Dos enamorados siendo constelación

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Acuario recordaba completamente como se había enamorado de su largo y alto chico, habían acordado esos seudónimos para que sus nombres no se vieran involucrados en más problemas de los que ya tenían con esa lucha. Él había tenido la idea, su guapo Leo, cuando Acuario le preguntó la razón por la cual se pondrían aquellos nombres la respuesta fue por los signos zodiacales. Ciertamente no creía mucho en eso, pero Leo sí, así que confiando en él accedió.
Habían cumplido meses de novios hacía poco, el invierno había sido un tanto cruel con ellos, no habían podido pasarlo en la ciudad, la General los habían enviado a ocultarse en el bosque, estaban ocultos en el Monte Tláloc, el frío del bosque los rodeaba demasiado, pero por lo menos había pasado el invierno durmiendo en su pecho, en su cercanía, y con el pretexto del atroz frío lo había abrazado por muchas horas. Y ya que Leo era un fuerte creyente de la astrología se la habían pasado buscando constelaciones por las noches, pues el cielo en el campo les permitía ver las estrellas plácidamente. La noche de navidad se sentaron en la cima del monte, Acuario miraba de lejos las pocas luces de los pueblos cercanos, y Leo lo veía de lejos, llevaba algo en las manos, era un obsequio para su enamorado. Se acercó y lo tomó por los hombros... la radio que tenían cerca tocaba "And I Love her" de The Beatles. Se pusieron de pie poniendo el regalo en el suelo, bailando la balada lentamente, ocasionalmente Leo cambiaba el "her" por el "him". Terminaron de bailar abrazados. El frío era sepulcral y no podían encender ni siquiera una fogata para no llamar la atención, así que su abrazo era su único recurso para no morir de frío.
Al terminar, Leo le pidió a Acuario que se sentara en una piedra cercana, se aproximó para besarlo y le entregó el regalo, que no era otra cosa sino un libro de pastas rojas, era un diario para que documentara su amor y todo aquel viaje que estaban haciendo. Pero antes de que pudiera agradecer el regalo, Leo hizo un hincapié en que leyera la primera página del libro. Cuando Acuario la leyó quedó atónito, sus ojos brillosos y ahora lagrimeantes miraban con mucho más amor a Leo, pues en la amarillenta página escrita a mano había un poema hecho por Leo. El poema recitaba lo siguiente:
Constelación
Quisiera que tus ojos fueran los luceros que alumbren mis noches
Que cumplan mis deseos cada que me mires...
Tal vez mi mayor deseo es solo ese, que me mires con ambos luceros
Déjame acercarme y ascender contigo
Permite que los dos brillemos en la infinidad del universo
Dejemos de ser estrellas errantes y seamos uno
Seamos constelación... seamos universo...
Acuario no se resistió para abrazarlo y besarlo apasionadamente, por un largo rato, el frío del bosque quedó fuera de su amor, pues el calor de uno cubría al otro. No se habían dado cuenta que a tanta altura y en la penumbra de la noche ya eran constelación.

Las Crónicas del Oriente: 1.HermanosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora