Podría decirse que aquella mañana , donde se vaticinaba un crudo invierno con la helada mas fría del año, era una mañana más. Salvo por el pequeño detalle de que sus ojos verdes se abrieron sin pereza antes de que sonara su alarma . Estiro sus brazos a los altos acompañado de un gran bostezo ruidoso y gracioso, aun sentada sobre su cama quedó por algunos segundos admirando la ventana y la mañana que todavía no aclaraba. Bajó sus pies juntos y calzó sus pantuflas de piel color canela, acomodó su pijama que de verlo daba pena, se abrigó con su salto de cama al mejor estilo patchwork y se dirigió a la pequeña cocina escaleras abajo.
En tanto dejo la leche levantar temperatura en el jarro de metal sobre la cocina, coloco dos barras de chocolate en la taza de cerámica, se fue hasta el baño lavo su cara y acomodó con los dedos y una hebilla su cabello ondulado .De los dientes se encargaría luego de saborear y disfrutar su taza recargada.
Mientras vertía el líquido blanco y puro sobre las barras de chocolate tomó todo ese aroma deleitándose ,"que maravilla" se dijo muy entusiasmada, espolvoreo canela y una pizca de sal y se dejo llevar, cosa que no podía disfrutar a menudo ya que siempre se levantaba tarde para comenzar el día. Si había algo que le encantaba era dormir.
Lavo la taza dejándola en la mesada, corrió al baño y cepilló sus dientes, repasando de memoria aquel verso que le enseño su abuela para que quedaran impecables. Sonrió frente al espejo y se encaminó hacia la salida, de pasada acaricio al Golden Retriever que aún dormía sobre el sillón , revisó que tuviese comida y agua y se marchó decidida a tener un gran día.
Y allí estaba ella, parada bajo el alero del ingreso con su gamulán, su pantalón cargo, sus botas de agua, su cabello ligeramente recogido y algunos mechones rebeldes sobre sus hombros, un largo intento de bufanda tejida torpemente y su morral que colgaba de su mano. Así, abrigada hasta el pescuezo, mirando el campo teñido de blanco y su camioneta, que lejos estaba de ser ultimo modelo, pero la pobre aun seguía sirviendo (a veces). Hizo un suspiro largo que quedo perpetuo en el aire mas parecido al humo que a un suspiro. Dió tres grandes pasos que podían verse como saltos veloces hasta llegar a su camioneta, ya en su interior dio calor a sus manos soplando suavemente entre sus palmas ahuecadas entre si, y se puso en marcha hacia su veterinaria.
En el camino bastaba decir que lo único que había era la neblina, y por allí algún que otro rayo del sol que amanecía, colándose entre los árboles del camino. Condujo con mucho cuidado hasta el pueblo, y ya entrando en él la neblina no era tanta ,se podía ver la esquina que ocupaba su clínica toda iluminada por el sol débil de estación. Al entrar escuchó la campanilla que anunciaba a un nuevo cliente o paciente, pero en este caso solo era ella. Se quitó las botas de goma y las dejó en un mueble que tenia detrás de la puerta, fue hasta su perchero dejó el viejo gamulán, la bufanda y se quitó el suéter para quedar solo en ambo azul, se calzó las zapatillas que solo usa allí adentro para mantener la higiene del lugar. Puso a cargar su móvil, un poco de música le dio el buenos días al lugar y se dirigió hasta el quirófano para esperar a su primer paciente.
Anna no tenía empleados, siempre se dijo que tenía que buscar a alguien que se quedara en la clínica si ella debía salir a recorrer los campos que la solicitarán, tampoco tenía amigas puesto que se dedicaba en tiempo completo a su trabajo porque realmente era su pasión. Y por estas mismas razones tampoco nunca tuvo un novio. Siempre fue ella, su mamá y su abuela. No creció con una figura masculina por ende sabía que no la necesitaba, pero algo dentro de ella se arremolinaba cuando veía las películas románticas.
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Plumas Negras
Short StoryElla es Anna, una joven veterinaria que vive a las afueras de un pequeño pueblo, heredera de una pequeña estancia y con mucho amor por los animales y pasión por su trabajo. Él es un extraño en medio de la noche y la neblina, que debido a un descuid...