Parte 6

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 Lentamente cerro sus ojos y se dejo llevar, como si ese toque detuviese el tiempo y quebrara el espacio. Sabia que estaba rompiendo todas las reglas, pero no tenia urgencia de que aquello que estaba pasando se detuviese. Había deseado ese momento desde que la vio transformarse en una mujer. Era increíble cómo con una simple caricia podía desarmar a un hombre como él, como se transformaba la realidad para sumergirlo en lo inexplorado.

Centímetro a centímetro fue sintiendo el calor de aquella fémina tan torpe como él, acercarse a su cuerpo, aquel roce que parecía quemar su piel sin poder identificar desde que polo venia el fuego.

Sobre su pecho cada latido de sus corazones resuena como eco en esos cuerpos temblorosos y vacíos, con urgencia de completarse uno a otro. Ambos, en una realidad efímera y ansiada.

Aquel cuerpo femenino le parecía una estatua de arena delicadamente trabajada y él sin saber cómo ni por donde tomarla para no romperla, sus manos temblaban al tocar esa tersa piel que la hizo suspirar largo y profundo, y su boca se humedecía ansiando probar los labios que le recordaban a las ciruelas en pleno verano.

El beso profundo y lento parecía no alcanzar, sus cuerpos obedeciendo el instinto puro y rebelde se fundieron quedando solo uno. Ella toco cada fibra de su espalda y sus brazos, él la tomó de la cintura queriendo marcar esa silueta en cada poro de su piel, cada uno sintió el hambre del otro. Hambre que solo se saciaba devorándose de manera descontrolada.

En contra de sus deseos sus labios se separaron, quizás en busca de oxigeno pero el solo atino a abrazarla y cerrar fuertemente sus ojos y lo que sucedió después ella nunca lo hubiera imaginado

-Disculpame, no debí...- enderezó lentamente su cuerpo separándose del de ella buscando espacio libre para escapar. Buscó en su bolsillo trasero del pantalón su caja de cigarros y se coloco uno en su boca y antes de salir de la casa la miro y se sintió terrible de dejarla así, se podía percibir la decepción en su rostro.

Mil preguntas pasaron por la cabeza de Anna, ¿era un hombre comprometido? Al fin de cuentas ella no sabia nada sobre él, ¿quizás besaba tan mal? " Oh Dios" se le escapo en voz baja , enfadándose por la vergüenza. Ella no era una cualquiera, no solía besar a cualquier muchacho que se le acercase, no había tenido tantos voluntarios para practicar un beso, solo se dejo llevar. Se asomo a la ventana de la cocina que daba al patio y lo vió perderse en la oscuridad, sabia que aún seguía ahí, lo delataba el cigarro encendido.

Desde el otro lado del cristal, en medio de la oscuridad de la noche, la veía con su cabello hecho un bollo y que la hacia ver mas sensual que antes, la veía moverse de un lado a otro, parecía que estaba preparando algo en la cocina, "Maldición" replico el eco de su cabeza a sabiendas que había cruzado la linea desde que se dejó ver y de ahí todas las decisiones fueron en picada. Cerró sus ojos y respiro profundo buscando la respuesta a lo que debía hacer , tomó coraje y se dirigió al interior de esa cabaña. Anna estaba apoyada en la encimera con dos tazas de sopa caliente frente a ella , pero su mirada quedo plasmada en algún punto del espacio, en silencio e inmobil. Inmediatamente coloco su palma sobre su nuca y ahí estaba la respuesta

-Anna- llamo su atención, sabia lo que estaba pasando, sabia lo que debía hacer. Era tiempo.

La mujer se giro para enfrentarlo, tenia sus mejillas humedecidas de las lagrimas y sus ojos hechos agua. Se ahogó en un sollozo que dolía por todos lados, como agujas pinchando cada costado de su alma, cada fragmento de su ser ardía. Colocó ambas manos en las mejillas de la muchacha y la obligó a mirarlo a los ojos

- ¿que has visto Anna? Necesito que lo digas en voz alta y pienses.

Pese a las lagrimas y la angustia estrujando su garganta hizo el esfuerzo y habló – a mi abuela haciéndome el chocolate y sonriéndome cuando le echaba una barra extra a mi taza sin que mamá se diera cuenta. Vi a mi mamá abrigándome por las noches y peinando mi cabello con sus dedos para calmar mis dolores mientras cantaba una canción. Me vi abrazada, contenida y muy amada – su llanto hizo eco en la casa hasta hacerla hipar, no eran los recuerdos lo que dolía sino las ausencias, como pudo siguió hablando - Vi a mi mama morir en el hospital sufriendo el dolor en sus huesos y yo sin poder hacer nada. Vi a mi abuela morir en su sillón cuando su corazón dijo basta-

Plumas NegrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora