Bouquet

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El sudor corre por su espalda, trata de mantenerse erguida y firme pero los golpes constantes son fuertes y decididos. Es como un veneno que se esparce por todo su cuerpo, no tiene suficiente de todo lo que le está dando.

Momo por fin tuvo la oportunidad de doblegar a una de ellas, Sana es la combinación perfecta de ambos mundos; es tierna, amable y comprensiva. Sin embargo, tiene un lado sexy, determinante y exigente.

Sana no puede evitar gemir muy alto, recarga su frente sobre la almohada y se curva aún más. Ofreciendo todo su cuerpo a Momo. No saben en dónde está Mina, no les interesa mucho por ahora. No cuando Sana está a nada del orgasmo.

Empuja su cuerpo hacía atrás en busca de más, en busca de que los gloriosos falanges de Momo la hagan tocar el cielo. No hay nada más que respiraciones agitadas, el golpe de pieles y los fuertes gemidos de la japonesa.

Carajo, a Sana le encanta sentirse así de bien. Puede sentir sus paredes apretando cada vez más fuerte. Cierra los ojos y al poco tiempo los abre, parpadeando lentamente. Su ceño se frunce y un temblor recorre todo su cuerpo. Abre la boca pero nada sale, su orgasmo es tan intenso, tan acertado que solo se puede encomendar a cualquier Dios para que salga viva de la sensación que está sintiendo.

—Así me gusta, Satang. —La voz rasposa y baja de Momo es todo lo que necesita para desplomarse en la cama de una vez por todas. Su cara da de lleno en la almohada y no puede moverse, sus piernas aún temblando y su cuerpo levitando en otro plano existencial.

—Ven aquí, cariño. —Momo la ayuda a recostarse correctamente y busca su calor como un cachorro asustado. Sana siempre busca cariño, sobre todo después del sexo.

Se quedan ahí, Momo medio vestida y Sana toda desnuda, y para cuando Mina entra al cuarto el fuerte olor a sexo delata las acciones que ya sospechaba.

Mina rueda los ojos pero después ríe al ver la piel sonrojada de su novia. —Tus gemidos se escuchaban hasta el patio, cariño. ¿Qué le hiciste?

—Nada, lo juro. Solo llegué a casa y ella me arrastró aquí. Hola, por cierto.

—Hola. ¿Cómo te fue? —Mina se acuesta a un lado de Sana. No importa que la cama se sienta ligeramente mojada.

—Bien, aunque de ahora que estuve con ustedes, no es lo mismo. —Momo responde con un puchero en su rostro. Sana está casi quedándose dormida, arrullada por las voces de las mujeres que ama.

Desde que las vacaciones terminaron, Momo no las ve mucho. Ellas en el turno de la mañana y ella por la tarde. El único tiempo que tienen juntas es por las noches y los fines de semana.

Sana abre y cierra los ojos, sus pestañas revolotean en sus mejillas y por fin cae dormida. Cuando eso sucede, Momo y Mina salen de la habitación dejándola descansar. Sana abre los ojos y se acurruca sola en la cama, pensando en como tocar el tema ha estado tanto tiempo en su mente.

—Muy bien, entonces ¿hot cakes? —Momo pregunta y Mina asiente mientras revisa el refrigerador. Ha estado trabajando emocionalmente la situación de sus padres y ahora se siente más tranquila.

Eso no hace que deje de desear que las cosas fueran diferentes.

Mina de vez en cuando piensa en su vida en Japón, se cuestiona si es correcto estar tan alejada de sus padres. Pero también recuerda lo roto que tenía su corazón cuando regresó a casa.

Mina piensa en Ray cuando ve a Boo y Dobby en la sala de su hogar, piensa en cómo estaba muy viejo para moverse. Sacude la cabeza y le ayuda Momo con la cena. Es raro que vayan a comer hotcakes, pero honestamente no mucho en su hogar es normal.

Masterpiece- MISAMODonde viven las historias. Descúbrelo ahora