Capítulo III

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Era un día lluvioso, Lilith se quedó trabajando en su oficina y cuando menos se dió cuenta el reloj ya marcaba las 12:00 a.m.

-No puede ser, es tardísimo, pero por lo menos terminé.

Dijo orgullosa de sí misma, uno de sus contadores cometió un error y eso a Lilith no le agrado en absoluto, lo despidió y se aseguró de corregir y arreglar los daños causados.

Salió de su oficina, mientras miraba que ya todo estaba solo, seguramente el guardia de seguridad andaría rondando por ahí, pero a parte de ella seria el único que estaría en ese enorme edificio a tales horas.

Lilith tomó el elevador, presionó el botón que la llevaría al estacionamiento, bastaron a penas unos minutos y ya se encontraba saliendo de su empresa en su auto.

Iba por la carretera y apesar de ya ser tarde ella se encontraba cómoda, ese clima era su favorito, pero algo o más bien alguien la distrajo de sus pensamientos, a unos 100 metros de distancia pudo observar un coche parado a una orilla, solo distinguió que era una chica, dudo en si detenerse o no, pues ella, una heroína no era, se consideraba más bien la villana, sonrió ante ese pensamiento. Y termino deteniéndose.

Se estacionó detrás del auto, observó aún dentro del suyo que era un Rolls Royce. 

-Interesante.

Dijo antes de bajar del coche.

La lluvia era bastante fuerte, pero a Lilith esa sensación le encantaba.

Pudo observar a una mujer recargada en su auto, le daba la espalda así que no podía mirar su rostro, además de que la lluvia tampoco ayudaba.

-Esos malditos rizos...

Dijo Lilith en sus pensamientos, esos rizos ella no podría olvidarlos, eran del peor ser que conocía. Por un momento se arrepintió y giro para regresar a su coche e irse, pero una parte de ella no podía dejarla, e involuntariamente retomó el camino a la que estaba casi segura que era la morena.

-Ups a alguien ya no le funcionó el cochesito.

Fue lo que supuso que le había sucedido a la morena, no encontraba otra explicación para verla ahí.

La morena se dió la vuelta y con fastidio miró a Lilith.

-De todos los seres que habitan en este planeta tenías que ser tú.

-Yo también me alegro de verte, bombón de chocolate.

Habían pasado dos semanas desde aquella cena, esa fue la última vez que se habían mirado, hasta el día de hoy.

-Lárgate antes de que...

-Antes de que qué...?

-Te encanta molestar verdad, hazme y haste un favor y vete.

-No seas grosera, encanto.

-Deja de decirme tus estúpidos apodos.

-¿Qué haces tirada a media carretera a estás horas, bombón? 

-Que te importa.

-Dime, Altamirano.

-Mi auto se descompuso.

-Toca cambiarlo.

Se burló Lilith.

-¡Fuiste tú, maldita gata!

Se acercó a ella con furia y comenzó a empujarla y empujarla, ocasionando que Lilith estuviera dando pasos hacia atrás.

-Detente, encanto. Yo no sabotee tu cochesito.

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