Capítulo 1

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El carruaje se paró delante del portón, el cual permanecía abierto, aunque aparentemente no aparecía nadie para recibirnos, sólo una siniestra brisa helada que surgía del interior del castillo. Mi vestido comenzó a levantarse y ondear en mis piernas por culpa de eso.

—Supongo que el señor Dracule permanece dentro... vayamos, pues —mi padre me miró por encima de sus gafas y yo asentí en silencio bajo la capucha, comenzando a caminar por los sombríos pasillos iluminados con velas de color verde.

Todo era tétrico y oscuro, sin vida y estéril. Me centraba más en el frío y en la decoración para intentar sobrepasar el momento más bochornoso de mi existencia... conocer a la persona con la que pasaré el resto de mi vida.

...

Unos minutos antes

Los ojos amarillos y penetrantes de Dracule Mihawk se reflejaban en las vidrieras del castillo desde su interior. Estaba detrás del cristal tintado, viendo cómo tres personas se adentraban a la isla por el camino de entrada... se encargó de que todo estuviera asegurado para que los babuinos armados no les hicieran nada.

—Fufu~ ¿Ya ha llegado tu futura esposa, huh? —una mujer de cabello rosa y ojos redondos atravesó la pared como si fuera un fantasma.— Aún me cuesta creer que hayas decidido casarte.

—No es de tu incumbencia, Perona. —Dijo, sin apartar la vista del cristal, mientras se cruzaba de brazos a la altura del pecho.

—Algún día te lo sonsacaré, mientras tanto... disfrutemos del espectáculo. —Finalizó la pelirrosa, sacando la lengua a la vez que desaparecía del entorno.

Mihawk ni siquiera parpadeó. No podía ignorar la figura cubierta que tenía a bastantes metros de él, con una vaga curiosidad de saber cómo sería debajo de su capa, hasta que ella alzó una mirada fija hacia el vidrio donde él se ocultaba.

Sus ojos conectaron con los de la joven, aunque ella no lo supiera. Eran negros y de suaves y gruesas pestañas que oscilaban con el viento. Con solo un vistazo vio determinación, sueños por cumplir y, por supuesto, miedo e incertidumbre. Luego, nada más, dejándolo con ganas de ver lo que se avecinaba.

...

El pasillo desembocó en una escalera de grandes dimensiones. Hacía más frío dentro del castillo que fuera, ya que por las paredes silbaba el viento y la piedra de la mayoría de las estancias era mármol. Me helaba el alma estar ahí.

—Toma —mi madre sacó perfume de su bolsillo y me embadurnó el cuello con él, hasta que yo la quité de encima mía— debes estar presentable para el señor Dracule.

—Qué importa, ya me ha comprado, soy suya igualmente sin casarme con él, ¿No?

—¡No digas eso, hija...! Él no te ha comprado, qué tontería —mi madre comenzó a parlotear su regaño y a intentar quitarme de nuevo la capucha, pero antes de que lo hiciera, una presencia al final de las escaleras nos alertó a los tres, y a mí me hizo permanecer callada, mirándolo entre las sombras de mis telas.

Esa persona era Dracule Mihawk. Había salido de sus aposentos para recibirnos personalmente, y a mí... me hubiera gustado que no lo hiciera.

Comenzó a bajar las escaleras lentamente, con una copa de vino tinto en la mano. No iba con su habitual vestimenta de las fotografías que solía ver; una camisa blanca y limpia lo vestía de torso, mientras que unos pantalones negros y un cinturón se acomodaban en el tren inferior. Su barba estaba bien cuidada y perfilada, además de su cabello negro, parecía... tener demasiada seguridad, intuía que sabía lo que iba a pasar.

Cuando bajó las escaleras, dio unos pasos suaves y certeros frente a nosotros. Luego de unos segundos en el más absoluto silencio, comenzó a hablar con una voz neutra.

—Bienvenidos a la isla Kuraigana. Soy Dracule Mihawk. Espero que os sintáis cómodos en mi castillo.

Mi padre, como siempre, tomó la delantera.

—Gracias por recibirnos este rato, señor Dracule, sabemos que es un hombre realmente ocupado.

—Aquí está nuestra hija, Lehane ___, ___, preséntate ante el señor Dracule —mi madre me tomó por los hombros y me puso frente al temible Shichibukai.

Me sentí... paralizada. Mi mirada estaba situada sobre sus botas. Ni siquiera podía alzar el rostro para hacerle frente.

Durante un largo minuto el silencio reinó de nuevo, y sentía la mirada de halcón analizarme de arriba abajo, además de la de mis padres, que parecían demasiado tensos con el encuentro. ___, ¿Qué te pasa...?

—Lehane ___, fui lo suficientemente educado en recibirte en mi hogar sin mi sombrero —habló Mihawk— ¿Puedes quitar tu capa para que pueda recibir el mismo respeto?

Pasé saliva y mordí levemente mi labio inferior, asintiendo con lentitud mientras llevaba las manos al borde de la capucha, deslizándola hacia abajo y descubriendo mi rostro ante el Shichibukai más misterioso y reacio de todos los que había.

Tuve unos segundos para mí y me mentalicé, dirigiendo mis ojos con los suyos. Sentí una presión en el pecho al ver que no había cambiado de emoción, y supuse que no le había agradado en absoluto... en cierto punto, pienso que era mejor así, era una ventaja para mí que no le gustara.

Pero él...

Él era tan alto que conseguía cubrirme. Su piel es pálida y parece ser suave, también. Mis ojos se van durante un segundo a su camisa entreabierta, apreciando la marca de los músculos de su abdomen desaparecer tras la tela, y su boca, simplemente se curvaba hacia abajo, no sabía si por costumbre o... simplemente por disgusto.

—¡Perdónela! Está un poco nerviosa, pero es normal sentirse así, ¿No? Vivirá aquí para siempre, es difícil decirle adiós a su antigua isla... Vea qué tan hermosa es, ¿Puede apreciarlo? —mi madre seguía con su halo de positividad sobre su cabeza y yo solo aceptaba lo que decía en silencio.

Me sentía como una oveja siendo vendida al lobo. ¿Qué creía? ¿Que todo sería como un cuento de hadas?

Después de unos instantes ensordecedores, Mihawk no dijo absolutamente nada y se giró, dándonos la espalda para subir de nuevo la escalera.

—Síganme. Les invitaré a tomar el té.

Pretty Little Wife (Dracule Mihawk y tú) [One Piece]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora