Habían pasado cinco días desde la muerte de Lazaro Castro, y Zacarías no había olvidado cómo halló a la pobre de Emily en el suelo casi convulsionando por la ansiedad, el momento había sido horrible, apenas habían comenzado las clases y ya había pasado algo de tal magnitud, al igual que los demás trató de ayudar a Emily, pero él también había revivido un sentimiento al saber de El Peregrino.
Recordó aquel terrible grito que su madre había proferido en la madrugada del 24 de noviembre siete años antes. Él tenía frescos los recuerdos con sus hermanos, aunque el tiempo también había pasado por ellos, pues había perdido ya claridad de algunos, como sus olores, que se habían quedado perdidos en el tiempo, sabía que Adrían olía a vainilla y que por su contrario Jesús tenía un aroma más fuerte como el de su papá, recordaba bien haber jugado con ellos, recordaba, aunque muy poco, el tono de sus voces. La casa de los Dzayn no era muy grande, por lo que los tres hijos varones habían dormido juntos siempre, hasta después de aquella noche. Zacarías recordaba el día que su padre había decidido sacar las literas de sus hermanos, lo recordaba tanto cómo aquellas noches que pasó con ellos jugando Nintendo 69, lo tenía tan presente como aquellas noches de lluvía y truenos donde en la litera de abajo lo escudó Adrían en sus brazos, el día que no volvieron era casi tan inolvidable como aquellas veces que vió películas desde la litera de arriba con Jesús, pues este le aseguraba que desde ahí la tele se veía mejor. Recordaba todo aquello, él amaba a sus hermanos y alguien en especial se los había arrebatado... y era El Peregrino.
Era empático con el dolor de Emily, pero el suyo también era válido, lamentaba no haber podido enviarle un mensaje a su amiga para reconfortarla, pero ni él mismo sabía lo que sentía, cuando regresó a su casa esa misma noche de jueves, los mensajes de Diana, Ariadna, Selene, llegaron inmensamente rápido, se limitó a verlos con el celular bloqueado, le preguntaban si estaba bien, si le podían ayudar, pero nadie a menos que fuera un nigromante, pensó Zacarías, lo podía ayudar. Esa noche vio la palidez de sus padres antes de dormir y los oyó discutir sobre si él seguiría estudiando ahí.
Hacía siete años atrás, la noche que sus hermanos perdieron la vida era oscura, horrible, el aire corría salvajemente, para él era una noche normal, había terminado de cenar y veía un poco de televisión antes de dormir, su madre estaba sentada con él, la quietud se perdió cuando entró por la puerta su tía, diciendo que había un enorme problema en la escuela de sus hermanos, Zacarías tenía siete años, pero no era tonto, y sabía muy bien lo que había estado pasando en la escuela de sus hermanos, a demás de que ellos mismos le habían platicado la situación, sabía de un tal peregrino y de los actos que había cometido. Vió a su madre entrar en unos nervios fatales, su tía hizo lo que le parecieron cientos de llamadas a la policía para que fueran al colegio, en las noticias se transmitía en vivo desde fuera, los helicópteros sobrevolaban el lugar, Zacarías recordaba enormes llamas, y mucha gente que se veía afuera de la escuela, tenía recuerdos borrosos de eso, también recordaba a su madre llamando incesante a la escuela, recordaba muy bien que el locutor de las noticias había dicho algo así: "Las autoridades policiacas no se atreven a entrar, ya que no saben si estos encapuchados están dispersos por la escuela y puedan organizar más daño a los chicos, pues según un tweet de una de las alumnas que se encuentran dentro, dicen que están aprisionados". Recordaba el noticiero a su madre muerta de miedo tratando de llamar a alguno de sus tres hijos, pues en aquel tiempo la hermana mayor de Zacarías también estudiaba ahí, pero nadie respondía el teléfono, cuando ponían la grabación en vivo en el noticiero se volvía aun peor la imagen, pues gritos de auxilio y balazos resonaban por el lugar. La situación cambió cuando se declaró por medio de otro Tweet que el director de la escuela había muerto, entonces se vió por televisión como hicieron volar el viejo zaguán del colegio y habían liberado los estudiantes. Entonces su tía recibió una llamada, era de uno de los miembros del consejo estudiantil que habían estado dentro de la lucha, le informó que sus sobrinos Adrían y Jesús habían muerto aparentemente. El gritó que su mamá había lanzado al enterarse fue terrible, la señora terminó de quebrarse cuando vió a su hija viva, pues había perdido a dos hijos. Desde aquella noche la vida de los Dzayn había cambiado para siempre y particularmente para Zacarías.
Seguía tumbado en su cama boca arriba, habían enviado un mensaje de la escuela, las clases se retomarían al día siguiente, quería volver obviamente pero temía que las cosas cambiarán, él quería a sus hermanos pero al parecer la gente esperaba que él se convirtiera en una especie de vengador, ¿qué pasaría si Aridna, Diana, Selene y Diego cambiaban? ¿pensarían todos ahora que era su deber ir en busca de El Peregrino? ¿qué pasaría con Emily, era su amiga y literalmente aquel asesino se había declarado en su contra, sería egoísta no ayudarla? ¿sería cobarde no "honrar" el sacrificio de sus hermanos por él? ¿él era un cobarde? Era cierto que Zacarías no sabía... lo único que pedía a la vida era un hermano que lo pudiera ayudar... sus ojos se habían humedecido y resbalaban por sus morenas mejillas gruesas lágrimas, miraba por la ventana las estrellas, ¿se puede encontrar un hermano en esta vida?
...
Despertó y se le había hecho muy tarde, había bajado con sus maletas y su mochila, su tía lo esperaba algo molesta, pero lo llevó hasta el metro mientras ella iba al trabajo, de ahí él se fue solo en el Metrobus hasta la escuela, sentía aquellas miradas, su rostro se había vuelto tendencia en Facebook, habían puesto su rostro sobre el de Iron-Man, nunca había odiado tanto a su personaje favorito. Él no iba a vengar a nadie, solo quería una vida que fuera normal. Llegó al colegio y en ese momento se arrepintió de no haber visto los mensajes de sus amigos antes, pues ahora no tenía ningún plan, por lo que se dirigió directo a su habitación en la escuela, el edificio era tal cual como el de las chicas, entró y al igual que Emily solo tenía un compañero de habitación, y era su amigo Diego Chac, quien ya estaba ahí acomodando sus cosas, era alto y algo delgado, por lo regular siempre llevaba pants o una sudadera, el chico acomodaba sus cosas y saludó.
- Hola, bro.
- Hola... Diego
No se atrevieron a decir nada, Diego jalaba una caja que se veía pesada, entonces sin pensarlo Zacarías lo ayudó, aunque era cierto que tenía menos fuerza de la que Diego tenía, sin embargo su ayuda sirvió, al menos para que la caja se rompiera y una pequeña pesa de 10kg cayera en el pie de Diego, quien profirió una palabrota y soltó la caja, y entonces Zacarías vio que todo lo que llevaba en la caja eran objetos de ejercicio, no era un gran develación al menos no para él.
- ¿No era más fácil sacar las cosas? - dijo Zacarías.
- Sí... ya me di cuenta... ¡Auch! - dijo el chico sobando su pie.
- No me habías dicho que entrenabas - dijo Zacarías aunque era cierto que él ya sabía, pues los pocos días que habían pasado juntos la semana anterior lo había visto poco en las tardes.
- Sí... es algo que me gusta... - dijo el chico y su sonrisa se volvió juguetona, atrevidamente Zacarías devolvió la sonrisa.
- ¿Es una pena no crees? - dijo Diego otra vez.
- ¿Qué?
- Lo de... Lazaro.
- Supongo... que sí... - Zacarías tenía un problema grande, él no quería opinar sobre lo que le había pasado a ese pobre chico.
- ¿Te gustaría hacer algo hoy? - Dijo Diego, parecía que había leído su mente.
- ¿Cómo qué?
- ¿Qué deporte te gusta practicar?
- JA, JA, JA, JA... hummm yo no lo sé no lo había pensando... creo que me gusta correr, sí... eso me gusta...
- ¿te gustaría correr hoy a las ocho en la pista? - preguntó Diego.
- Claro... sería genial...
- Oye... eres muy valiente por enfrentar lo que sientes...
Diego lo abrazó y entonces quedó sorprendido, él también le respondió el abrazo, era un chico bastante lindo.
Fueron a Biología cuando dieron las seis cincuenta, era raro el ambiente, el murmullo habitual había desaparecido, aunque ahora lo hacían para mal, pues lograba cachar su nombre de vez en cuando en algunas conversaciones "El valiente Dzayn nos salvará" ó "Solo espero que no termine como sus hermanos". Llegó al salón de Biología y se sentó con Diego.
Era extraño pero el calor de su cuerpo le gustaba... le era grato tener su compañía, de pronto en el patio se oyó una colosal algarabía.
- ¡TE PUEDES CALLAR MALDITA PAPA! - gritaba Selene.
- ¿Cómo confías en alguien que pudo haber matado a Lazaro? - dijo Emma.
- ¡MALDITA MORRA BLANCA, NO SABES LO QUE ESTÁS DICIENDO YA CALLATE!.
- No está diciendo mentiras es una amenaza - dijo el chico de ojos verdes.
- SON UNOS ESTUPIDOS DEJEN EN PAZ A EMILY - la voz de Zacarias salió como una furia, Emily que hasta entonces había estado callada y agachada, levantó la vista, Zacarías notó que su piel había palidecido demasiado.
- Tu no te metas pinche negro - dijo el chico.
- ¡ESTÁS SUSPENDIDO JARED! y recibirás bastante información sobre el racismo, es un gran sinónimo de ignorancia que hables así, jovencito, ahora mismo irás conmigo y tú también Emma, vendrán conmigo a dirección - La voz del profesor Luis retumbó por el patio.
- Diego, Selene, Zacarías, y Emily, por favor entren al salón y permanezcan ahí, tendré que arreglar este asunto... - El maestro aún parecía furioso pero dócil al decir sus nombres.
- Pero maestro, son cosas de chicos, ya sabe... chismes de corredor no tiene que castigar a Jared y a Emma- dijo Jaime Fernandez que había aparecido al pie de la escalera.
- ¿Es usted...? ah mire... no voy a permitir que palabras como "negro" o "asesina" se usen de manera despectiva en esta escuela, estos no son chismes de corredor como usted los llama.
- Pues yo digo que los deje ir... - dijo Jaime.
- Yo opino que el profesor Luis tiene Razón Jaime, puedes retirarte a tu salon, y todos los demás ¡A CLASES! - La voz de Eugenia Noguer apareció.
Zacarías y sus amigos parecían muy confundidos, y se sintió mal al nuevamente no poder decir nada para calmar a Emily, ninguno de los dos parecía saber que decir, pues ella también huía a su mirada a la vez que la buscaba.
- Emily... yo... porque no... - Zacarías no podía hablar.
- Vamos al salón - la voz de Diego fue más una orden que una sugerencia.
- Sí vayan, no tendrán las clases de hoy ustedes dos, por favor pueden ir a sus habitaciones si lo desea - dijo Eugenia.
- Sí señora... - dijo Emily.
En el salón no había nadie, los cuatro se sentaron en un incómodo silencio.
- Emily... yo... no... sé qué decir, soy un estupido.
- Yo tampoco lo sé... somos amigos ¿no?
- Sí Emily, lo somos... todo esto es muy grande...
- Iré por café y Diego me va a acompañar - dijo Selene.
- ¿yo qué? - dijo Diego que había estado viendo sin discreción.
- Que nos vamos patas de pollo - dijo Selene.
- Está bien...
Emily y Zacarías se quedaron solos, se miraron, luego al techo, luego otra vez y luego al techo, y luego se abrazaron. Las lágrimas brotaron de Zacarias.
- ¡LOS EXTRAÑO UN CHINGO EMILY!
- Lo sé... yo también cada noche pienso en él... en Enzo, no sé si está vivo o muerto... yo también lo extraño.
- Es un maldito...
- Vamos por él... matemoslo... ayudame...
- No... no puedo Emily... no quiero... hacerlo... soy un cobarde perdóname, perdón Emily, no sé, no podemos ser amigos no si me pides eso Emily, perdón pero debo irme... adiós... - Zacarías se levantó, salió como pudo del lugar y fue a su dormitorio, pasó las siguientes clases sin siquiera acercarse a los demás, solo a Diego quien lo había seguido en silencio.
Por la tarde estuvieron en la habitación juntos, y cuando dieron las siete y media Diego se levantó.
- Oye, vamos a correr ¿lo olvidaste? - dijo su amigo.
- ¿Ah? sí claro vamos...
Hacía un frío glacial, había llovido toda la tarde y el cielo se veía de un oscuro profundo, Zacarías respiró, se quedó mirando en la profundidad... ¿sus hermanos lo verían desde algún lugar?
- Ven, corramos - dijo Diego.
Comenzaron a correr, su corazón se agitó en una sensación profundamente extraña, en sus pulmones entraba aire de una forma que no estaba acostumbrado a que lo hicieran, su cabello que estaba medianamente largo se sentía golpear en su nuca y a sus lados, se sentía libre, pensó entonces en Emily, y en cómo la había tratado, pensó en todo lo que había pasado con sus amigos los extrañaba, después pensó en sus hermanos y así iban y venían sus pensamientos. Dio un vuelta y luego otra y luego otra, luego eran diez, luego eran quince, y la sensación no desaparecía, el cielo estrellado ahora se veía hermoso ante sus ojos, oía las pisadas de Diego, no había reparado en que ahí estaba, se había olvidado de él. Era un chico tan hermoso pensó Zacarías, agradeció que lo hubiese llevado a correr, era mágico.
Finalmente dejaron de correr, y sé quedó quieto, por su rostro escurría fresco sudor, e incluso sacaba bocanadas de vapor, vio a Diego detenerse frente a él y respiraba igual de agitado, se miraron y entonces comenzaron a reírse, la sensación había sido hermosa, haber estado con él. Los ojos de Zacarías se habían humedecido... todo lo que sentía finalmente estaba saliendo, Diego se acercó y lo abrazó, después lo tomó por lo hombros y lo miró fijamente, Zacarías miró su rostro, era delgado y fino... después vio más de cerca sus ojos, representaban seguridad y sobre todo un sentimiento que Zacarías tardó poco en descubrir que era, pues lo labios de Diego le habían dicho todo, cerró los ojos y continuó el beso, era una sensación tan gratificante después de aquel día lleno de mierda, era hermosa la textura de los labios de Diego, según Zacarías embonan como dos piezas de un hermoso rompecabezas, el beso siguió, las lágrimas se secaron, y el sentimiento de soledad se había ido, Zacarías sintió paz, y luego magia... él supo que era amor.
- Perdón... - dijo Diego.
- ¿Por qué? - dijo Zacarías.
- Fue muy atrevido hacerlo...
- Fue hermoso que lo hayas hecho... no... lo esperaba.
Se rieron
- Yo... estoy confundido... - dijo Zacarías.
- ¿No eres...? - dijo Diego y en su rostro apareció un sentimiento de incomodidad.
- NO, sí, o sea... sí... soy bisexual... - Zacarías hablaba con miedo.
- ¿nos vamos? - preguntó Diego que había empezado a recoger sus cosas.
- Faltan quince minutos para que cierren los dormitorios - Zacarías quería hablar con él.
- Vamos... y de nuevo perdón... pediré mi cambio de habitación no te preocupes - Diego sonaba muy avergonzado.
- Por favor no digas tonterías... también me gustas... - los labios de Zacarías se habían abierto más que en toda su vida para que esa oración fuera lo más entendible del mundo.
Diego sonrió de una forma que ahora Zacarías debía admitir que le encantaba, corrió a abrazarlo y de nuevo se besaron.
- Vámonos o vamos a dormir afuera... - los dos sonrieron.
En la habitación había un silencio, se sentaron en la cama de Diego, se dieron la mano y ambos miraron hacía la ventana, el cielo no se veía pues la lámpara que alumbraba el patio emitía su anaranjada y contaminante luz.
- Te vi... el primer día y... eres una persona muy alegre... perdón si no supe decirte nada por mensaje como supongo tus amigos hicieron, yo solo quería que estuvieras tranquilo y no causarte más presión... - cuando Diego terminó de hablar, Zacarías sintió una hermosa oleada de gratitud hacía él, y es que si bien agradecía que todos le hubieran mandado mensajes durante el fin de semana, también hubiera agradecido el silencio que lo dejara pensar sobre todo lo que estaba pasando, le emocionó saber que Diego se había preocupado por él.
