🤯 Capitulo 25

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LENA

Todo esto estaba mal.

Me dolía la cabeza. Desperté con una resaca terrible, la luz del sol entraba por la ventana directamente a mi rostro y los ojos me dolían con tan solo la claridad que traspasaba mis parpados. Giré mi cuerpo para taparme la cara con la almohada y solté un quejido exasperado.

Me quedé un momento así, rememorando lo ocurrido anoche, y fruncí el ceño al darme cuenta... En realidad, al darme cuenta que no recordaba nada. Me levante sobre mis codos para dar un vistazo a la habitación girando la cabeza hacia todos lados, y si, esta era mi habitación, pero:

¿Qué mierda hice anoche? O ¿Cómo mierda llegué aquí anoche?

"Joder".

Volví a aplastar mi rostro sobre la almohada para tratar de calmar la confusión que se arremolinaba en mi cerebro. Me dolía de tan solo hacer el intento.

Así que opté por levantarme y darme una ducha. Al poner mis pies sobre la alfombra me di cuenta de que traía puesto un pijama limpio. Mis cejas se fruncieron al encontrar esto extremadamente raro. En mi cerebro no había ningún rastro de si quiera haber intentado quitarme la ropa.

Me levanté y tomé algo de ropa limpia del armario para entrar a la ducha, cuando lo hice miré mis manos y estaban perfectamente vendadas y limpias, no había ni una mancha de sangre en ellas. Comencé a desenvolver las vendas y mis nudillos tenían un color cercano al morado. Aun estaban, un poco inflamadas, pero ya no se sentía tan mal. Abrí la llave y comencé a quitarme las prendas del cuerpo, hasta darme cuenta que claramente no llevaba estas bragas ayer. Pero, ¿Qué diablos sabia yo de lo que llevaba puesto ayer si apenas podía recordar mi nombre?

Entré y el agua caliente comenzó a recorrer mi piel. Me tomé unos minutos debajo del agua para tranquilizar el dolor.

"Que bien se siente". Suspiré al sentir mi cuerpo relajarse.

Recargué ambas manos en la cerámica de la ducha y agaché la cabeza. El agua caía directamente sobre mi nuca. Todo esto se sentía tan extraño.

Desde que tengo la edad suficiente para conocer los efectos del alcohol había consumido de él sin limitaciones. Sabía lo que era una resaca, tuve muchos problemas con mis padres por llegar a altas horas de la madrugada, o incluso por desaparecer durante días viviendo prácticamente en los clubes que solían tener el mejor servicio, con chicas lindas que no se perdían la oportunidad de probar a la chica intersexual de familia adinerada.

Les daba lo que querían, en todos los aspectos posibles. Jamás tuve problemas con eso, ellas obtenían lo que querían y de cierta manera yo también.

Disfrutaba de los placeres carnales que tenían para ofrecer, podía abusar de cada una de ellas de la forma en que quisiera y al final no tenía ningún remordimiento al respecto, aunque pasado el tiempo comenzaba a exigir más. Había llegado un momento en el que nada me satisfacía. El alcohol solo era un potenciador para mis sentidos y mi sensibilidad. Me gustaría decir que yo controlaba el alcohol, pero esa sería una mentira.

Había tratado de dejarlo. Pero lo que me llevo a soltar la copa definitivamente, fue cuando la matriarca de la familia tuvo esa pequeña charla conmigo, aquella en la que dijo que era incapaz de sentar cabeza, Si, esa estúpida charla en la que tomé la decisión de pedirle matrimonio a Marley. Me resultaba difícil abstenerme en las fiestas que organizaba la empresa o en aquellas pequeñas reuniones que teníamos en familia. Llenaba mi garganta con dos sorbos y resultaba suficiente para pasar la noche.

Pero nada se comparaba a ver y saber que mi prometida me engañaba frente a mis narices. No me importaba lo que ella hiciera, pero si me importaba como me hacía ver.

Solo tú (Supercorp) Lena G!pDonde viven las historias. Descúbrelo ahora