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Algunos días ya habían pasado de aquella operación, mi herida ya había sanado bastante, pero la de Satoru no, seguía con mucho dolor, por lo que me tocaba cuidar a Damian, aún así el niño quería estar pegado a Satoru y eso extraño, ya que antes era al revés.

Sin duda era risueño, te alegrabas con tan solo verlo... Pero una pregunta rondó por mi mente todo este tiempo. ¿Que haré cuando todo este asunto termine y lo tengamos que dar en adopción? No lo sé, pero esperaba que no sea pronto.

Damian se encontraba nuevamente dormido, tenía una capacidad inmensa para descansar tanto que me sorprendía.

Pero al escuchar la voz del albino se despertó abruptamente.
—Lo quieres ver, ¿no es así, pequeñín?—Le dije acariciando su mejilla. Su boca comenzó a balbucear cosas mientras sonreía, aquello era un si.

Me levanté con cuidado y lo llevé con él.
—¡El pequeño Damian vino!—Farfulló con cierta emoción.

—¿Estás seguro que lo puedes cargar?—pregunté analizandolo con la mirada, su hombro no sanó del todo, pero conociendo lo terco que es lo haría igual.

—Si, tu no te preocupes—hizo un ademán con su mano y cargó al bebé con su brazo sano, luego se sentó en un sofá.

Era impresionante la manera en la que cautivaba a todos aquí, sin duda alguna cuando este engendro comience a caminar será imparable.
Me senté al lado de Satoru recostandome en el sofá.

Ya había pasado algunos días pero aún así la duda circulaba por mi mente.
—¿Que hay entre tu y MeiMei?—espeté sin rodeo alguno.

Noté los hombros del albino tensarse, sentó a Damian en sus piernas y puso toda su atención en mí.
—¿Con MeiMei?—lanzó una carcajada al aire—si estás preguntando por lo que viste el otro día no te preocupes, solo tú entras en mi corazón, ella era un capricho—dió suaves palmadas en mi coronilla y luego revolvió mi pelo.

Mi mirada se oscureció ante la cercanía no deseada, simplemente opté por clavar mis ojos en él para que aparte su mano. Percibí el tono de burla y repugné eso.

—Eso no me interesa, te estoy preguntando que hay entre tú y ella—repliqué severamente.

—¿Por qué le das tanta importancia a eso?—contestó con obviedad.
—¿Acaso no puedo preguntar? Si yo te pregunto algo es para que lo respondas, ¿acaso hace falta que lo diga otra ve- —mis palabras se cortaron por el mismo Satoru. El cuál estampó sus labios contra los míos causando un remolino de emociones, en la cuál la sorpresa llevó la delantera.

—Al parecer te gusta que te callen así—dijo riéndose suavemente, pero esta vez no percibí alguna burla de su parte—no hay nada entre ella y yo, simplemente necesitaba algo para distraerme y como es fácil lo hice, no hacía falta que te pongas celosa—agregó dejándome un beso en la mejilla.

Mi cara se tiñó de un suave rojo ante la molestia de que me esté vacilando, pero eso se desvaneció al escuchar a Damian balbucear en busca de atención de Satoru.
—Solo por Damian te salvarás hoy—le susurré en su oído.

El niño restregó su cara por la ropa de Satoru, solía hacer eso cuando le dábamos cariño en exceso. Damian apoyó su cabeza en el hombro de Satoru para verme y cuando me miró comenzó a reírse.

—Se está burlando de tí—dijo Satoru siguiéndole las rosas a Damian.
—A mí no causa risa—comenté con total seriedad en mi rostro, pero me volvió a callar con otro beso.—Que no se te haga costumbre—refunfuñé, aunque muy disgustada no me encontraba.

Las risas continuaron hasta que el niño se calló y estiró sus pequeñas manos hacia mi queriendo que lo cargue. Lo tomé entre mis brazos, él muy gustoso se apoyó en mi pecho y colocó su carita cerca de mi cuello. Allí se relajó y eventualmente se durmió.

Lo acuné entre mis brazos y siguió durmiendo plácidamente.

—Serías una buena madre—susurró Satoru apreciando la escena.
—Quizás lo sea, pero mi trabajo no me lo permitiría, no quiero correr el riesgo de morir y que mi bebé se críe sin una madre—resoplé acariciando la mejilla de Damian—y creo que para tí corre lo mismo... Nanami, mi antiguo compañero, se retiró por esa misma razón.

—Lo sé... Pero creo que en el momento indicado haré lo mismo—se recostó en el sofá con sus manos en la nuca.—A todo esto, ¿que edad tienes?

—¿Eso es relevante?—repliqué.
—Para mí si—se encogió de hombros despreocupadamente.
—... Tengo 28 años—confesé—¿tú?
—22 añitos, soy muy joven todavía—dijo haciéndo un movimiento extraño con su mano.

Levanté mis cejas suavemente y desvié la mirada para ponerla en Damian.
—Espero que no te vayas pronto—susurré.

( . . . )

Las risas inundaron el lugar al compás en el que Damian lo hacía. Hace ya unos minutos Satoru lo cargó y comenzó a jugar con él.

Sus ojos grandes y verdes estaban atentos a los movimientos del albino mientras seguía dando carcajadas.

Eventualmente cesaron y se comenzó a mover con inquietud. Eso solo significaba una cosa.
—Satoru, que casualidad, el capitán Yaga me llamó para darnos un informe de una próxima operación—dije mirando mi teléfono. Técnicamente huí del lugar, por más que aprecie a Damian no quería cambiarle el pañal.

Cuando salí de la habitación me dirigí al sector donde se encontraban los novatos. Debía hacer algo para perder el tiempo.

Me encontré con el grupo de Maki, el cuál se encontraba jugando a las cartas en el sofá.
—Así que esta es la razón por la cuál nos están dando más misiones—dije apareciendo a sus espaldas.

El cuerpo de Toge, el cual estaba de espaldas a mi, se tensó.
—Hola Shadow—saludó con nerviosismo.

—Que buena casualidad encontrarlos por aquí—los miré y me senté al lado del peliblanco.—Espero no estar interrumpiendo nada.

Los tres negaron y retomaron su juego en silencio. Por lo adentros me reía, me gustaba sentir esa atmósfera de tensión que solía haber cuando estaba en algunos lugares... Eso me confirmaba que el carácter por el cuál me esforcé tanto en forjar dió sus frutos.

𝘽𝙧𝙚𝙖𝙨𝙩𝙥𝙡𝙖𝙩𝙚 || Gojo Satoru Donde viven las historias. Descúbrelo ahora