- Gracias... por haber respetado mi espacio, y obviamente también me gustaste desde que llegamos, en biología no paraba de verte, me encanta verte... es una lastima que no tengamos clases juntos...- se lamentó Dazyn.
- Tenemos noches juntos... - dijo Diego y de nuevo se besaron. Y es que para ambos era adictivo besarse, sus labios embonaban tan perfectos juntos que parecían haber sido creados el uno para el otro. Esa noche hablaron de lo mucho que se gustaban... Zacarías no soltó ni por error la mano de Diego. Esa noche bajo el pretexto de no haber desempacado ambos durmieron en la cama de Diego.
...
A la mañana siguiente sonrieron, se arreglaron listos para la escuela, Diego tenía todo el horario distinto ese día, así que antes de salir se dieron un beso muy largo en la habitación. Zacarías se dirigió a Ciencias de la Salud, vería de nuevo a Emily y no quería sentarse con ella. Entró al salón y el lugar se había llenado, quedaba su lugar junto a ella, él subió la música a sus audífonos, se sentó sin siquiera voltear a verla. Emily se veía pálida y muy triste, él se sintió fatal ante esto y honestamente se sentía estupido por no hablarle.
- Emily... - dijo por fin quitándose el auricular.
- Zacarías... - respondió en un susurro ella.
- Podrías perdonarme... yo tengo miedo... y mucho...
- El miedo nos convierte en personas que no quisiéramos ser en nuestras mejores versiones.
- Me equivoqué y es que me aterran muchas cosas, no quiero convertirme en la persona que fui ayer, no quiero ser tampoco la sombra de Adrián y Jesús... temo por no ser suficiente, y ahora que... El Peregrino ha vuelto... yo... la gente se la pasa diciendo qué haré lo mismo que mis hermanos que pelearé... y es algo que tal vez no quiera hacer... porque siento que me fallo... porque no lo quiero hacer... lo sé soy un cobarde... - dijo y de nuevo las lágrimas resbalaron por sus ojos, Emily lo abrazó.
- Sé... más o menos como te sientes... Igual tengo miedo, todos me acusan de ser la asesina de Lazaro, y siento las miradas y el cómo todos creen que oculto a mi hermano, pero no es así... lo único que quiero es a él y lo pienso buscar... sí y voy a estar ahí para él... también perdóname a mi por haberte pedido ir tras él... no sabía lo que sientes... y yo no pienso que seas un cobarde... eres muy valiente Zacarías. Te quiero amigo - Emily lo volvió a abrazar y ahora ambos estaban inmersos en su abrazo, era increíble como siendo tan diferentes ahí se encontraban dos mejores amigos.
Pasaron la clase muy cómodos, la profesora Lucina no hizo ningún comentario referente a la muerte de Lazaro y ambos amigos agradecieron que así haya sido, porque no querían aguantar las miradas de todos. Cuando la clase terminó Diana los estaba esperando afuera del salón, ese día la chica llevaba un short color azul y una enorme sudadera gris, su cabello iba sujeto por una coleta.
- ¡QUÉ HERMOSO QUE ESTÉN JUNTOS! - dijo la chica emocionada por verlos.
- Te extrañamos ayer Zack de verdad... y aunque no hayas respondido a mis mensajes... de verdad esperaba que estuvieras bien...- dijo Diana abrazandolo.
- Gracias Diana, me habría gustado responder pero no sabía cómo sentirme... - Zacarías tenía un aspecto muy cansado... aunque bastante tranquilo en especial después de los besos que hubo con Diego. A la mitad del camino se encontraron con Ariadna que iba corriendo para alcanzarlos, llevaba bastantes cosas en las manos entre ellas un suéter, una rosa y algo blanco que supuso sería una carta.
- ¡PERDÓN! - dijo cuando llegó casi sin poder respirar.
- Ari... ¿estás bien? - le preguntó Diana sosteniendola.
- Muy bien, pero he tenido una mala clase... Contabilidad.
- Ay, bueno pero estás aquí y si necesitas algo nos puedes decir... - dijo Emily y esta bostezo, según Zacarías notó que apenas dormía.
- Oigan Diana y yo... iremos rápido a comprar algo a la papelería nos apartan el lugar porfa - dijo Ariadna y sin siquiera esperar respuesta se fueron juntas. Zacarías se preguntó si ellas también se habrían besado ya... y también se entristeció un poco al pensar, que si fueran novias no tendrían problema... pues simplemente podrían ser libres de amar... pero él... ¿podría amar libremente a Diego? él era Zacarías Dzayn, el hermano de dos valientes chicos... No sabía si el amor era un infortunio para ser un digno representante de la familia Dzayn.
La clase de Cálculo resultó un problema como siempre.
- Matan a la gente cuando andan en malos pasos... cuando son revoltosos...- dijo el amargado Jaime.
- Pero profesor bajo esa lógica estaríamos apoyando la idea de sucumbir bajo un opresor - Ariadna comenzaba a molestarse.
- Si se portaran de acuerdo a las normas lo cual yo siempre se los he mencionado, nadie pondría su vida en peligro... - el anciano parecía renuente a aceptar otra idea que no fuera la suya.
- Me parece una completa falta de valor quedarse callado y apegarse a algo cuando se es consciente de que eso está mal... por ejemplo en las huelgas como la de Cananea, donde levantaron su voz los trabajadores por el trato inhumano que se les daba - dijo Diana.
- Esas son las rebeldías que les digo son intolerables, ¿sabes cuánta producción se perdió por la dichosa huelga? pudieron haber hablado como la gente decente... pero claro... un obrero no tiene nada de decente - y soltó una cínica risa, que hizo sacar de sus casillas a Diana.
- ¿Cómo se atreve a decir eso? todos merecemos respeto sin importar si somos obreros o profesionistas... - dijo Diana con una cara de asco sorprendente, Zacarías como de costumbre ya la había agarrado por los hombros.
- Verá señorita... la gente que no se esfuerza en la vida no aspira a ser nadie más que un albañil o un carpintero... - dijo con un cinismo enorme. Diana se había preparado para pelear pero Ariadna la tomó de la mano por debajo de la mesa.
- Son personas con un trabajo igual de digno que el de un licenciado - dijo Diana con todo el respeto que le podía caber que según Zacarías y Ariadna era muy poco. El resto de la clase Diana se la pasó haciendo caso omiso a los comentarios clasistas y despectivos del viejo. era muy cierto que lo odiaba.
- Es un infeliz... - dijo Diana que estaba furiosa, llevaba en la mano la rosa que había desaparecido de las palmas de Ariadna.
- Me gustaría saber de él, ¿qué habrá sido en el pasado creen que siempre ha sido maestro de matemáticas? - Emily estaba abriendo unas galletas, iban directo a la cafetería, cuando llegó por sorpresa Diego.
Zacarías ensanchó una enorme sonrisa al verlo, sus ojos brillaron, el guapo chico de cabello color cajeta estaba ahí, y le pasó un brazo por encima de los hombros.
- Por esas caras de muerto que traen dudo que les haya ido bien... - dijo Diego.
- Lo de siempre, Diana volvió a pelear con el viejo de Cálculo - Emily les invitaba una galleta.
- Si nos das una galleta a cada uno solo te van a quedar dos, mejor come Emily - Ariadna iba acariciando el hombro de Diana. Zacarías notó como Diego las miraba con un gran rastro de alegría y orgullo en su rostro.
Llegaron a la cafetería y comenzaron a platicar, aunque algo que los molestó mucho fue que al sentarse en una banca, todos los que estaban en las de alrededor se fueron.
-Vaya imbéciles, lo bueno es que así tenemos privacidad, miren ahí viene Selene - dijo Diana.
- ¡AMIGOS! Apenas los encuentro, Ariadna me avisó que venían hacia acá - dijo Selene.
- ¿Cómo está el globo meteorológico? - dijo Diego, y estallaron risas él, Zacarías y Emily. La mañana siguió entre risas y chistes... pero pronto el tono de la conversación cambió.
- Mi profesora de Latín me dijo que nos cuidemos... ya saben... de El Peregrino - dijo Selene. La cara de Emily y de Zacarías cambió al oír eso. Zacarías notó cómo el pecho le comenzaba oprimir y se empezó a hacer hacía atrás, hasta que la mano de Diego tomó la suya con fuerza. Cuando su manó rozó la cálida palma del chico su mundo cambió, sus pies se hallaron de nuevo en la tierra.
- Es... difícil saber... de quién cuidarnos, no sabemos si sea él o alguien que recibió órdenes... - dijo Diana.
- En todo caso yo sospecharía de un maestro... seamos honestos para matarnos entre nosotros hacen falta mínimo cinco... - dijo Ariadna.
- o alguien de último año...- Selene comía chilaquiles, pero estaba inmersa en el chisme.
- Es increíble que no haya hecho nada... - dijo Emily, y todos la voltearon a ver.
- Hablas de... ¿Rubén? - dijo Diego.
- Sí ese... hombre por dios... ni siquiera sé porqué sigue siendo el director, ya lo hubieran sacado a patadas - Emily parecía furiosa.
- Pues sí algo te puede calmar... nosotros sí creemos en tí... de verdad...- Diana tenía ese tono solemne que siempre usaba. Se agitó el pelo y su larga cabellera castaña voló haciendo un espectáculo, que Zacarías notó Ariadna disfrutaba de ver - Quisiera arrancarme ya todo el cabello no me gusta largo... pero mi abuela insiste en que así debe de ser.
Todos quedaron sorprendidos nadie sabía que Diana solo vivía con su abuela, Zacarías se cuestionó cuánto conocía a todos ahí, de Diana no sabía nada únicamente lo de su cumpleaños el primero de julio, estaba inmerso en eso cuando notó que alguien lo miraba, la cafetería era un lugar al aire libre, volteo a su alrededor, y en el fondo donde ya no había escuela sino pasto muy muy alto... lo vio... Era la sombra de alguien que lo espiaba, entró en pánico pero no rompió el contacto, la sombra se escondió. Zacarías empujó a Diego y salió corriendo, tenía que alcanzarlo, quizá estaba solo alterado pero quería saber quién era, corrió, ahora no era grato el aire que entraba por sus pulmones, tenía que ir al pastizal, finalmente llegó y chocó con una figura poco alta de cabello rojo.
- ¿Qué les pasa! - dijo la mujer, muy furiosa, tenía una mirada muy serena, parecía una mujer de buen agrado, sin embargo no la conocían.
- Maestra Aurora... - dijo Diana, que al igual que los demás llegaron corriendo detrás de Zacarías.
- ¡Lomelí! miren por favor váyanse de aquí y terminen de desayunar estoy bastante... afectada con lo que pasó y buscaba algo de aire fresco, pero me gustaría estar sola por favor... ¡va-t'en! - dijo la maestra, la última palabra en un francés muy fino.
- como usted diga... Zacarías... ¿nos vamos? - dijo Diego y posó su mano en su hombro, los demás los miraron.
- Sí... vámonos... - Zacarías miraba con inquietud a la profesora.
Llegaron al comedor sin hablar, nadie parecía entender lo que había pasado.
- ¿Estás bien, Zack? - dijo Diana.
- Sí... es solo que creí ver... algo como negro que me miraba... ¿Quién es ella? - dijo Zacarías volteando, la maestra seguía ahí mirando al sol.
- Es una maestra de Francés... es buena... digo es bastante regular, pero ella le daba clases a Lazaro y a mi...- todos estallaron en un grito sordo.
- ¿Tomaste clases con Lazaro? - dijo Emily casi indignada.
- Sí... pensaba decirlo cuando se echó a correr Zack... - Diana parecía afectada por el tema.
- ¿Cómo era? Lazaro... - Selene se atrevió a preguntar.
- Pues... a mi me caía bien... era un chico participativo... platiqué con él un par de veces en clase y la verdad es que compaginamos muy bien... un día incluso le dijo a ella, a la maestra Aurora que su clase no nos serviría de mucho si solo nos ponía grabaciones - Diana miraba al vacío como si dentro de su cabeza reviviera la escena. Zacarías estaba completamente sorprendido de todo lo que su amiga estaba contando.
Pasaron el almuerzo y se dirigieron a sus salones, Diego le dijo que lo acompañara rápido al pastizal que había perdido ahí un billete, los demás se despidieron y se fueron, ellos dos caminaron al pastizal. Zacarías iba de nuevo inmerso en su mente cuando de pronto un salvaje beso de Diego lo robó a sus pensamientos.
- ¿Estás bien, mi niño hermoso? - Diego lo sostenía de las manos.
- Sí... qué lindo... solo que... creo que de verdad vi algo que no me gustó... creo que tengo el presentimiento de que... sí tengo que hacer algo... - dijo Zacarías pero quedó sin habla así que se abalanzó sobre Diego... le gustaba tanto el olor de su enamorado.
El salón estaba algo en silencio, Diana le había apartado el lugar a Zacarías.
- ¿Estás bien Zack? - dijo Ariadna.
- Sabemos que valoras el silencio pero nos gustaria que evites una exploción emocional como la de ayer, queremos que sepas que de verdad estamos para tí - Diana lo abrazaba.
- Sí... es sólo que necesito... hablar de algo... importante... y es que... de verdad creí ver una sombra negra ahí de pie - cuando dijo esto la cara de Emily palideció más en seguida.
- ¿Crees que alguien te vigila? - dijo Ariadna algo confundida.
- Podría... ser quizá... yo creo... - pero Zacarías no terminó porque al salón entró el profesor Gustavo.
- Hola muchachos... yo... los extrañé mucho de verdad... creo que lo que pasó nos alteró a todos en cierta medida... - El profesor había adelgazado mucho más de lo que ya era.
- ¿Usted cree que lo hizo un alumno? - dijo Emma que se sentaba al final del aula. El maestro se agachó y soltó un sonoro suspiro.
- Mire señorita... Sé que corre el rumor que una de las personas presentes en el aula... Emily, diré tu nombre porque odio las hipocresías, lo siento... corre el rumor de que la señorita Camil lo hizo... pero a ver ¿no creen que sería estupido retarse a si misma y escribir algo tan vago en la lona como lo hizo el asesino, solo para inculparse a sí misma? además son muy jóvenes para hacer todo lo que hizo, que las alertas sísmicas sonaron solo porque sí... y todo eso... por favor eviten comentarios estúpidos en mi clase.
Todos se quedaron callados y la sonrisa boba que se había asomado por los labios de Emma se borró. Zacarías sintió mucha gratitud al saber que maestros como el profesor Gustavo lo estaban apoyando.
- Ahora comenzaremos pero antes... Me gustaría que de tarea me trajeran por favor un reporte de lectura de los primeros tres cuentos del libro Extraños peregrinos: Doce cuentos - el profesor dijo con misterio la última palabra. Zacarías cayó en cuenta del nombre y cómo esa palabra había estado presente desde el día uno. La clase transcurrió con normalidad, aunque Zacarías pasó la clase pensando en los peregrinos. Al final de la clase el profesor hizo un último anuncio.
- ¿Saben? hay algo que me gustaría mencionarles con todo el asunto de Lazaro... y es que miren yo sé que en la literatura los jóvenes que salvan al mundo es un tema recurrente, ejemplo claro... Harry Potter, Percy Jackson... hay muchos... el punto es que ésta es la vida real y por más cosas que escuchen o sepan... por favor vayan con un adulto y diganlo, pero por lo que más quieran no intenten convertirse en héroes... no dudo de su capacidad de pensar... pero este es el mundo... y pueden correr un gran peligro por jugar a Scooby Doo. Lo digo... porque no sale bien... yo lo sé... - El profesor se tapó la cara y salió con su mochila del salón. Zacarías se preguntó a qué se debía su reacción y también le pareció que les hablaba a ellos cuatro.
Caminaban a su segunda clase cuando apareció Diego, y Ariadna lo puso al tanto de lo que le había pasado con el maestro. Él pensó lo mismo que Zacarías... que quizá era una advertencia. El hecho de que Diego opinara lo mismo había provocado que Zacarías de nuevo entrara en un gran debate, él sabía que por su propia cuenta no iba a dirigir un ataque en busca de El Peregrino, pero Emily no parecía querer detenerse y no habían hablado del tema ellos dos. Llegaron al salón de Cecilia Chaves, era un lugar apestoso a incienso. Ese día llevaba un vestido dorado y el cabello más alborotado que nunca.
- ¡Bienvenidos, chicos! - saludó como si fuera un día normal, lo que a Zacarías le pareció insolente, pues estaban de luto. La sonrisa de la mujer era relajada, sin embargo la preocupación se asomaba en sus ojos.
