartar la mirada de ellos. —Pensé que no vendrías.

Estaba empezando a arrepentirme de estar aquí; de todos los escenarios imaginados, este era el que menos esperaba.

Eres la única, decía. Bueno, creo que ya no.

—Sí, quería divertirme antes de irme, ya sabes, mañana me voy a España. —dije con dificultad, evitando mirarlo a los ojos.

—Te voy a extrañar demasiado, Adeline.

𝗟𝗢𝗦𝗧 𝗖𝗔𝗨𝗦𝗘 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora