• Capitulo cincuenta y cinco •

270 34 2
                                    

Punto de vista de ___________*

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.



Punto de vista de ___________*

Desde que escuché a Dianne saliendo de la habitación no pude volver a dormir, sin embargo, mis ojos se mantuvieron cerrados mientras trataba de exprimirle lo último de descanso que le quedaba a mi mañana. Cosa que fue poca, gracias al sol que también comenzaba a colarse entre las cortinas, por lo que me vi obligando a levantarme de la cama para reincorporarme y alistarme para el día de hoy; por inercia, dirigí la mirada hacia la cuna para asegurarme que el bebé estaba con su madre, al verla vacía supe que así fue.

Lo primero que hice fue tomar un rápido baño de agua fría, no pasé mas de cinco minutos bajo el agua. Al salir me escogí un conjunto simple de camiseta negra y pantalones de mezclilla, acompañado de mis fieles botas marrones. Bajé las escaleras de la casa mientras me preguntaba cómo estaban las cosas en la construcción.

Al salir de la Casa Barrington, me encontré con Dianne, Jesús y Tom, estaban cargando una carretilla con provisiones; apresuré mi paso para aproximarme a ellos.

—¿Adónde van todas estas cosas? —cuestioné mientras observaba las cajas de verduras siendo acomodadas sobre ruedas.

—Al puente, es nuestra parte del trato —respondió Dianne volviéndose a mi.

—Perfecto, iré contigo —dispuse con prisa, siendo detenido por Jesús.

—No lo harás, te quedarás aquí —sentenció el de cabello largo—. Estás de vacaciones, ¿recuerdas?

—Pero...

—Jesús tiene razón, la intención de que te tomaras estos días es para no preocuparte por nada —agregó Dianne cómplice de Jesús—. Disfruta tu tiempo libre, conmigo ahí no pasará nada.

No tuve de otra más que acceder al pedido de mi hermana, la cual se despidió de mí con un fugaz abrazo, acto seguido ella y Tom subieron a la carreta y salieron de Hilltop.

—Vamos, desayunemos juntos —dispuso Jesús guiándome hacia su trailer—. Tengo todo listo.

Caminamos hasta su lugar de descanso, él me cedió el paso tras abrir la puerta por mi, subí el pequeño escalón que me llevó a una pequeña mesa con dos sillas. Dicha mesa estaba adornada con un mantel a cuadros marrones, sobre éste descansaban dos platos hondos y pequeños que llevaban dentro una porción de avena y fresas en rodajas, al centro de éstos había dos platos extendidos con tres pancakes apilados en cada plato.

—Gracias al molino ahora tenemos harina —señaló con timidez cerrando la puerta detrás suyo.

—Esto es... ¿sabes hace cuánto no he probado un pancake? —exclamé con emoción.

—Supongo que mucho tiempo.

—Gracias, Jesús. Esto es genial —le agradecí con una sonrisa, asimismo tomé asiento.

Last Chance  ( EN EDICIÓN )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora