Parte 3

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En el viaje de regreso recordó lo gratificante que había sido su día, no había tenido contratiempos como solía ser, y el desenlace feliz de aquella yegua y su pequeño campeón la había dejado completa. Al entrar al pueblo no notó movimiento alguno más que de algún perro callejero deambulando y olfateando en aquella esquina, estacionó y abrió la puerta para buscar algún cacharro para dejarle comida y agua a aquel pichicho vagabundo. Busco su celular, desconectó los artefactos, cerró bien las ventanas, alzó su abrigo y su morral, ya era hora de llegar a casa y ponerle fin al día recostada en su sillón junto a su perro y una sopa calentita. Por la única razón que le gustaba el frío era para terminar el día así, acurrucada con algo calentito en sus manos y un buen libro o una buena película.


Luego de buscar en su móvil la canción ideal para el regreso, lo colocó sobre la luneta bajo el parabrisas. Le encantaba ese tema, aunque ya pasada de moda era su clásica. "Stop crying your heart out" de oasis, su madre la escuchaba y ella la hizo muy suya.


La melodía sonaba en la cabina de la vieja camioneta, y Anna no se privo de cantarla a viva voz dando un concierto para nadie y sin esperar aplausos, solo la cantaba para desahogar su mente y alimentar su corazón.


Ya saliendo del pueblo la neblina comenzó a ocupar lugar, por tramos se hacía más espesa e imposibilitaba ver mucho más allá o quizás nada. Algo hizo que la camioneta se sacudiera en el camino, una piedra, una rama o quizás un pozo en la ruta lo que hizo que el cuerpo de Anna diera un brinco y el celular cayera al piso y aunque podía ver dónde, le quedaba incomodo de agarrar. En otra circunstancia nunca lo habría hecho, pero como no había nadie más en el camino bajo un poco la velocidad, se agachó y se estiró y con dificultad agarro su celular caído.


Una bocina estruendosa y una luz fuerte ocuparon el interior del vehículo. Sólo una cosa podía ser y Anna lo había olvidado, estaba cruzando las vías del tren. Se levantó lo más rápido que pudo y de su lado izquierdo se aproximaba a toda velocidad la locomotora. En un movimiento desesperado pisó el acelerador y la camioneta comenzó a sacudirse por el paso de las vías y la obligó a frenar de golpe, la humedad del pavimento hizo que comenzará a resbalar sobre éste de un costado y luego hacia el otro y una fuerza enorme por mantenerse en el camino sin estrellarse o volcar pero la neblina no dejaba ver absolutamente nada, hasta que las luces enfocaron la silueta de una persona parada frente a ella como viendo un espectáculo.

-¿Que demonios?- fue lo primero que salió de su boca, no podía creer lo que estaba sucediendo. Puso el freno de mano obligando al vehículo a dar varios giros. Agitada y asustada bajo de la camioneta buscando una bocanada de aire y tratando de bajar la adrenalina,pero su cuerpo sin fuerzas para mantenerse en pie, su corazón que latía de manera desaforada en su garganta queriendo salir al galope sobre la ruta ennegrecida y el aire que parecía ser incompatible con su sistema le produjo un dolor de cabeza que la aturdía.


Y luego recordó a aquella figura que apareció de la nada, buscó a su alrededor aturdida sin saber si fue real o producto del susto. Entonces ahí estaba, sano y salvo, venía acercándose a ella con sus manos adentro de su chaqueta de cuero negro y un cigarro encendido en su boca. Su presencia despreocupada e indiferente le provocaba una sensación extraña a la pobre muchacha aún sin alma ( y sin pantaletas limpias)


Aquel muchacho se acercó lo suficiente para poder verse las caras. Él un hombre joven de rostro perfilado y cejas abultadas, cabello tan oscuro como la noche y ojos muy profundos como el mar en la oscuridad, vestía jeans rasgados y todo en el mismo tono, negro. Nunca antes lo había visto por el pueblo, de haber sido así no lo habría olvidado, claramente no pasaba inadvertido . Llevo el cigarro a su boca y esa bocanada pareció detener el tiempo y ella quedo perdida en ese gesto. El humo escapo de esos labios adornados por una incipiente barba y la sonrisa masculina de triunfo, trajo a una abrumada joven a la realidad.

- Dios!!! que ... hacías...¿estas bien? Disculpame- se cubre el rostro y larga un largo suspiro -... que hacías ahí con toda esta neblina- le dijo casi en un grito. Realmente estaba muy nerviosa casi al borde del llanto.

El joven la miró fijamente como buscando algo en sus ojos, volvió a exhalar profundamente aquel tabaco y como midiendo el tiempo, con una mirada dubitativa o pensativa, largó el humo mientras sonreía. Tenia el don de saber lo que la otra persona pensaba o sentía y sabia que estaba causando estragos a su nueva compañía

-pensé que te ibas a ir rápido luego de lo del tren- dijo señalando hacia el lugar del incidente, tiró su cigarro al suelo y lo aplastó con su borcego mientras la escudriñaba un poco mas.

Y aun así no podía entender como una mujer así estaba sola. Claramente no era una pornstar, pero lejos de detenerse en su cuerpo, era un combo completo lo que atraía. Era todo ella, así como estaba. Con todo ese cabello hecho un bollo enmarañado tratando de sostener las hebras rebeldes que se le escapaban , las botas llenas de barro y un olor a estiércol llamativo. Pero ese carácter le servia de escudo y a juzgar, le estaba resultando. 

Plumas NegrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora