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Nos equipamos rápidamente, cuando el Grupo 3 llegó nosotros ya estábamos listos para pelear.

Analicé la habitación, en efecto, estaba blindada, al parecer aquí venían cuando había un tiroteo, porque había armas, cajas llenas de granadas y muchas, pero muchas balas, junto a una caja fuerte.

Me acomodé el casco y lo ajusté suavemente. Mi rifle ya se encontraba con su cargador lleno y algunos más de repuesto.

Ya estábamos listos

—Repasemos esto—dijo Naobito reuniéndonos todos una meta. Sacó un plano, el de toda la base—nosotros estamos aquí, y si lo que oyeron fué cierto, irán aquí... Nosotros no llegamos a limpiar el sector 1-C, así que debe estar infectado de personal armado—señalaba un sector en el mapa mientras hablaba.

—¿Cuál es tu plan, Naobito? Iluminanos—refunfuñé.

—El comandante tiene razón al decir que no tienes paciencia.
—No me gustan los rodeos—contesté.

El silencio inundó el lugar hasta que volvió a hablar.
—Bien, haremos esto.

(. . .)

—¡Ya, ya, ya!—Apuré. Habíamos tirado un granada cegadora en una habitación que estaba llena de personas. Satoru entró primero de seguido Yūta e Itadori.

—Objetivo abatido—avisó Yūta.
—Bien hecho, podemos seguir.

El plan era un poco complicado de seguir, estábamos dispersados por el sector 1-C, la división más grande.
Al parecer Kenjaku ya sabía de esto y no dudarán en atacar, Naobito sospechaba que eso sería cuando lleguemos a la última sala

"El auditorio sangriento"

Era un poco tonto el nombre, pero en ese auditorio hicieron muchas matanzas.

Supuestamente en esa habitación llevaban a cabo las reuniones especiales que tenían una vez cada tres meses.

Aún estábamos bastante lejos de ahí.

Entramos a una habitación, los asesinamos y seguíamos con otra, era un tedioso bucle.

Eventualmente llegamos a la última habitación, un depósito de armamento.

—Entraré yo primero y ustedes entrar al instante, puede que hayan personas armadas y que estén esperando un ataque—advertí.

Satoru se posicionó en la puerta y la abrió con delicadeza. En efecto, había gente armada. Al momento de entrar me recibieron con un tiro en la cara, el cuál rozó bastante mi mejilla.

Mi rifle de accionó rápidamente, jalé el gatillo y comencé a disparar, en seguida me siguió Satoru. Al cabo de unos segundos ellos ya estaban muertos. Me tocaba a mí revisar los cuerpos.

Bingo...

Uno no estaba muerto.
—¿Planeabas dispararme por la espalda? Lacra inmunda—espeté con odio en mi voz.

—¡No!, ¡Esa no era mi intención!—dijo totalmente arrepentido. Deslizó su arma por el piso.

—Bueno, aunque es una lastima, de todas formas te tengo que exterminar junto con tu raza—le susurré mostrándole la pistola que tenía en mi mano. Quiso gritar, pero el tiro en su frente se lo impidió.

Sentí las miradas de mis compañeros en mi espalda.
—¿No están acostumbrados a ver esto? —Reproché.

—No es eso, es solo que... Aún no me acostumbro a ver la frialdad que tenés al matar—dijo Satoru.
—Bueno, es parte del trabajo—me encogí de hombros y salí de la habitación.

—Shadow, terminamos la limpieza de nuestra parte, solo nos queda el auditorio, solicito informe de situación—Habló Naobito por la radio.

—Nosotros también ya terminamos, solo queda el auditorio—informé.
—Entendido, nos reuniremos todos y entraremos, vayan al sector 1-B. Cambio y fuera.

Los chicos también escucharon, así que sin más comenzamos a movilizarnos.

Eventualmente llegamos con los demás y nos reintegramos.
—Al menos no hay demasiadas bajas.

Repasamos el plan y fuimos directo al auditorio. La matanza estaba por comenzar.

Recordé todo nuevamente, mi mente estaba un poco acelerada. No quería que nadie muera, pero eso sería imposible.

Pero el recuerdo de ese niño inundó mi mente. Solamente quería sobrevivir por él, Satoru no podría solo.

Apunté con mi rifle y comencé a avanzar. Ya habíamos entrado.

En el escenario se podía ver a los peores mafiosos de todo esto, Kenjaku y Sukuna.

Claro que se habían dado cuenta de nuestra presencia.
—Francotirador en el lado izquierdo—susurré por el Walkie-Tokie. Fué cuestión de segundos que cayera.

Avancé hasta quedar frente al escenario.
—¡Ah! Al parecer teníamos a un ratita pelinegra—dijo Sukuna con burla.

Inmediatamente saqué mi pistola para matar a un soldado enemigo que se acercaba por atrás.

—¿No crees que era mejor esforzarse un poco más? Eres tan débil que te tuviste que aliar a tu antigüo enemigo.

El plan estaba funcionando. Distraer a Sukuna y Kenjaku para poder asesinar a sus soldados con tranquilidad y después matarlos a ellos.

Kenjaku apreciaba la escena mirándome con asco.
—¿Te genera repulsión ver a la persona que mató a toda tu gente?—Me burlé. No le tenía miedo a la muerte... Pero si a sus consecuencias.
—No hay nada que tenga que decirte a tí, Shadow—contestó con seriedad.

—¿Por qué no empezamos con esto de una vez por todas?—Expresó Sukuna con una sonrisa socorrona en sus labios.

Reaccioné al momento que me apuntó con una pistola. Rodé por el suelo y me escondí detrás de unas cajas de madera que habían ahí.

Rápidamente saqué mi rifle, ya estaba preparada para atacar.
—Vete, yo me quedo con ella—le dijo Sukuna a Kenjaku.

Me asomé un poco y le disparé a Kenjaku haciendo que inmediatamente salga de la escena.

—¿Por qué mejor no tenemos una pelea puño a puño? Ya sabes, como en los viejos tiempos—se burló.

Detestaba recordar esto, pero cuando Sukuna se graduó del entrenamiento para entrar aquí, junto conmigo, se fué para el bando de los narcotraficantes. Solíamos tener peleas cuerpo a cuerpo para demostrar quién era el mejor.

—¿Que me asegura que no es una trampa y tienes a alguien apuntandome?—Pregunté. Mi vista dirigió al frente y con un disparo maté al último francotirador que quedaba.
—Ahí está la prueba—contestó.

Lo medité por algunos segundos pero no me quedó más que aceptar, si peleamos con armas yo estaré en desventaja.

—Está bien—dije—pero las armas quedarán muy lejos de nuestro agarre.

—Basta de rodeos ¿empezamos?...—dijo luego de dejar sus armas en el piso, junto a su chaleco y casco.

𝘽𝙧𝙚𝙖𝙨𝙩𝙥𝙡𝙖𝙩𝙚 || Gojo Satoru Donde viven las historias. Descúbrelo ahora