El despertar fue gradual, como si las sombras del sueño se resistieran a ceder ante la luz que se filtraba por la ventana. Sentí cómo la suavidad de las sábanas me envolvía, un arrullo reconfortante que me recordó que no estaba en mi cama, ni en mi hogar. Mis parpados se alzaron con una pesadez momentánea, revelando el resplandor matutino que se derramaba en la habitación. La escena era casi una repetición del día anterior, la dama del castillo, imponente y majestuosa ocupaba la misma silla, el mismo libro entre sus manos. El ligero tintineo de sus pies golpeteando el suelo añadía una nota musical a la atmósfera, y sus ojos, enigmáticos detrás de las gafas, se posaron sobre mí.
"Buenos días", dijo con una voz melódica que resonaba en la estancia, aunque mi mente aún se debatía entre la realidad y el sueño. ¿Cómo sabía que estaba despierta? Apenas había abierto los ojos y ni siquiera me había mirado como para saber que estaba despierta.
Repliqué con un simple "Buenos días", mientras la observaba continuar con la lectura de su libro. Una pregunta flotó en el aire, cargada de dulzura, como si la preocupación se asomara por debajo de su fachada imperturbable.
"Dime, ¿cómo te sientes hoy?" preguntó, desviando la mirada de las páginas para encontrarse con la mía. Sus ojos, intensos y amarillos, eran como faros que buscaban algo más allá de las palabras.
"Mucho mejor, gracias", respondí, sintiendo el peso de la cortesía en sus palabras mientras continuaba observándola. La dama del castillo asintió levemente, un gesto que podría haber sido una muestra de interés por mi bienestar.
"Bueno, me alegro mucho, porque quiero que sigamos con nuestra conversación pendiente", dijo con un tono que dejaba claro que no permitiría demoras ni evasiones. No esperó a que yo respondiera antes de continuar. "Sabes que has entrado a mi castillo sin mi permiso, y bueno, aquello es inaceptable. Por lo tanto, escucharás atenta lo que tengo que decir". Su voz, medida y firme, llenó la habitación, creando una tensión que flotaba entre nosotras. La serenidad de su rostro contrastaba con la gravedad de sus palabras mientras mis ojos se encontraron con los suyos, tratando de descifrar el significado detrás de la expresión de la señora del castillo. "Has desafiado las normas de este lugar, y eso no puede pasarse por alto. Pero también te he permitido permanecer aquí, y eso no es algo que conceda fácilmente...por lo por esta hospitalidad deberás pagarme", continuó, como si estuviera revelando un secreto milenario. "Ahora, hablemos de quién eres y por qué decidiste entrar en mi dominio y así poder tomar mi decisión final".
La habitación, impregnada de una atmósfera enigmática, era testigo del delicado equilibrio entre la dama del castillo y yo. Me esforzaba por mantener mi compostura mientras mis ojos seguían cada uno de sus movimientos intentando acomodarme en la cama, y como si la escena estuviera coreografiada, la dama se movió con gracia para ayudarme. Sentí la suavidad de sus manos, grandes y seguras, guiándome con una destreza que sugería una familiaridad con este tipo de situaciones.
"Bueno, me llamo Dalia...Dalia Winston", comencé, intentando articular mis pensamientos mientras ella volvía a su posición, como una obra teatral donde cada acto seguía un guion predestinado. "Soy una simple fotógrafa, y llegué aquí debido a un accidente de avión". Dejé que las palabras fluyeran, tratando de poner en orden los acontecimientos caóticos que habían llevado a mi llegada a este castillo. La dama escuchaba con una expresión impenetrable, sus ojos amarillos fijos en los míos. "Dalia" La escuche decir de cómo casi un susurro, al pronunciar mi nombre, su voz agregó una musicalidad inesperada, como si cada sílaba resonara con una elegancia única. Era como si hubiera descubierto que mi nombre sonaba más hermoso con su voz, y me encontré perdida en ese matiz fascinante.
Asentí mientras continuaba mi relato, describiendo el choque del avión y la persecución de los lobos. "Estaba viajando a Australia cuando el avión se estrelló no muy lejos de aquí", expliqué, tratando de encontrar las palabras adecuadas para pintar la imagen de aquel fatídico día. "Estaba desesperada, buscando refugio, y me encontré aquí". Mis ojos se encontraron con los suyos, buscando comprensión en su mirada inescrutable.
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°Fotografía Carmesí° Lady Dimitrescu x Lectora
FanficUn accidente aéreo que cambió mi vida por completo,una mujer casi irreal que cambio mi vida por completo. Me encontré inmersa en un mundo desconocido, donde las sombras del castillo escondían misterios y secretos. Con mi cámara como única luz en la...