Capítulo VI

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7:40 p.m.

Lilith se encontraba como era costumbre en su oficina, revisando y firmando algunos documentos, hasta que la puerta se abrió, sólo una persona podría atreverse a entrar a la oficina de Montenegro sin su consentimiento.

-¿Terminaste? Porque es momento de irnos.

Ese era Lucas.

-Cuántas veces te tengo que decir que toques la maldita puerta antes de entrar.

-Alguien está de malas, déjame adivinar tu morena tiene la culpa ¿no?

La empresaria rodó los ojos con fastidio.

-Hace cuanto no la ves ¿un mes? Fue desde ese evento, y ya te estás muriendo.

-Deja de decir estupideces. Tengo trabajo, mañana tengo una reunión importante con los rusos.

-No me hagas reír, sabemos perfectamente lo bien que te llevas con Irina Kilichenko. Esa rubia de ojos azules y tú tienen historia. Así que no me digas que te tiene de mal humor reencontrarte con ella.

-¿A qué viniste?

Lilith no quería ver a nadie, su amigo tenía razón, no saber nada de la morena la tenía fastidiada, desde esa noche en el baño no habían vuelto a cruzarse y aunque Montenegro intentará negarlo la abogada se había adueñado de sus pensamientos, eso causaba su estrés, pues no sabía que le había hecho la morena.

Durante este mes, ambas familias se estuvieron reuniendo para reforzar esa amistad que comenzaba a forjarse, reuniones a las que Lilith en incontables veces declinó la invitación, causando ciertas peleas con sus padres, pero pudo poner de pretexto la reunión con Irina, pues la rusa ya le había dado un pequeño adelanto de lo que se trataba la reunión algo que solo aumentaría los millones de los Montenegro.

-Compré un antro hace un par de semanas y no he tenido tiempo de ir, así que quiero ir y beber con mi mejor amiga en él.

-No tengo humor.

-No seas amargada, Lilith Montenegro rechazando una oportunidad de ir a beber un viernes. ¿Quién eres y qué hiciste con mi amiga?

-No seas payaso, sólo no quiero y punto.

-Ya doña amargura, te prometo que ese estrés saldrá de ti en cuánto entres, me he asegurado de remodelarlo y se ha convertido en el mejor de todo Nueva York, así que levanta ese apetitoso trasero y vamos.

-Okey.

Sabía que Lucas no se rendiría hasta lograr que ella accediera así que prefirió ahorrarse tanto drama.

Tomó su bolso, guardó su celular, retocó su ya conocido labial rojo, lo guardó. Todo ante la mirada de su amigo.

-Alguien pasará una buena noche.

Lucas rió mientras salía, Lilith tomó su sacó y se lo colocó antes de salir de su oficina. La empresaria está ocasión traía un traje negro, el pantalón un poco ajustado, no iba de corbata, en su lugar traía un bustier del mismo color que la hacía lucir bastante sexy, encima el sacó que acaba de colocarse y por supuesto no podrían faltar sus tacones de agua, color negro y una suela roja que resaltaba y combinaba con sus labios.

La empresaria se reuso a dejar su coche favorito así que ambos se fueron en él, aunque Lilith odiaba que se subiera alguien que no era ella.

No tardaron más de 15 minutos en llegar al lugar.

-¿Qué te parece?

Preguntó el joven orgulloso por su compra, mientras observaba la entrada al lugar con una fila que parecía eterna, pero para ellos no era un problema.

-He visto mejores.

El castaño la miró ofendido.

-Ni siquiera has entrado.

El castaño le ofreció su brazo como el caballero que era, Lilith lo aceptó y sin problemas entraron.

Rápidamente fueron guiados a la zona vip.

-Que pequeño es este mundo.

Se reía el empresario, mientras veía que las Altamirano se encontraban casi al lado de a dónde ellos se dirigían.

-Te juro que si tú planeaste esto te voy a mandar a la quiebra.

-Tranquila florecita, yo no tuve nada que ver, pero ya ves lo famoso que se ha vuelto para que las Altamirano estén aquí.

-Sí ajá.

Llegaron y se sentaron en un tipo sofá que Lilith debía aceptar era de una excelente y lujosa calidad, una pequeña mesa de cristal en el centro y un mesero que los atendería exclusivamente a ellos.

Por otra parte...

-De tantos lugares en esta ciudad tenía que venir a este.

No tenían mucho que habían llegado, Jessica prácticamente había arrastrado a su hermana para que viniera, pues la morena estaba muy enfocada en un caso, o eso le había hecho creer a los demás, incluida ella misma. Pues la cínica castaña la atormentaba hasta en sus sueños, no la dejaba concentrarse y no hayaba manera de dejar de pensarla, razón por la que había aceptado venir con su hermana creyó que tal vez distraerse le ayudaría un poco, sin saber que su tormento estaría en el mismo lugar. Después de un mes la volvía a mirar, e inconscientemente a su mente llegaban los recuerdos de aquel encuentro en el baño, la manera en que la empresaria la había tocado, los terribles y apetecibles labios rojos que como ese día, hoy lucían perfectos. Nicole se reprochó ante esos pensamientos, pero no pudo evitar volver a revivirlos cuando su mirada chocó contra la de la castaña. Sus ojos se decían lo que sus bocas no se atrevían.

-Supongo que también ha venido y ver el antro del momento ¿no?

Dijo Jessica, mientras que al contrario de su hermana levantaba su vaso en forma de saludo hacía la empresaria.

-No entiendo tu juego Jess.

-Yo sé lo que hago hermanita.

La noche transcurría y aunque Nicole intentaba adentrarse en la conversación con sus amigos no podía, pues varías veces había sentido la mirada de la empresaria, y como la cínica que es, no hacía nada para disimularlo.

-Entonces ¿aceptas?

Ese era Noah, un joven de la misma edad de Nicole, ojos verdes, cabello negro, tez blanca y cuerpo atlético, un empresario que poco a poco iba ganando popularidad.

-Disculpa Noah, ¿qué dijiste?

-Que si me permites bailar contigo.

Rió el joven ante la distracción de la hermosa morena.

Sin saber porque miró a la empresaria, ésta la estaba observando, Nicole nuevamente miró a Noah, el cual seguía esperando una respuesta y con una sonrisa aceptó la invitación.

-Por supuesto.

Ambos se levantaron, la abogada suspiro al notar que tenía que cruzar cerca de donde se encontraba la castaña.

Justo cuando iban cruzando, Noah puso su mano en la cintura de la abogada.

Lucas se rió al ver la molestia que intentaba ocular su amiga.

-Creo que estás celosa...

Se acercó al oído de su amiga para decircelo.

-Me cae que de tu boca nunca saldrá algo coherente.

Lilith dejó su vaso en la pequeña mesa y prefirió beber directamente de la botella, mientras miraba como la mujer que estuvo a punto de ser suya se iba con un don nadie que a ella no le llegaba ni a los talones pues su egocentrismo y seguridad en sí misma se lo recalcaban intentando que la empresaria se tranquilizara.











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