ZeePruk el Ceo de "Z&P" una importante marca de vinos, con una vida aparentemente buena, pero, ¿qué pasaría si de la noche a la mañana se convierte en padre?. En medio de su dolor decide dejar todo e irse París para comenzar una nueva vida junto a s...
-Hijo, ¿estas seguro de esto?. _ Dice la mujer con una voz preocupada.
-No, pero lo único que puedo hacer ahora, es cumplir mi promesa madre. _ Dijo él menor aún sintiendo el dolor en su corazón mientras cargaba a la recién nacida.
-Por favor, avisanos cuando llegues. _ Pidió su padre. _ Cuidate mucho y cuida de Sunn.
-Lo haré padre, la cuidare con mi vida. _ Afirmó el ahora menor de los Panich antes de irse para finalmente, subir al avión.
Y es que, ZeePruk Panich aún no procesaba que hace un par de días estaba despidiéndose de su amada hermana menor, Jane quien fue su hermana y amiga al mismo tiempo. Ella tenía tan sólo 17 años entonces, ¿por qué tuvo que sucederle algo así?.
Durante todo el vuelo, no pudo evitar recordar cada momento junto a su hermana, como cuando nació, Zee tenía diez años en ese entonces, pero recordaba a la perfección la primera vez que cargo a esa linda bebé. Jamás imagino que 17 años después, esa dulce bebé también tendría su propia hija.
"¿Qué se supone que haga...
Si no estás tú?"
Y le partía el corazón lo injusta que había sido la vida, se suponía que quien debía morir primero era él, simple y sencillamente, porque era el mayor. Pero no, él nunca imagino que las cosas resultarían al revés.
Sunn Panich, ese era el nombre de la bebé que Zee llevaba en sus brazos, el nombre que Jane le dijo antes de morir cuando le hizo prometer que criaría a esa bebé como su propia hija, que la llevaría a París, el lugar de sus sueños. Sin embargo, todo eso se vió destrozado por la repentina muerte de Jane, mientras que ZeePruk se había aferrado con todas sus fuerzas a lo único que le quedaba de su hermana, su adorada sobrina, Sunni.
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Después de varias horas de vuelo, el avión finalmente llegó a si destino, Zee bajo con la pequeña bebé en brazos mientras ignoraba las miradas de "lastima" que algunas personas le daban.
Agradecia que su asistente ya se había encargado de enviar todas sus pertenencias a su nueva casa ya que de ser por él, talvez hubiera olvidado todo, se apresuró a salir del aeropuerto, tomó el primer taxi que encontró y le pidió que lo llevará a su casa.
Después de aproximadamente media hora, llego a una sona residencial llena de casas y restaurantes lujosos, pero poco le importó, le pagó al taxista y bajo del auto como le fue posible.
Al entrar a la casa, se dirigió a la habitación lo más rápido que pudo para dejar a Sunni en la cama y responder la llamada que estaba entrando en su celular.