- Por favor los quiero en silencio... lo que pasó es una terrible desgracia... estamos en la clase de Historia, y la Historia está llena de sangre... crímenes... en fin abominaciones a la humanidad... les quiero contar hoy algo muy importante y que se ha invisibilizado por años... el asesinato de estudiantes por el que tuvimos que pasar... a cambio de una educación. En 1968 en México había una gran problemática social por la demanda de más escuelas, las marchas dirigidas por estudiantes de la UNAM y del IPN pedía condiciones dignas para estudiar, pero el gobierno abolió a estos estudiantes generando una matanza... estoy hablando de La Matanza de Tlatelolco, Sin embargo un grupo de estudiantes liderado por un joven revolucionario llamado Rubén Villanueva, atacó tan solo dos días después de lo ocurrido el 2 de octubre de 1968, al gobierno de Díaz Ordaz, los jóvenes participantes en esto se dieron a la tarea de vigilar al presidente y entonces entraron a la propiedad en donde vivía, incendiaron sus patios... claro que por el afán de proteger al monstruo ese que se tenía por presidente los militares de nuevo apuntaron a estos estudiantes... pero rendirse no sería una opción el líder de estos... Rubén, habló frente a frente con el presidente (pero esto solo son rumores). Después de haber sido atacada la casa del presidente se mandó a perseguir al grupo de estudiantes que se hicieron llamar "La legión del Oriente", pero no los pudo encontrar tan fácilmente, porque cada vez eran más. Fue el 12 de octubre en la ceremonia de inauguración de los juegos olímpicos, cuando La Legión del Oriente atacó de nuevo, y expuso ante el mundo entero al presidente como un asesino y promotor de la ignorancia. La rabia Ordaz fue tal que mandó a matar directamente a Rubén Villanueva, lo cual fue un error porque las naciones compaginaron con el joven y se le exigió al presidente que desistiera de su cargo. Finalmente su sucesor hizo caso a las demandas de lo jóvenes, y ayudó a la UNAM con la fundación de los CCH ́s, mientras que hizo un llamado a La Legión del Oriente, hubieron muchas reuniones y al final le entregaron a esta organización un terreno y dinero para la fundación de "El Colegio de Ciencias del Oriente", así como también les dió autonomía. Teodora Salazar fue nombrada directora del Colegio, que abrió el 5 de agosto de 1970... les cuento esto... porque sé que muchos de ustedes tienen miedo, pero la vida es oscura no nos podemos esconder de aquello que nos persigue... cuando llegue el momento sean valientes y así como La Legión del Oriente hizo todo por garantizar una educación para todos ustedes, peleen por esa educación, no hagan que la muerte de Lazaro haya sido en vano... - la calmada voz de Cecilia se llenó de angustia. Hasta ese día Zacarías había pensado que ella era una persona desagradable, pero se dio cuenta de que había juzgado a una persona solo por su primera impresión.
- profesora... ¿Quiénes eran la Legión de Oriente? - Diana parecía muy intrigada.
- Alumnos comunes con... un deseo igualitario que los movía... no había requisitos para ser parte de La Legión del Oriente, me habría gustado conocer a todos, pero solo tuve la fortuna de conocer a Teodora antes de que falleciera y algunos más, obvio está nuestro director, que se hizo una persona esencial - El tono de la profesora hacía notar que evidentemente era de las mujeres que apoyaba fielmente a Rubén Villanueva, y a lo lejos Zacarías vió que a Emily no le hizo nada de gracia.
Salieron de la clase bastante intrigados, Diana y Ariadna discutieron sobre lo genial que habría sido formar parte de una guerra que busca no más que educación, Emily estaba pensante e intrigada, se había quedado en silencio muchas veces ese día. Diego le envió un mensaje a Zacarías de que iría al gimnasio pero que lo esperaba a las ocho en punto para correr en las canchas. Diana fue a dejar a Ariadna y sólo quedaron él y Emily.
- He estado pensando Emily... que... sí voy a apoyarte... - dijo muy solemne Zacarías.
- ¿De qué hablas? - dijo Emily mirando con sorpresa, había dejado de ver sus Converse.
- Hagamos la Legión del Oriente... busquemos a tu hermano y no dejemos que nadie más sangre por una educación...- sonó decidido y como sí su voz fuera otra.
- Pero, hoy en la mañana dijiste... que tú... no querías ser como tus hermanos... no buscabas una revolución... - Emily parecía anonadada.
- Y no la busco... al menos no directamente... lo hago... por mis hermanos... ¿Recuerdas lo que dije? los extraño un chingo... y si tú tienes la oportunidad de recuperar al tuyo te ayudaré... eres mi mejor amiga Emily... eres una hermana... - dijo y sus ojos se humedecieron, uno buscó los brazos del otro.
- Vamos a cazar al Peregrino... - dijo Emily.
Esa noche volvió a la pista con Diego, y fue hermoso, de nuevo sus pulmones se llenaron de aire frío, y sintió el viento golpear su cara, era tan fresca, tan hermosa la sensación... que no podía dejarla, sentía el cansancio que lo abrazaba... pero era algo que quería aceptar... era tan puro como el amor de Diego... así se sentía correr y así pensaba se sentía el amor, como un grito de libertad.
En la habitación de nuevo se comieron a besos, Zacarías comenzaba a besar con euforia los labios de Diego, que le eran irresistibles... hablaban entre jadeos por la agitación de la pasión latente entre ambos.
- Diego...
- Zacarías...
- Me gustas...
- Te amo...
Se besaron.
- Espera Zacarías...
- Dime...
- Te... gustaría... quisieras... ¿me dejarías ser tu novio? - Diego se hincó... extendió la palma de su mano y le entregó un pin, que tenía la forma de un aguacate, o bueno, la mitad de un aguacate lanzando un beso.
Zacarías sonrió de lo emocionado que estaba... era lo más lindo que alguien hubiera podido hacer por él, se acercó y lo besó con más fuerza...
- ¡Sí!... Sí mi amor... Te amo, Diego...- se abrazaron y el amor salió por ambos.
A las doce de la noche ambos estaban haciendo tarea, se habían dado la mano, para la suerte de Zacarías su novio era zurdo, así que podían darse la mano sin incomodidad alguna por debajo del escritorio.
...
A la mañana siguiente despertaron bastante apurados, pero eso no les impidió platicar, Zacarías le contó de la decisión que había tomado, iba a ayudarla a buscar al Peregrino, Diego lo abrazó y le recordó lo mucho que lo amaba, y que no estaba solo. Llegó el momento de salir de la habitación... pero algo.. pasó... y es que Zacarías no le había dicho a Diego que no salía aún del closet con su familia... ¿eso lo hacía un mal novio? no quería que Diego fuera un secreto, no lo quería obligar a hacerlo sentir así... en ese momento deseaba no ser un Dzayn y simplemente ser él un chico que se había enamorado de otro.
- Diego... afuera... yo... no... he salido del closet con mi familia... - Esto lo hizo casi llorar, pues la noche anterior había sentido el amor en su máxima expresión y ahora... lo podía perder.
- No... no te preocupes por eso... podemos mantenerlo así... por un tiempo... - dijo Diego, y aunque Zacarías estaba seguro de que su novio lo había tratado de esconder, el tono de decepción había navegado por sus palabras.
- ¿Puedes perdonarme? - dijo agachándose, sintió como si un balde de agua fría lo recorriera de la coronilla hasta la planta de los pies.
- Yo... te amo... Zacarías... no te obligaré a nada... puedo esperar...- Diego se había acercado para abrazarlo.
- Los tuyos... ¿saben? - dijo Zacarías respirando en su pecho.
- Sí... saben que soy gay... pero tampoco fue fácil... - Diego miraba por la ventana inexpresivo, pero consciente del valor de sus palabras.
Zacarías entonces recordó lo que había dicho un día cuando se dio cuenta de que le gustaban los chicos, habemos quienes solo podemos apreciar la belleza de otros hombres sin poder llegar a amarlos. ¿Acaso era un error amar a Diego? ¿lo podía amar?
Fueron a biología y la clase fue corta, el maestro Luis había dejado bastante tarea de investigación, a mitad de la clase Emily les susurró algo.
- Oigan... hoy nos veremos en el salón Q-69, a las siete ¿va? necesitamos hablar de ya saben que - Emily hablaba con decisión, ella parecía emocionada por lo que harían.
