Cap 5°Ratoncito recuperado°

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Mi corazón pareció detenerse por un instante al contemplar el rostro sereno de Lady Dimitrescu mientras dormía. Su belleza, casi etérea, dejó una impresión imborrable en mi mente. Aunque, de repente, la tranquilidad se rompió cuando escuché la voz de la señora, que resonó en la habitación como un susurro suave pero imponente. "Es de mala educación mirar tan fijamente", murmuró la señora Dimitrescu, aún con los ojos cerrados. Me estremecí ante sus palabras, sintiendo que había invadido su privacidad de alguna manera, aunque mi intención inicial fuera solo despertarla.

"Lo siento, mi señora... venía a despertarla, pero no sabía cómo le gustaría...Si le abría las cortinas o prefería que le hablara...por cierto Buenos Dias", balbuceé con nerviosismo, mientras mi rostro ardía por la vergüenza. La dama, con una elegancia que la caracterizaba, abrió lentamente los ojos, revelando un amarillo profundo que parecía contener toda la sabiduría del mundo.

"Buenos Días...Lo que estimes conveniente...Querida, solo me gusta que me despierten de forma tranquila y suave" dijo con una sonrisa, disipando mis temores con su amabilidad.

Me acerqué con cautela, encendiendo las velas de la habitación para iluminar delicadamente el espacio, creando una atmósfera cálida y acogedora. Mientras realizaba la tarea, me permití mirar brevemente a la señora Dimitrescu. Su presencia imponente se mezclaba con una serenidad que irradiaba calidez. La habitación estaba impregnada con una mezcla en el aire, una atmosfera tranquila y serena que no había podido ver ni sentir en ninguna parte, además de aquí.

"¿Cómo has amanecido, querida?" preguntó Lady Dimitrescu, su voz resonando como una melodía envolvente. Era un contraste fascinante entre su apariencia imponente y su tono amable, una dualidad que me intrigaba profundamente.

"Muy bien, mi señora...El sol ilumina el cielo, y la mansión está tranquila", respondí, sintiendo que cada palabra era cuidadosamente elegida para no perturbar la paz de la mañana.

Después de encender las velas, me dirigí hacia las cortinas y las abrí con cuidado. Lady Dimitrescu, en toda su imponente majestuosidad, se levantó de la cama, colocando sus pies en el suelo con gracia, y estiró su cuerpo con una elegancia que dejaba entrever la verdadera grandeza que la caracterizaba. Observé en silencio, consciente de mi papel como sirvienta en esta mansión encantada.

Mientras ella se estiraba para disipar los últimos rastros del sueño, me dirigí al baño para preparar su rutina matutina. Aromas a esencias llenaron el aire cuando dispensé cuidadosamente gotas de aceite perfumado en la tina, buscando crear un ambiente relajante y agradable. Mientras me sumergía en la tarea, escuché los pasos firmes de la señora Dimitrescu acercándose por detrás. El baño estaba listo cuando ella entró, y me retiré discretamente para preservar su privacidad. La escuché sumergirse en el agua con un suspiro de satisfacción, mientras yo me dirigía a ordenar su habitación. La tarea se volvía un tanto desafiante debido a mi pierna, pero me esforzaba por mantener la misma gracia que la señora Dimitrescu exhibía en cada uno de sus movimientos.

Mientras recogía y organizaba, las voces suaves de los sirvientes resonaban en los pasillos, indicando que la mansión estaba comenzando a cobrar vida. Cada objeto que tocaba parecía llevar consigo el aroma de su dueña, como si estuviera impregnado con la misma elegancia que ella irradiaba, la luz del sol inundaba la habitación. Terminé de ordenar justo cuando la señora Dimitrescu emergía del baño, envuelta en una bata de seda. Su presencia imponente llenaba la habitación, y me apresuré a ofrecerle asistencia.

La cama estaba perfectamente hecha, cada rincón estaba limpio y ordenado. Y al preguntarle a la señora si necesitaba algo más, mi atención se desvió hacia la ventana, donde los rayos del sol empezaban a filtrarse suavemente. "No, querida, eso será todo...Solo saca mi vestido negro y unos tacones a juego", respondió con una elegancia natural, mientras yo asentía y me apresuraba a cumplir con su pedido. La mansión se llenaba de la fragancia del desayuno, pero mi atención estaba enfocada en asegurarme de que todo estuviera perfecto.

°Fotografía Carmesí° Lady Dimitrescu x LectoraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora