Capítulo X

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Al día siguiente...

7:26 p.m.

-Bienvenidos, pasen por favor.

Los Montenegro habían llegado, Clara y Carlos los recibieron, sus tres hijos y el ahora novio de Nicole se encontraban en la sala de espera.

-¿Lilith no vendrá?

Blanca preguntó al notar que solo estaba Daniel con ellos.

-Sí por supuesto, solo que tenía una reunión importante.

Respondió Nadia, mientras le hacía una seña a su hijo para que investigará que pasaba con ella.

-Comprendo, ya es toda una mujer.

Blanca contestó con una sonrisa.

Carlos y Blanca llevaron a los Montenegro a la sala de estar, ahí aunque lo evitarán las dos hermanas impacientemente buscaron a alguien en particular, ese alguien no estaba.

Saludaron cordialmente a la familia, Nicole lo hacía más a fuerzas que de ganas.

-Tú debes de ser Noah.

Elijah se acercó al joven, éste se puso nervioso, si de alguien Lilith había heredado ese don de intimidar tan solo con una mirada, era de su padre.

-Sí... sí señor.

Tartamudeo.

Daniel el menor de los Montenegro, evitó reír, él deseaba partirle la cara por haber tocado a su hermana.

-Lamento lo que mi hija te ha hecho, ella no suele tener paciencia, evitala y yo evitaré que te toque.

Todos supieron que ese era un mensaje con doble filo, porque a pesar de todo y de estar enojado con su hija, Elijah no permitiría que nadie tocara a su pequeña, por eso el "evitala" prácticamente era un no te vuelvas a meter con ella.

-No volverá a suceder señor, creo que ambos nos exaltamos por el alcohol.

-Un gusto Noah, tienes un futuro prometedor.

Elijah estrechó su mano con la del joven.

Todos tomaron asiento, y comenzaron una platica amena, y aunque ambas hermanas intentaban preguntar por la empresaria ninguna se atrevió.

Pasaron alrededor de 20 minutos, cuando el timbre sonó.

Apresuradamente Nicole habló.

-Yo voy.

Sin esperar respuesta salió y camino hasta llegar a la puerta. Aún recordaba lo que había hecho en su cama, y a quien se había imaginado con ella, de solo recordarlo su piel nuevamente entraba en calor. La abogada sacudió su cabeza para evitar esos pensamientos y sin pensarlo más abrió la puerta.

Dejando ver a la castaña con un corto vestido negro entallado a su cuerpo, con un escote que era demasiado sexy, pero sin llegar a ser vulgar, esos labios rojos tan característicos de ella, su cabello suelto que la hacía verse aún mejor.

Nicole terminó de abrir la puerta y otra persona estaba ahí. Esa rubia, esa cínica y estúpida rusa que tanto detestaba estaba ahí en su casa, con la empresaria y con una cínica sonrisa. Después de la empresaria, la rusa era a quien más odiaba en este mundo.

-Hola Nicole.

La empresaria tampoco había podido evitar mirar a la morena, lucia espectacular de traje, utilizaba uno color beis, con unos tacones y una camisa con varios botones desabrochados dejando ver gran parte de sus pechos, y por su puesto esos hermosos chinos con los que la empresaria aunque lo evitará no había podido evitar soñar.

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