Pretty Little Wife (Dracule Mihawk y tú) [One Piece]

Prólogo

Ubicado en la primera parte de One Piece...

El cielo y el horizonte habían aparecido brumosos cuando desembarqué del barco de mi familia en tierra firme, justamente en la misteriosa isla Kuraigana. Hoy conocería a mi futuro esposo y dentro de tres días, la sentencia de matrimonio será dictada entre nosotros.

Un carruaje de caballos me dirigía con movilidad escasa hacia el tétrico castillo en medio de aquella isla destruída. No podía creer que ese lugar sería, a partir de ahora, mi nuevo hogar.

Dracule Mihawk es un Shichibukai que sirve a la Marina. Además de esto, era pirata, y fue absuelto de sus crímenes contra la humanidad. Y desde hace un tiempo... decidió buscar una esposa con la que pasar el resto de su vida.

Todas las mujeres a su alcance se murieron de ilusión y deseos, soñando una vida de lujos y protección al lado del ex pirata de ojos amarillos, y sin embargo, decidió elegir a la mujer del catálogo que menos deseaba contraer nupcias.

No soy una mujer quejica ni indefensa, si te lo estás preguntando. Simplemente no me gusta casarme con un desconocido a quien sólo he visto en fotografías de carteles y periódicos...

Saqué del bolsillo de mi capa un recorte de uno de los últimos boletines en donde salía él. Lo desdoblé con cuidado y observé los ojos inquietantes y afilados clavados sobre los míos. Parecía tan... sumamente frío y malvado. Estoy segura de que acabaré muriendo a la primera semana de casados.

—Me siento como si fuera la ofrenda de un dios...

—Es que lo eres, querida —informó mi madre, como si no lo supiera ya, mientras quitaba la capucha de mi cabeza y me acicalaba el ostentoso peinado que ordenó a mi doncella que hiciera para la presentación— te hemos preparado durante mucho tiempo, esperando la oportunidad de que alguien importante quisiera tomarte como esposa.

No quería debatir con ella, porque sabía que esto era algo imposible de remediar. Simplemente agaché la cabeza y acepté sus palabras con resignación.

—¡Y nada más y nada menos que un Shichibukai! ¿No estás orgullosa? Aportarás gloria a la familia.

"Si no fuera el más terrorífico, tal vez incluso podríamos tratarnos de manera cordial..." Pensé, cerrando mis ojos durante un instante.

—¿Al menos sabe quién soy? —Pregunté, guardando discretamente de nuevo el recorte en el bolsillo.

—Sabe cómo te llamas, es suficiente, ___.

"Sólo mi nombre..." Cada palabra que decían mis padres, conseguían sentenciarme cada vez más, apretando la soga imaginaria de angustia que rodeaba mi cuello.

Cada minuto que pasaba sólo hacía preocuparme más y más por la vida que podré tener en un futuro. ¿Podré seguir estudiando? ¿Paseando por aquél inexistente jardín que se percibía antes de llegar a tan tenebroso y ajado castillo de piedra? O tal vez... ¿Podría hacer incluso algún amigo allí?

Volví a ponerme la capucha ante la negativa de mi madre y me asomé de nuevo a ver el castillo por la ventana del carruaje. Ahora, de entre las nubes, se colaba un pálido y débil rayo de sol, que iluminaba las vidrieras de la alta fachada de la fortaleza. No sé si eso se convirtió en mejor o peor vista, ya que seguía siendo igual de espeluznante. Pero... tenía la sensación de que la isla y el castillo guardaban una historia más allá de que fuera el hogar de un Shichibukai. Observé y sentí en mi interior el peor escenario para mis múltiples destinos. ¿Realmente a nadie le parece esto una locura...?