Acto 1: Sueño Lúcido

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Viveca despierta.

No parece algo fuera de lo común. Ya tenía 16 años de experiencia en este ritual diario. Desde que llegó al mundo en un llanto, había perfeccionado el arte de dormir y luego despertar. Hasta este punto, lo consideraba una parte inevitable y rutinaria de su existencia.

Sin embargo, algo se siente diferente.

Pronto se da cuenta de que no está en su cama habitual, sino que el frescor agradable de un campo de flores se convierte en el lienzo para su descanso. La suavidad de los pétalos y el aroma embriagador la envuelven, creando un escenario onírico que contrasta con la cotidianidad de sus despertares anteriores. La atmósfera se carga de una magia sutil, como si cada flor guardara secretos susurrados por los sueños.

Este despertar, en el que la realidad se funde con la fantasía, genera en Viveca una curiosidad latente, transformando lo que solía ser una rutina mundana en una experiencia única.

Ya había escuchado antes sobre estas sensaciones. "Sueños lúcidos les dicen", reflexiona, sin incorporarse aún. Había leído algo al respecto en internet y encontró la idea sumamente fascinante. La noción de tener consciencia plena en un sueño, de saber que estás allí y, por ende, de poder moldear ese mundo onírico a tu antojo, la cautivó profundamente.

Por ejemplo, podría imaginarse como un dios, poseyendo la facultad de ser todopoderoso, o simplemente optar por descansar en ese reino de sueños. Soñar dentro del sueño se convierte en una vía para escapar del mundo real, que tantos problemas y sinsabores le ha provocado.

Pero, para ser honesta... La mayor parte del tiempo, desearía deshacerse de ellos.

De pronto, Viveca se incorpora de golpe, espantada. Había recordado aquellas visiones que le aterraban. Voltea a su alrededor con inquietud, como si estuviera buscando a un monstruo respirándole al oído. Para su alivio, no encuentra nada, pero a su vez se percata de un tono sombrío en el ambiente.

"Esto no es un sueño lúcido", piensa, mordiéndose un labio. "Hay algo malo en este lugar. Nunca había estado aquí, pero de alguna manera lo sé".

Enseguida, como si de una invocación se tratase, un fuerte viento se desata, moviendo sin control su cabellera oscura. Es un aire que huele a soledad, como un cuarto tanto tiempo encerrado que por fin es abierto y deja salir de su prisión el aroma del aislamiento. Después, destellos de colores lucen como si se comieran el campo de flores. Sin embargo, no eran tonos que aviven el entorno, sino al contrario; se trata de algo que contamina el lugar.

Al final, lo que parecía simplemente un puente para adentrarse en un escenario indeseado, se revela como tal ante la mirada atónita de Viveca. Una serie de sombras hace acto de presencia de manera gradual y amenazante, transformando el entorno ante ella.

Son figuras inquietantes que la muchacha conoce bien. Viveca traga saliva.

"Hay algo malo aquí", se repite, sudando frío. Las sombras adquieren figuras monstruosas, por momentos deformes. No se puede distinguir dónde termina una y comienza otra, contorsionándose todas con un patrón definido y emitiendo entre ecos sonidos de bestias salvajes.

Viveca sabe que son sus propias pesadillas.

- ¡Me siguieron hasta aquí! - exclama, desconcertada. - ¡Déjenme en paz!

Viveca Y Los Sueños Perdidos©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora