Pretty Little Wife (Dracule Mihawk y tú) [One Piece]

Capítulo 8

Gracias por los votos y los comentarios <3.

Varios días pasaron luego del contacto más cercano entre Mihawk y yo. Mi mente no se creía que lo hubiera abrazado, pero mi corazón palpitaba tan rápido que eso solo me confirmaba la verdad.

Había abrazado a Mihawk. Al peligroso Shichibukai empleado de la Marina. A uno de los ex-pirata más temidos de la historia...

Y sin embargo, mi integridad sigue intacta de cualquiera de las formas. Eso significa que le gustó...

No pude contener la emoción en mi cuerpo al saber que podría retomar mis estudios y salir de Kuraigana. Mi gozo se vio canalizado en un abrazo hacia mi futuro esposo que no supo cómo reaccionar.

Sí, estuvo mal, y luego me arrepentí...

Aunque mis nervios se ocuparon en canalizar su energía en un evento aún más importante. Seguían retumbando en mi cuerpo por la incipiente boda que nos uniría a los dos como marido y mujer...

Él querría... a cambio de continuar mis estudios y de salir de la isla... ¿Favores carnales?, ¿que lo favoreciera con mi cuerpo...?

Aunque me produzca el mayor de los rechazos y la más profunda de las decepciones... estoy segura de que así será...

Y no creo poder soportarlo.

...

El día anterior de la boda

A pesar del emocionante abrazo que ___ me dio hace unos días, nuestra comunicación se vio reducida al saludo y a la pregunta sobre nuestros estados de ánimo habitual. Creí que, debido al abrazo, nuestra relación se volvería un poco más cercana entre nosotros, pero no fue así.

La joven estaba distante. Sólo se molestaba en aparecer en el desayuno, almuerzo y cena, y era de mi conocimiento que no salía de su dormitorio, a pesar de haberle enseñado la biblioteca. Mi curiosidad me llevó a preguntarle a Perona, pero esta vez decidió no soltar su lengua y darle todo su apoyo a ___.

No entiendo qué podría haber pasado. ¿Fui demasiado brusco con mis palabras?, ¿actué mal frente a ella?, ¿debí darle más privilegios a mi futura esposa?

Son preguntas que me invadían cada noche en mi escritorio mientras bebía mi copa de vino tinto, consiguiendo embriagarme un poco más en cada sorbo.

Podía entender, tal vez, su actitud de indiferencia hacia mí. Estoy seguro de que una jovencita como ella, con toda la vida por delante y territorios por explorar, se sintiera ofendida, decepcionada y limitada a ser sólo una esposa.

Pero por más que quería encontrarle una respuesta lógica, los sentimientos se imponían ante mi raciocinio.

El corazón me dolía. Mi mirada la buscaba en cada espacio del castillo. Mis silencios, aunque abundantes y tranquilos, esperaban ser interrumpidos por sus pequeños y graciosos taconeos paseándose por las piedras calizas y el suelo hecho de mármol.

La echaba de menos. Había conseguido fundirse en mi día a día, aunque su estancia en la isla haya sido por poco tiempo.

¿Qué estaría haciendo ahora?

...

Mi madre me había mandado en una caja compacta el vestido que usaría para la ceremonia de casamiento. Con profundo pesar lo alcé al abrirlo, observando con detalle todos los bordados dorados y blancos que adornaban el vestido. También había un velo. A pesar de que era precioso, ese no era totalmente mi estilo.