Terminó la clase y se despidió de Diego, él aún se sentía mal por haberlo hecho sentir así, le dolía tanto no poder salir con él de la mano de cada clase, absorto en sus pensamientos iba a Química, era una clase agradable, su maestra se llamaba Araceli, era una mujer de baja estatura, su cabello era corto y rizado hasta los hombros, siempre iba vestida con un traje morado.
- Buenos días, chicos- la voz de la profesora era serena pero dominante. La clase pasó hablando de la estructura de la materia y sobre los modelos atómicos, Zacarías era excelente en química y destacaba porque le encantaba hablar de lo que sabía. Al terminar la clase la profesora lo llamó.
- Dzayn... Quiero pedirle por favor que participe en la olimpiada de química, sabe usted muchísimas cosas y eso me gusta mucho es tan bueno que sepa de todo en química... ¿le gustaría? - Araceli lo veía con entusiasmo.
- Yo... creo que no profesora... la verdad... me gusta la química... pero no sé si sea lo que quiero... - La maestra lo miró confundida.
- ¿A qué te refieres? ¿Quisieras contarme? - la mirada de la profesora era muy pura y entonces Zacarías comprendió que podía confiar en ella.
- Creo que solo me toman en cuenta porque mis hermanos murieron aquí y porque mi familia ha estudiado aquí, creo que solo soy un Dzayn más para ustedes... y creo que usted también lo está haciendo... - cuando Zacarías terminó de decir eso la profesora se hizo hacía atrás.
- Siento mucho... que todos te hagan sentir esto... yo no lo hacía porque fueras un Dzayn o no, eso... me da igual a decir verdad, yo te hago esta oferta porque creo que de verdad eres muy bueno para esto... y me gustaría ayudarte... si tienes la necesidad de hablar con alguien... yo estoy aquí para tí... - La maestra Araceli lucía tan solemne como Diana.
Cuando salió al patio aún faltaban quince minutos para que todos salieran a desayunar, por lo que decidió ir hacía la cafetería para apartar una mesa. Mientras caminaba por el boscoso caminito su teléfono sonó, era una llamada de sus papás.
- ¡Bueno...! - dijo en voz queda.
- ¿CÓMO LE VA AL FUTURO MÉDICO! -La voz de sus padres sonaba muy emocionada, lastima que solo causaron que a Zacarías se le sumiera estómago de miedo.
- Muy... bien mamá... papá... estoy bien - dijo Zacarías mirando los árboles con desprecio.
- Que bueno, nos hace sentir muy orgullosos que enaltezcas más a la familia, estoy segura de que nadie se atreve a meterse con el hermano de los Dzayn... recuerda comportarte, cielo, debes mantener el alto la memoria de tus hermanos... - Las palabras de la señora Dzayn estaban muy lejos de causar motivación en el muchacho... resultaban pesadas hasta para ella misma, Zacarías se limitó a responder con un susurro que decía un Sí apenas audible.
- Dinos, hijo, ya hay alguna señorita a la que podamos llamar nuera... - dijo su padre y de todo lo que habían dicho hasta ahora eso fue lo que más golpeó a Zacarías, pues a lo lejos Diego corría hacía él, emocionado por verlo... de los ojos de Zacarías escurrió una gruesa lágrima de pesadez, Diego cada vez estaba más cerca.
- No... no hay nadie... lo siento debo irme... los quiero... - Colgó y sintió el fuerte y cálido abrazo de de Diego... y entonces entendió que ahí en el colegio podía ser él con total libertad, y olvidando que estaban a la mitad del camino que llevaba a la cafetería, Zacarías decidió besar a Diego más fuerte de lo que alguna vez lo había hecho.
Sin esperarlo sintieron el abrazo de varias personas, se volvieron y vieron a sus amigas rodeandolos, estaban con ellos, se volvió un abrazo inmenso y de nuevo tenía un momento de amigos en que si bien nada se decía, todo se entendía.
Después del almuerzo tenía clase de inglés, sin embargo la clase nunca comenzó, sacó una hoja y comenzó a escribir, una de las cosas que Zacarías Dzayn más amaba en el mundo era escribir, era algo que lo hacía sentir pleno, pues cuando se escribe el universo es completamente nuestro... trabajaba en una novela, o eso quería al menos era de dos magos que se habían enamorado, le causaba ilusión saber que ahora también podría poner parte de su experiencia personal... al escribir la historia... y es que amaba a su brujo.
La siguiente clase que tenía era Física, y agradecía no haber tenido tampoco esa clase, no le gustaba para nada, pero sí quería estudiar algo así... lamentablemente debía tomarla. En esa clase se dispuso a leer, vio el libro de tapas verdes, en el lomo con letras doradas decía "Extraños peregrinos: doce cuentos". Miró el libro con quietud, estaba seguro que no tenía nada que ver con lo que estaba pasando, pero la palabra peregrinos se había vuelto un símbolo de pesadez. Comenzó a leer y el prólogo le fascinó pues era una invitación de García Márquez a escribir... sobre todo a aceptar que lo que escribimos puede no ser perfecto más que para nosotros, pero eso está bien, pues un escritor es escritor desde que tiene la primera línea de la historia. Leyó el primer cuento... "Buen viaje, señor presidente".
Fue a recoger a Diego al final de su clase, lo tomó de la mano y juntos fueron al Q69, algunas personas de mente cerrada los miraban con inquietud, pero ellos no reparaban en eso, simplemente avanzaban, juntos y felices.
En el salón estaban sus amigas, desde Selene hasta Ariadna quien siempre se iba temprano.
- Tenemos que ir por el peregrino amigos... sé que no es su pelea... pero les pido ayuda, si Rubén Villanueva no piensa hacer nada por detener al Peregrino... nosotros seremos La Nueva Legión del Oriente... - Emily hablaba con la decisión de un capitán.
- Lo haremos... - dijo Diana mirando a todos.
- Juntos... - dijo Zacarías.
- Comencemos con saber quién es... - dijo Ariadna. Habían ido a la hemeroteca a buscar todo lo que tuviera que ver con el Peregrino... Había muchísimas notas sobre los asesinatos del colegio, se pusieron a leer e investigaron en internet.
- No entiendo como nadie sabe quién es... - Selene parecía confundida.
- Ya anotamos la definición de peregrino... es una persona que anda en terrenos desconocidos... - Diego miraba con suspicacia lo que tenían.
- Márquez dijo que le puso a sus cuentos así porque había viajado mucho con ellos, de hecho el primero se llama así, "Buen viaje, señor presidente" - voltearon a ver a Zacarías con intriga y la cara de Emily se iluminó.
- Miren cuando mató a su primera víctima puso su nombre en sangre sobre una pared... el hombre murió en... una casa de interés social en Ecatepec- Emily dijo esto con emoción.
Emily les pasó el periodico... estaba la imagen de un hombre tirado en el suelo con una taza de café tirada a lado suyo, y era cierto en la pared de la sala decía: "Comienza el viaje, del Peregrino".
- Pobre hombre... al parecer nadie fue a reconocer su cuerpo, a excepción de su madre... - Selene parecía aterrada de leer la noticia.
- Miren lo que dice: "El evento resultó tan traumante para la mujer, que se tiró al piso a gritar que ese no era su hijo..." miren aquí, "a los pocos meses la mujer fue internada en un hospital psiquiátrico pues aseguraba que platicaba con su hijo todas las noches..." - Ariadna parecía completamente inmersa en todo eso.
- Vaya... pues Valente de la Garza no tuvo un final precisamente bonito... - la voz de Diana sonaba con pesadez.
- Pues tampoco su madre, miren Teresa, su madre, murió al poco tiempo también, acá hay una nota... - Se volvieron hacía Zacarías, quien tenía un periodico de pocos meses después- miren lo que dice, habla de ella, Teresa Vargas, madre de la primera víctima de El Peregrino, ha muerto calcinada en el Hospital Psiquiátrico de San Lucas, el incendio comenzó poco después de la mitad de noche, y terminó a las cinco de la mañana, entre la lista de personas que murieron aparece el nombre de la madre del difunto Valente de la Garza.
Miraron la nota con mucho horror, les parecía impresionante que eso hubiera pasando, iban a buscar más sobre esas familias pero por ahora habían tenido un gran avance. Diego tomó otro periodico cercano a la fecha.
- Miren... lo que dice este, es una entrevista que le hicieron al maestro Rubén... habla sobre El peregrino... - Diego parecía intrigado.
- A ver presta pa ́ la orquesta... - dijo Selene y le arrebató el periodico.
