But can you touch?

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Sana mira atentamente a su novia. No sabe si es por el tema del apartamento o hay algo más que le está molestando. Sus cejas están levemente fruncidas, arruga su nariz de vez en cuando y muerde sus labios. Sana sabe que está pensando en algo.

—¿Quieres ir a comer hamburguesas después de eso? —Sana inicia su investigación. —Podemos pedir diez sobres extra de catsup. —La japonesa entrecierra los ojos cuando Mina no parece emocionarse por su oferta.

Mina le dirige la mirada. —Está bien, podemos cenar eso —. Se encoge de hombros y vuelve su vista al jardín que estaba admirando antes de que Sana sugiriera la cena. Al estar en el tercer piso de la Universidad, tenían vista de un hermoso jardín.

Sana decide no insistir más. Sus personalidades son muy contrastantes y a veces es mejor darle su espacio, por lo que le da un beso en la coronilla de la cabeza y se pone de pie. —Iré al baño.

Mina solo le da un asentimiento de cabeza, mientras sus pensamientos se instalan en la pelicorta que conoció el día de hoy. Le parece un poco irritante, con esos ojos grandes y redondos que la miran con timidez. Sin embargo, algo en ella también le intriga.

Por la puerta entra la protagonista de sus agotadores pensamientos. No la nota al principio pues el ventanal está detrás de unos caballetes. Está hablando por teléfono.

—¿Cómo que otro perro? —Su voz es menos calmada que las veces anteriores. Mina se pone rígida al ver que Momo ha notado su presencia, pero solo desvía la mirada. —Tzuyu, ni lo sueñes. No puedo acogerlo yo sola, mi lugar apenas alcanza para Boo y para mí. ¿Qué? No, no. —Mina de reojo puede ver como comienza a dar vueltas por el salón que en unos minutos estará repleto de estudiantes. — Es problema si lo recogiste aún teniendo otros cinco perros. No, no, no importa si ya está curado. De verdad lo siento Tzuyu.

Mina aprieta los dientes ¿cómo puede dejar al perro en la calle? Vaya, como es la gente. Hay un silencio en el salón y la pelinegra se pregunta dónde está su novia cuando la necesita.

Momo vuelve a hablar. —Dame dos días para pensarlo, no puedo quiero comprometerme a algo que puede salir mal. Veré si le puedo hacer un lugar. Sí, sí. Adición, Tzu.

La llamada termina y ambas japonesas suspiran, sin escucharse. Momo guarda su telefono en la mochila mientras siente una mirada en su espalda. No quiere ser tan brusca, pero cuando menos lo espera ya está enfrentando los ojos de Mina. Trata de suavizar su mirada e intenta regalar una sonrisa.

Mina la devuelve.

Aunque no se note, Momo está nerviosa. En unos minutos estará desnuda frente a una gran cantidad de gente, por impulso se acerca a Mina. —Oye. —rayos, no es un buen comienzo. La menor la observa. —¿Tú ya has posado desnuda antes?

Mina se sonroja y con voz baja responde: —Sí. Varias veces. —Momo baja la mirada y respira fuertemente. —Tú no ¿verdad? —finge interés, Chaeyoung les dijo que su compañera misteriosa jamás había posado desnuda.

—No, estoy un poco nerviosa.

—Es normal, pero verás que después de un rato se te olvida que no tienes ropa. —Mina suelta una pequeña risa, y Momo siente un pinchazo desconocido en su pecho. Ríe con ella.

Caen en un silencio, uno mejor que el del pasillo. Cuando Mina está a punto de preguntar algo, las puertas del salón se abren. Un montón de estudiantes entran, Mina conoce algunos por sus clases habituales. Chaeyoung y Sana platican mientras los jóvenes se instalan en sus lugares.

Ambas mujeres llegan al par de japonesas y Chaeyoung indica que es hora de ponerse las batas, para irónicamente, quitarlas después. Mina le da una mirada a Momo, asiente y su expresión refleja empatía. Sana se sorprende gratamente al ver el gesto de su novia, parece que ya no están incómodas en presencia de la otra.

Masterpiece- MISAMODonde viven las historias. Descúbrelo ahora