Durante el transcurso del Año 2010, una espantosa Epidemia azotó en el mundo. Seres retorcidos, hambrientos de sangre y carne llenaron las calles.
Los pocos sobrevivientes, luchaban por mantenerse al margen de sus fauces; entre ellos, una enfermiza...
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"ＹＯＵ ＢＵＲＮ ＦＯＲ ＴＨＩＳ"
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UN AÑO ANTES DEL INCIDENTE. Jueves, 27 de Agosto, 6:32 p.m.
----------------------------------------------------------- —¿Quién te gusta?— La hermosa pelinegra se coloco una fina capa de brillo en sus gruesos labios, mirándome a través del cristal de su espejo.
De pronto la pregunta me hizo sentir idiota.
En realidad no pensaba mucho en eso, y si era completamente honesta, estaba internamente tan desesperada que lo haría con cualquiera, siempre y cuando estuviese dispuesto.
—Creo que nadie...—Murmure, pasando la vista una vez más, en sus redondeados labios color guinda.
Debra podría ser fácilmente la única chica por la que me sentía atraída, pero es que... "¿Podría alguien juzgarme?" Ella era tan hermosa como para tener que mirar dos veces.
Y su tono coqueto de voz, siempre era jugueton, e invitante.
Mucha gente nos miraba y seguramente se preguntaban en silenciosa burla: "¿Cómo puede esa muñeca ser amiga de una perdedora como Lexie?"
Apreté los labios, mirando hacia el suelo.
—¿Qué?— Preguntó, volviéndose hacia mi con esa sonrisa suya que me hacía ruborizar. —¿No quieres decirme?¿Es eso?—
Ella se acercó a mí, sin dejar de sonreírme.
Mi corazón latió rápidamente.
—No creo que deba ilusionarme con nadie, e-es decir... ¿Quien me miraría a mi?— Musite y, realmente sentí que esa era la verdad absoluta.
Ella tomó mi mentón, alzando mi rostro para mirarla.
—Yo te veo Lexie...—Murmuró. —Y creo que eres más hermosa de lo que tu piensas.—Sus enormes ojos verdes brillaron, y entendí que su verdad absoluta era completamente distinta a mi perspectiva.
Una oleada irracional de confianza se sintió en mi y creí que estaría lista.
—Debra, creo que y-yo te...—Empecé dispuesta a saltar, a confesarle que ella hacia mi corazón saltar más que los chicos que conocía, incluso más que aquellos que me gustaban.
—¡Debie, Lexie, bajen ya! Es hora de cenar...—Grito su abuela, haciendo que mi pequeño momento de valentía se derrumbara.
Debra no se movió, ella seguía mirándome expectante de mi, como si esperara que continuase.