- "El actual profesor de Química del Colegio de Ciencias del Oriente, Rubén Villanueva dice que los actos cometidos por el asesino en serie que se hace llamar El Peregrino, son un acto de violencia extrema y que si él pudiera de nuevo convocaría a La Legión del Oriente en para ir tras él. Como todos saben, La Legión del Oriente fue una organización que lleva más de cuarenta años sin moverse. El Director del Colegio Arturo Armenta ha hablado, y asegura que hará todo lo posible para que no se vuelva a repetir un acto como el ocurrido en las pasadas horas, la familia del difunto joven exige justicia por la muerte de su hijo..." - Ariadna de nuevo leía la nota.
- Ahí ya había matado a un alumno, es el primero quizá, es del 2011 la nota... El maestro Rubén quería traer a la Legión del Oriente de nuevo... - susurró Diego.
- Que tal que no solo se quedó en un quería, que tal si sí lo hizo... - Diana habló con perspicacia.
- ¿De qué hablas Diana? - todos se voltearon a ver a la regiomontana.
- Hablo de que... tus hermanos, Zacarías, estaban en un equipo y a este equipo pertenecía tu hermano también, Emily... que tal si ellos fueron La Segunda Legión del Oriente... - las palabras de Diana golpearon a Zacarías y a Emily de lleno, ¿sería posible? de haber sido así, de haberlos convencido entonces... Emily tenía razón y la culpa de haberlos metido en todo esto...era de Rubén Villanueva... si él había convencido a sus hermanos... por su culpa habrían muerto...
Llegaron las ocho y media de la noche, entonces Ariadna y Selene salieron disparadas al metrobús, Diego había dicho que iría al gimnasio y que veía a Zacarías a las nueve para correr. Emily guardó las cosas y se quedó fuera del salón mirando como los árboles se sacudían... Zacarías se acercó por detrás de ella.
- ¿Estás bien, Emy? - dijo mirando hacia el mismo lugar que su amiga.
- Sí... yo... estoy bien... hay algo que quisiera pedirte... - Ella lo miró con decisión.
- Dime... - Zacarías estaba dispuesto a hacer cualquier cosa por su mejor amiga.
- Cuando Enzo desapareció... a mi mamá le dieron una caja con cosas suyas... y en ella venía un diario, de él... a lo que voy Zack... es que si nuestros hermanos pertenecieron a La Legión del Oriente... seguramente sabían algo... si tienes algo de ellos que nos sirva de testimonio... por favor... podrías traerlo... - Emily lo miraba como si fuera su única esperanza.
- Sí... también nos dieron cosas de mis hermanos, te prometo que buscaré todo lo que pueda... vaya ingenio que tienes Emily... La Nueva Legión del Oriente... - dijo esto y la abrazó, Emily era alta y le llegaba a la oreja, fue un abrazo muy cómodo, y entonces Zacarías entendió que sí se podía encontrar hermanos en esta vida.
- Hay otra cosa... - Emily dijo esto y comenzaron a andar hacía los dormitorios pues una mujer que hacía la limpieza del salón les pidió que salieran del edificio.
- La sombra... yo también la vi... el día que rompí la pluma ¿recuerdas? - la voz de su amiga sonaba con bastante miedo.
- ¿Crees que nos están vigilando? - Zacarías veía los edificios de los dormitorios a lo lejos.
- Sí, ahora con todo lo que sabemos no me sonaría loco que él esté en la escuela y nos esté observando... - Emily miraba a la oscuridad que rodeaba los edificios.
- Pues no creo que solo sea él, creo que lo que dijo Ariadna tenía mucha razón... si alguien de aquí mató a Lazaro seguramente también hay maestros que piensan como él - siguieron andando por el oscuro camino hasta llegar a los dormitorios, se despidieron y Zacarías caminó hasta su habitación.
Se cambió y pronto llegó a su celular un mensaje de Diego.
Diego 💙💙: ¿Ya vienes, precioso? 🥱
Cuando lo vió supo que definitivamente estaría bien, tenía un novio maravilloso, tenía una mejor amiga, tenía una Diana y aseveraba que todos necesitamos una Diana en nuestra vida, tenía a sus amigas, se sentía feliz y decidido, no era como sus hermanos porque no estaba haciendo las cosas como ellos, y las estaba haciendo no por vengarlos, aunque valoraba su sacrificio no lo hacía por ello, lo hacía por cuidar de su presente.
...
Levantarse ese día le había costado muchísimo, Diego había ido hasta su cama a despertarlo con caricias y sacudiéndolo, finalmente los dos iban a clase, tenían psicología, era la primera clase, y para suerte de los seis era la única que tomaban juntos.
-No entiendo porqué estas molesto... - dijo Diego mientras iban caminando hacía el salon.
- Porque mi novio me zarandeó y yo no quería levantarme - dijo mirándolo como si le tuviera una gran furia.
- JA, JA, JA tenías que pararte a clase flojo... - dijo Diego y lo abrazó, también le dio un beso en la mejilla, esto hizo que Zacarías se pusiera rojo.
Entraron al salón y había un hombre alto y muy anciano a juzgar por su barba larga y plateada, su cabello no porque era pelón. Echaron un vistazo al salón y desde el fondo les hacían señas Diana y Selene.
- Hola, ¿cómo están? ¿y las demás? - dijo Diego quien se acomodaba.
- Sabrá dios, dijo Ariadna que le dolía la cabeza y Emily la acompañó...- dijo Selene quien les ofreció cacahuates enchilados.
- Ahí vienen... - dijo Diana con los ojos plantados en Ariadna.
Las dos chicas entraron justo antes de que cerraran las puertas del salón.
- ¡Bienvenidos chicos! lamento mucho que la semana pasada no nos hayamos visto... de verdad lo siento muchísimo, me parece muy grave la pérdida de tiempo, pero bueno vamos a comenzar con esto, mi nombre es Cristobal Cazares - su voz era muy cálida y no era nada sorprendente que le causara sueño.
- Soy uno de los maestros fundadores he estado aquí 47 años, pertenecí a la original Legión del Oriente... - cuando el maestro terminó de decir eso, los seis chicos entraron en un momento de gran asombro, aquel hombre podía tener mucha más información que cualquier otra, además había admitido en público haber pertenecido a la Legión de Oriente.
Cuando terminó la clase los seis salieron maravillados pues el hombre les había contado las muchísimas cosas que había hecho con la legión, quemar autobuses, vigilar a Díaz Ordaz, cuánto no sabía ese hombre y lo tenían como su maestro, se dedicaron toda la clase a alabarlo, para poder ganarlo.
Fue la única clase que tuvieron porque era viernes y el reglamento decía que solo debían tomar una clase los viernes.
- ¿Adónde iremos? - dijo Selene cuando terminaron de desayunar, eran apenas las diez y media.
- ¿Les parecería ir a Chapultepec? - Diego dijo esto con mucha emoción.
- Estaría genial yo nunca he ido... - Diana sonaba ilusionada con la idea de Diego.
- Vamos, solo tenemos que dejar las cosas que van a enviar a nuestras casas en la administración de internos - Dijo Emily y se puso de pie.
Por regla de la escuela debían volver a sus hogares cada fin de semana, dejar fuera de sus habitaciones la ropa sucia y la escuela la llevaría hasta sus hogares.
Dejaron las cosas listas y entonces partieron a la aventura, el metrobus era un revoltijo los viernes a las diez de la mañana, hay gente que no se sabe ni de dónde salió. Zacarías y Diego se fueron en el vagón de hombres, iban bastante bien pues habían alcanzado asiento, pero antes de siquiera poder llegar a Coyuya lo perdieron. Una mujer había empujado a Diana y como bien sabía Zacarías, Diana no era una persona que se dejara.
- ¡NO ME HUBIERA MOLESTADO SI FUERA UN ACCIDENTE!- dijo Diana al policía.
- Esa mocosa pelada y malcriada me empujó señor - decía la mujer que vestía muy elegante.
- Claro que la empujé, porque usted me aventó la cara al tubo, y ya le había dicho yo que se quitara porque me iba a lastimar... - Diana le estaba diciendo esto cuando la mujer empezó a reír.
- Bueno mija al menos así se te arregla la cara... - dijo la mujer y cuando menos lo sintió recibió en la cara un puñetazo de Ariadna.
- ¡AY DIOS MIO, DE DONDE SACARON A LA VERDULERA ESTA! - la mujer veía con furia a Ariadna, el ineficiente policía parecía disfrutar del pleito.
- ¡NO SEA DESPECTIVA! - dijo Diana mirándola con desprecio.
Perdieron media hora en esa discusión que parecía no terminar, al final la señora se quedó con el policía y ellos siguieron hasta Chapultepec. Había resultado muy bueno que se nublara pues se habían perdido y habían terminado en la glorieta del Caballito, así que decidieron caminar por ahí, entraban a algunas tiendas. Miraron la plaza Reforma 222, para la una de la tarde ya se encontraban en el hermoso Bosque de Chapultepec, se tomaron una foto en el Parque de la Amistad, no había un lugar que los representara mejor, rieron y compraron unas burbujas. Tenían catorce y quince años, eran niños... Fue lamentable que la vida no les diera más tiempo para serlo.
Llegaron a las lanchas, el lago se veía de un verde hermoso, y decidieron rentar una lancha para los seis. La sensación era hermosa, Zacarías iba de la mano de Diego, por su parte Diana y Ariadna iban igual, Emily y Selene iban como dos buenas amigas. Diana llevaba una larga falta que le llegaba a los tobillos, tenía una camiseta blanca y su cabello suelto la hacían lucir como si volara, Ariadna llevaba un pantalón blanco, una blusa bastante holgada de color rosa y su cabello chino en dos gruesas trenzas. Diego iba con una playera morada y un pantalón gris, era la persona más sencilla al vestir, y era una de las cosas que le encarnaban a Zacarías, él por su parte llevaba un pantalón azul y una playera a juego con el pantalón y la mano casi llena de anillos. Emily y Selene también iban frescas, la primera iba con un pantalón acampanado una playera de Iron-Man y su largo cabello negro también iba suelto, la segunda chica llevaba una camisa balanza y un pantalón negro, su hermoso cabello flameante iba igual de alocado que siempre. En ese momento eso eran, eran el recuerdo que estaban creando.
Diego se puso a mover la lancha y el naufragio casi era una opción, Diana estaba atacada de la risa, mientras que a Zacarías sí le importaba su vida, terminaron empapados de los pies, salieron de las lanchas y corrieron por el lugar, compraron pulseras, papas, un pan con cajeta que Diana tenía muchas ganas de probar, Selene compró flores y a todos les dió una. Zacarías contó lo mucho que amaba las rosas.
Subieron al castillo, se habían retado a subirlo corriendo, pero Ariadna fue la primera en rendirse diciendo que la rodilla nomas no la dejaba subir, después Emily paró y dijo que mejor subía con Ariadna, al final solo corrían Diana y Diego, iban muy a la par, y al final llegaron empatados.
Entraron al castillo, también había sido escuela y se preguntaron si los alumnos también se habían divertido tanto como ellos lo hacían, vieron la exposición de los Niños Héroes, y esto los motivó una vez más a ser... La Nueva Legión del Oriente. Finalmente llegaron a lo del Segundo Imperio Mexicano.
- Pero que flojera pertenecer a la realeza... pobre Carlota ella era una mujer muy culta... y ¡Bah! - dijo Diana con mucho desprecio.
- Tu nombre viene de ahí, ya lo averigue - dijo Ariadna mirándola con astucia.
- ¿Cómo sabes? - dijo Zacarías mientras abrazaba a Diego.
- Pues es obvio, dijo que nació el primero de julio entonces, le pusieron ese nombre porque en esa misma fecha nació Diana la princesa de Gales - Ariadna dijo esto como si hubiera descubierto el origen de la existencia, orgullosa de sí, mientras que los ojos de Diana se inundaron de agua, se lanzó a los brazos de Ariadna y de pronto sin sorprender a nadie se besaron.
Zacarías estaba muy feliz por sus amigas... estaban fuera de la torre más alta del castillo también ameritaba un beso de su novio y no dudó en hacerlo, el momento se volvió mágico como si los cuatro estuviesen envueltos en una capa muy grande, esta barrera que los separaba del mundo no era otra cosa sino amor, la fuerza tal vez más poderosa que el ser humano a sentido, y a Zacarías le parecía horrible lo que los humanos le habían hecho, al confinarla bajo reglas religiosas, pero no pasaría el resto de su beso pensando en eso, así que solo se dejó llevar por lo labios de Diego, y Diana hizo lo mismo solo podía pensar en Ariadna.
Bajaron al mirador más grande del castillo por donde se veían de frente la Torre BBVA y la Torre Mayor... toda la avenida reforma se veía desde ahí y se sentía como si volaran , porque el aire pegaba y los rodeaba, los seis hermosos chicos estaban recargados en el barandal mirando todo, desde ahí El Peregrino resultaba una amenaza muy muy lejana, desde ahí el dolor que había causado parecía mínimo, miraban con gran alegría y Zacarías sintió la mano de Diego rozar la suya, y entonces la tomó... se voltearon a ver y se abrazaron, después del abrazo se sonrieron... Zacarías no podía creer como en el mismo lugar tan solo unos meses antes había pensado aquello de que había hombres que solo habían nacido para apreciar la belleza de otros hombres sin poder llegar a amarlos, en ese instante tan mágico eso parecía una completa tontería... solo había que ser valiente para aceptar el amor en cualquier forma... y es que debemos entender que esta poderosa fuerza no tiene una forma exacta... por eso el amor no es una ciencia, porque sigue las reglas a su manera.
El día terminó mientras caminaban en dirección a la plaza, para poder comer algo, cenaron comida china. Estaban sumamente alegres, todo había resultado de una forma hermosa, se sentían llenos de vida, y más seguros que nunca de poder ir por respuestas. Selene sacó el Clue que habían comprado la semana anterior y se dispusieron a jugarlo por horas, hasta que dieron las siete y media de la noche, para que ninguno tardase más decidieron irse por caminos separados, eso sí, todos habían compartido su ubicación en tiempo real en Whatsapp, Diego y Zacarías aún iban de la mano, caminaban por reforma, estaban a nada de llegar a la Alameda.
- El metro me queda cerca... - dijo Diego y no era mentira.
- A mí también, vamos allá... - eso tampoco era una mentira.
Cruzaron la Alameda de la mano como muchas millones de parejas lo hacen, llegaron a Bellas Artes y se besaron una vez más.
Al subir al metro entonces sí tuvieron que separarse, pues Diego iba a la estación Hidalgo mientras que Zacarías iba a Pino Suarez... entonces ahí inmersos en los sonidos de la ciudad como el metro, el vendedor de merengues, en vendedor de CD ́S, entre todos esos ruidos se besaron silenciando solo para ellos hasta el más mínimo canto del grillo.
Zacarías caminaba para su casa, salió del metro en la estación Boulevard Puerto Aereo extrañamente no había gente en el anden, solo a lo lejos un hombre o quizá mujer vestido de negro... miró con extrañeza pero avanzó, escuchó pasos pero los ignoró y siguió, pronto dejó de caminar para poder correr, los pasos también comenzaron a ir más a prisa, salió a la Plaza Aereopuerto debía llegar a su casa, entre la gente trató de perder el sonido de los botines pero solo era más fuerte, siguió, y siguió hasta llegar a su calle.
En la calle decidido a salvarse se echó a correr porque su vida sí dependía de eso, corrió pero pronto el alumbrado de la calle comenzó a fallar eso le dió más miedo que nada, siguió adelante y entonces todo pasó muy pronto. Todo el alumbrado se apagó, alguien lo había tocado en el hombro, sin detenerse sintió como un árbol le había rasgado el pantalón, de nuevo sintió el golpe en la espalda y cayó de bruces frente al zaguán de su casa, en donde había un ramo de rosas. Entonces el alumbrado de nuevo volvió y miró que el ramo tenía una nota con una letra muy pulcra.
Así que también vas a jugar... Bienvenido... al juego, poeta...
atte. El Peregrino
A Zacarías le temblaron las piernas más que nunca... estaba completamente anonadado, y tan pronto como levantó la vista para ver que sus padres habían abierto el zaguán se soltó a llorar... se lo había prometido... no iba a vengar a nadie... pero quizá al fondo de su corazón si había un sentimiento de venganza que se hizo más y más grande...
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Las Crónicas del Oriente: 1.Hermanos
Roman pour AdolescentsAl Colegio de Ciencias del Oriente han llegado dos alumnos que cargan con un gran peso, tenemos a Emily Camil, que carga con la pena y deshonra pues todos juran que su hermano es un asesino y traidor, para Emily esto es duro pero más aún cuando se t...